¡Ya estamos en Otoño!
A mí, personalmente, me alegra.
Y me alegra por la sencilla razón que esta estación me fascina.
Se que el verano y la primavera pelean constantemente por ser la favorita de las personas, como también se que probablemente el invierno sea la menos querida de todas.
El otoño, no obstante, está ahí.
No brilla por ser favorita de grandes masas de gente, ni por tener grandes indices de "odio"
Aunque hay a quien no le gusta porque su llegada supone el fin del verano y, consecuentemente, la vuelta a la rutina.
Pero, digan lo que digan, y a pesar de saber que la mayoría de la sociedad prefiere las flores y los días de sol, yo me quedo con el otoño.
Sencillamente me fascina la cantidad de colores que ofrece la naturaleza.
Los paisajes se convierten en un auténtico placer para la vista, y los senderos que tienen filas de árboles se transforman en mullidas alfombras de tonos marrones, amarillos y rojizos.
Desde pequeña tengo una pequeña manía con esta estación -más bien es una tentación constante que nunca puedo evitar-, se trata de pisar las hojas secas y escuchar cómo crujen.
Pero, sobe todo, hundir mis pies en la hojarasca y poder ser testigo de cómo las hojas de los árboles -cada una de ellas de un color distinto- van cayendo lentamente hasta posarse en el suelo.
Pienso que el otoño tiene una magia que no tienen el resto de estaciones...
No hace ni frío ni calor, los rayos de sol se agradecen, y el aire fresquito nos hace cubrirnos con una fina chaqueta.
Sencillamente... me encanta el otoño.
Sandra
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