"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 22 de abril de 2014

¿Qué significa girar "a la derecha..."?

Por Nicolás Márquez

Intentar bajar parte de los subsidios demagógicos para morigerar la inflación.
Promover una regulación a fin de reprimir o aminorar los piquetes. Acercarse a la comunidad internacional procurando recuperar el crédito. Recomponer lo adeudado a Repsol tras el robo-confiscación de YPF para mejorar la imagen internacional.
Lanzar un plan de seguridad en la Provincia más importante del país a fin de mostrar voluntad (al menos como parodia) de combatir el delito. Reorganizar el INDEC acercando los coeficientes inflacionarios a los guarismos verdaderos y así, junto con varias otras medidas “incómodas” que el régimen ha tomado los últimos meses, se ensayaría evitar que la explosión de la bomba populista le estalle al gobierno mismo (especulando dilatarla y que le explote al que asuma en el 2015) y es precisamente este cúmulo de medidas detalladas lo que muchos periodistas y comunicadores progresistas describen sintéticamente como “un giro a la derecha”.

Dejando a un lado el debate sobre el significado y la naturaleza de la palabra “derecha”, todo indica que esta expresión, recurrentemente demonizada hasta el hartazgo por oficialistas y “opositores”, es utilizada como sinónimo de la aplicación de políticas antipáticas o, lo que sería más o menos lo mismo, como una política ajustada a la realidad tal como es y no en función de cómo se supone que debería ser, o mejor dicho, en función de utopismos febriles o ficciones amables.

Vale decir, si girar a la “derecha” consiste en enfrentar los problemas de la realidad en vez de negarlos, anestesiarlos o teorizarlos culpando de los males vigentes a “los poderosos” (que nunca sabemos bien quiénes son), por lógica estamos reconociendo que girar a la izquierda consiste en alejarse de la realidad.

Luego, como según Aristóteles la “realidad” es la “verdad” y viceversa, advertimos que acercarse a la derecha sería propender a la verdad y virar hacia la izquierda arrimarse a la mentira.
Esta y no otra es la conclusión a la que nos fuerzan arribar los detentadores y promotores de los giros linguísticos autóctonos.

Luego, obraría como un izquierdista el médico que al paciente grave le prometa verbalmente un porvenir rosado, mientras a la vez le disfraza sus dolencias corporales “emitiéndole” anestesia.
Pero cuando la agonía del paciente a la postre asome y la amenaza de muerte se torne inminente, entonces el médico irresponsable y fantasioso debería bajar a tierra y de apuro “derechizarse”, interviniendo a su paciente con un doloroso e incómodo tratamiento invasivo, pero que a la vez le aumente las chances de salvar al enfermo de la muerte.

El problema, en rigor de verdad, no es que la izquierda sea mentirosa pero transitoriamente menos dolorosa y la derecha sea más realista pero “insensible”, sino que si de antemano y desde el origen nos apegáramos a la realidad tal como la concebimos en lugar de emborracharnos en una abstracción financiada con plata ajena o artificial, luego no tendríamos que soportar “ajustes” antipáticos.

Sería interesante que los que periodistas progresistas que critican al gobierno y sugieren que éste está “girando a la derecha” (y no lo dicen como mérito sino como crítica o sorna), aclaren que esto significa aplicar políticas acomodadas a la verdad, amoldadas a la realidad y en definitiva, emplear soluciones concretas ante problemas concretos.

Finalmente, vale decir que acercarnos a la verdad implica de alguna manera enfrentarnos con nosotros mismos, lo cual es muchas veces molesto, dado que es bastante menos inquietante vivir negando nuestros defectos, debilidades y miserias escudándonos en excusas rebuscadas y suposiciones embriagantes.

“¿Qué es sino cobardía ese no querer enfrentarte contigo mismo?” se preguntaba con acierto San José María Escrivá de Balaguer, ante lo cual, siguiendo esa máxima, en términos políticos los que no quieren enfrentarse “consigo mismo” serían los que procuran escapar de la realidad “girando hacia la izquierda”, eufemismo lingüístico y elegante usado por los cobardes para no reconocerse como tales...

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