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lunes, 29 de septiembre de 2014

Las indisimulables piruetas de Cristina

Por Carlos Pagni | LA NACION

Como Carlos Menem en 1999, cuando contrató la campaña de publicidad "Menem lo hizo", Cristina Kirchner dedica sus mejores energías a modelar la imagen que quedará de su administración.
Es natural que alguien tan insistente en usar la memoria como insumo de la política quiera modelar los recuerdos del futuro.

Cristina Kirchner habló de "terrorismo financiero" y criticó a EE.UU. durante su discurso en la ONU.
El viaje que la llevó a Roma y Nueva York fue un laboratorio para ensayar esa tarea.
Gracias a ese experimento se vuelven más evidentes sus ensoñaciones, y las dificultades que encuentra para realizarlas.

Un objetivo principal de la Presidenta en esta marcha hacia la puerta de salida es consolidarse en el cuadrante del populismo distributivo.
La política internacional le presta servicios mucho más eficientes que la doméstica.
No sólo porque, al tratarse de un país que perdió significación, los errores son casi inofensivos.
Ella también tiene la ventaja de que, más allá de la frontera, nadie discute lo que dice.

Un objetivo principal de la Presidenta en esta marcha hacia la puerta de salida es consolidarse en el cuadrante del populismo distributivo
Intentó demostrarlo por la vía del absurdo, emitiendo un tuit con una foto para demostrar que Barack Obama tenía los auriculares puestos mientras ella hablaba en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Una buena noticia:
Si el presidente de los Estados Unidos no contesta sus catilinarias, por lo menos las escucha.

La Presidenta demostró esa tarde que, en el ocaso de su mandato, no se conforma con enfrentar a los Estados Unidos.
Ahora subió al patíbulo a Alemania, la mayor potencia europea.
Vedada una nueva reelección, la abogada exitosa se postula como fiscal de Occidente.

El núcleo de los discursos sobre el terrorismo estuvo bien articulado.
Influida por la conversación con el papa Francisco, denunció el fracaso de una estrategia que, de Clinton a Obama, se fue volviendo cada vez más draconiana frente a un enemigo cada vez más violento.
Atribuyó el error a que las decisiones se toman entre pocos.
En boca de alguien que no convoca siquiera a reuniones de gabinete, pareció una autocrítica.
Falsa alarma.

Tal vez las presentaciones de la Presidenta habrían sido más consistentes si no hubiera equiparado a los especuladores financieros con los degolladores de EI, un insulto innecesario para George Soros, con quien se había reunido el día anterior.
El kirchnerismo está fascinado con las metáforas ornitológicas.
Ayer, los intelectuales de Carta Abierta, en una nueva declaración, descubrieron que, como en el viejo chiste, los periodistas también se vuelven "buitres" porque "capturan excedentes pulsionales".

Más allá de las curiosidades, quedaron al desnudo los dos inconvenientes que encuentra Cristina Kirchner para embellecer su imagen internacional antes de abandonar Olivos:
El pacto con Irán y el pasaje del odio al amor en la relación con el Papa.
Dos vueltas de carnero que impiden asegurar que, de repente, los "buitres" no mutarán en "ruiseñores".

En la ONU la Presidenta siguió tratando de justificar el mayor papelón de su política exterior:
El acuerdo con Mahmoud Ahmadinejad.
Para disculpar el extravío, alegó que también los Estados Unidos modificaron su trato con Irán.
Es cierto.
Pero esa comparación es inconducente, porque a ella no se le cuestiona con quién negocia, sino qué negocia y con qué beneficios.
Cristina Kirchner negoció someter la causa AMIA al arbitraje político de una "comisión de la verdad" integrada por aquellos a los que ella misma había imputado.
Y no logró resultado alguno.

La política vaticana convirtió a un argentino que encabezaba la lista de enemigos de la Presidenta en una de las figuras más populares del planeta

El otro giro que la señora de Kirchner pretende disimular antes de irse es el que dio frente a Francisco. La política vaticana convirtió a un argentino que encabezaba la lista de enemigos de la Presidenta en una de las figuras más populares del planeta.
Los católicos atribuyen la decisión al Espíritu Santo.
Un complot fuera de escala, por el que la señora de Kirchner corre el riesgo de no ser identificada como la fundadora de un nuevo orden global, sino como "la enemiga del Papa".
Lleva un año y medio tratando de revertir la situación.
La semana pasada dijo que EI la amenazó por ser "amiga del Papa".
Se entiende por qué Obama y Hollande, a pesar de bombardear Siria, no fueron intimidados:
No son amigos del Papa.
Los regalos de los irreversibles de La Cámpora casi convierten la residencia pontificia en la "Unidad Básica Santa Marta".
Y Luis D'Elía, que el día de la elección del Pontífice la interpretó como una confabulación antibolivariana, lloriqueó un tuit porque no lo subieron al avión.
Por lo menos los profesores de Carta Abierta, más vigorosos en su autoestima, no dedicaron a esta conversión en masa ni una estrofa de su pronunciamiento.

Jorge Bergoglio acepta la pirueta, que esta semana arrojará su primer dividendo.
Los diputados sancionarán la reforma del Código Civil sin desafiar las posiciones irrenunciables de la Iglesia. (Carta Abierta sigue en silencio.)

Esta flamante veneración reivindica al Papa en una controversia personal.
La acusación de haber sido cómplice de la dictadura en la persecución de dos jesuitas salió de las entrañas del kirchnerismo.
La formuló el presidente del CELS, Horacio Verbitsky, en tiempos en que la Presidenta huía del tedeum metropolitano.
Las imputaciones fueron tan insistentes que forzaron al Vaticano a emitir una desmentida en la inauguración del pontificado.

La Presidenta está despejando este problema.
La reconciliación con Bergoglio tuvo como puente inicial a Alicia Oliveira.
Antigua abogada de Verbitsky y ex directora de derechos humanos en la Cancillería, Oliveira siempre defendió la inocencia de Bergoglio.
Cristina Kirchner aspira a fortalecer esa versión, impulsando una visita de Estela de Carlotto a Roma y reconociendo la trayectoria humanitaria de Oliveira.

El Photoshop sobre el retrato kirchnerista tiene una dificultad:
La vuelta a casa.
La Presidenta regresó a un país cuya producción industrial cayó en agosto, según FIEL, un 9,7% interanual.
Las ventas en shoppings, 9%.
La recaudación del IVA, descontada la inflación, 8,5%.

Axel Kicillof agrega recesión.
Como el Banco Central ya no puede financiarlo sin violar su carta orgánica, colocó un bono por $ 10.000 millones que no estarán disponibles para la actividad privada.

El frente financiero sigue incierto. 
La semana pasada varios fondos de inversión enviaron observadores a Buenos Aires.
Regresaron a sus bases con más preguntas que las que habían traído.
Y una novedad:
Por lo menos uno de esos fondos está estudiando la posibilidad de recurrir a los tribunales a comienzos de noviembre para que se les paguen sus bonos reestructurados al precio fijado para el vencimiento.
Si esta posibilidad, todavía hipotética, se verificara, el panorama se agravaría.
Salvo que la Presidenta, como insinúan sus compañeros de viaje, haya recibido de Soros una receta milagrosa para el conflicto con los holdouts.

Sin nombrar a Sergio Berni, Carta Abierta critica la política frente a los conflictos sociales con un argumento habitual en Alberto Fernández:
No es lo que soñaba Néstor Kirchner.
Pero la curva recesiva defrauda la promesa del crecimiento con inclusión.
Y la inflación desató una polémica riesgosísima entre la Casa Rosada y la gobernación bonaerense, que el ministro obturó visitando a Daniel Scioli .

Los autores de la nueva Carta proponen una gran intervención al comercio exterior.
No se enteraron de que ya se produjo.
El Banco Central sólo destina dólares a las caudalosas importaciones de combustibles a las que obliga la soberanía energética.
Los fabricantes de bienes exportables deben pagar sus insumos con la paridad del contado con liquidación, $ 14,70, y liquidar sus ventas con la oficial de $ 8,50.
Por eso son cada vez menos los que se animan a vender sus productos:
No saben si podrán volver a fabricarlos.

Los exportadores brasileños también son alcanzados por el cepo.
El problema se advirtió en Nueva York.
Cuando Cristina Kirchner pidió una entrevista con Dilma Rousseff , la presidenta de Brasil, que está en campaña electoral, alegó problemas de agenda.
Las reuniones trimestrales de alto nivel entre los dos países están suspendidas.
Es una complicación externa más inmediata que la de Medio Oriente, que la Presidenta no consigue maquillar.
Las dificultades para que la retórica internacional haga juego con la economía doméstica son cada vez más exigentes
Las dificultades para que la retórica internacional haga juego con la economía doméstica son cada vez más exigentes.
Los intelectuales de Carta Abierta intentan resolver el dilema apelando a una pócima a la que ellos mismos apelaron durante el derrumbe del socialismo real:
Para que "el modelo" funcione, "hay que diseñar una nueva humanidad".
El propio documento reconoce que, sin reelección, queda poco tiempo.

A los intelectuales de Carta Abierta les convendría leer el discurso de Cristina Kirchner ante el Consejo de Seguridad.
Encontrarían este párrafo:
"La lógica indica que si yo estuve observando una determinada metodología para combatir un problema y ese problema, en lugar de desaparecer o disminuir, aumenta y se agrava, tengo que revisar la metodología porque algo no está andando bien".

Extraño consejo.
Tal vez habló sin escucharse...

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