Malú
Kikuchi
“Por
si éramos pocos…”, decía mi abuela cuando los problemas se sumaban.
El
gobierno de Cambiemos heredó una situación peor de lo que intuía.
Hoy
la economía es imprevisible, la pobreza crece, la inflación sigue, las tarifas
suben, se judicializan, se paralizan, todo a prueba y error.
El
gobierno se equivoca, lo reconoce, se disculpa, con indiscutible buena voluntad, pero sin soluciones a corto
plazo, y ahora se va a sumar un problema más.
Gratuito.
En
parte culpa de la República Oriental del Uruguay y en parte culpa de los seudo
ambientalistas de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos.
Es
una larga historia, que vuelve a repetirse.
En
2005, la finlandesa Botnia (después de algunos penosos desencuentros monetarios
con Entre Ríos), decidió instalar una planta de celulosa en Fray Bentos, ROU,
sobre el río Uruguay.
Del
lado argentino, a 28 km del río, está la ciudad de Gualegaychú.
Los
habitantes, en pie de guerra, decidieron que les estropeaba el paisaje de su
playa (lo que es cierto) y que iba a contaminar.
Finlandia
está entre los países mejor calificados en tema ambiental y son expertos en
fábricas de celulosa.
Para
evitar la instalación de la “pastera”, la gente de Gualeguaychú cortó el puente
internacional Gral San Martín incontables veces, cuestión de arruinar el
turismo que iba a la ROU por tierra.
Lo
consiguió.
Durante
años cortó puentes y más puentes.
Todo ello con
apoyo K.
Es
más, instigado por Néstor K presidente, que en el corsódromo de Gualeguachú ,
casi todos los gobernadores, senadores y diputados nacionales (más Entre Ríos),
declamaron que la guerra contra la planta era una misión nacional.
Botnia
continuó su construcción y la ROU tuvo su pastera.
Hasta
hoy los mínimos índices de contaminación
del río Uruguay no se deben a la ex Botnia, hoy UPM.
Argentina
llevó el caso a La Corte Internacional de La Haya.
Ésta
falló que la ROU debería haber consultado
a la Argentina, y que de entonces en más, los dos países se consultaran
ante un emprendimiento que pudiera contaminar u obstaculizar al otro de alguna
manera.
Y
eso fue todo.
Fray
Bentos funciona desde 2007, produce 1.300.000tn de celulosa por año.
En
2013 Pepe Mujica autorizó a UPM a fabricar un 10% más, y se lo comunicó a Cristina K.
Ella
amenazó con La Haya.
No
pasó.
En
2014 la empresa sueco/finlandesa Stora Enso, con la chilena Arauco,
construyeron la 2° pastera “Montes del
Plata” en el departamento de Conchillas, sobre el Río de la Plata.
Avisaron.
Argentina
no contestó.
En
Montes del Plata se fabrica la misma cantidad de celulosa que en Fray Bentos…
Se
ha construido un puerto desde donde se embarca el producto hacia su destino.
Está
a unos 50km de Colonia del Sacramento.
Estas pasteras
no sólo dan trabajo a los que trabajan en ellas, generan trabajo en actividades
externas.
El Uruguay
necesita trabajo y lo encuentra.
El
año pasado la exportación de celulosa fue la 2° exportación del Uruguay y le
reportó US$1.266 millones, mucho para el Uruguay.
Un
país que previendo el futuro, forestó todo lo que pudo forestar.
Hoy
recoge lo que sembró.
El
15/7/2016, Jaakko Sarantola, de UPM, anunció la instalación de la 3° pastera,
doble de la de Fray Bentos, con una inversión de US$4.000 millones y 800
puestos de trabajo.
En
el centro de la ROU, sobre el río Negro.
El
río Negro es el mayor afluente del río Uruguay.
Los
ambientalistas de Gualeguaychú ya están en pie de guerra.
Es más, el
municipio de Gualeguaychú exige que no se construya la pastera.
Esperan
que ambientalistas argentinos y uruguayos se les sumen.
Cancillería
argentina, con prudencia, medita cómo se puede preguntarle al Uruguay, sin
molestar, sobre el proyecto de la planta de celulosa.
El
embajador argentino en Montevideo, Guillermo Montenegro, aclara:
“No
nos metemos con la soberanía del Uruguay, pero…sería un gesto de buena
vecindad”.
Política
exterior inteligente.
La
Comisión Administradora del Río Uruguay, CARU, no ha dicho nada hasta ahora.
Su
nuevo presidente, argentino, Héctor Vazón, abogado especializado en derecho
internacional, docente y de Concepción del Uruguay (sobre el río Uruguay a 78km
al norte de Gualeguaychú), y el vice, también argentino, embajador de carrera
Eduardo Villalba, no han opinado todavía.
Hay
que esperar.
La
ministra de industria de la ROU, Carolina Cosse, dice que los de Gualeguaychú
“le buscan la 5°, la 6° pata al gato”
“Se
olvidan que el Uruguay es un país serio”.
Y
en cuanto al cuidado ambiental el más serio de América Latina, un país “verde”.
El
ministro del interior Eduardo Bonomi, poco amable con los argentinos (¿por qué
será?) dijo:
“Sus pasteras
tienen muchos más problemas que las nuestras”.
Cierto,
muchísimos más.
Contaminan
y mucho.
Un
problema más que avanza y es difícil de predecir cómo y sobre todo cuando va a
terminar.
Pero
cómo explicarles a los seudo ambientalistas de Gualeguaychú que el progreso no
se puede detener, lo que hay que hacer es progresar limpiamente.
En
el lugar, o en fotos, el humo que sale de las chimeneas de las pasteras
uruguayas, es blanco.
Quiere
decir que han sido tratados los elementos contaminantes o sólo sucios.
El
humo blanco que sale de las chimeneas es vapor.
Si
el humo es negro, contamina.
Es
tan simple como eso.
Pero
parece que no es tan simple de explicarles a personas que se niegan a entender
razones.
¿Será
que como los describen a los seudo ambientalistas de cualquier lugar del
planeta, son “sandías”, verdes por fuera y rojos por dentro?
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