"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 24 de agosto de 2016

El caos o yo

La lógica del kirchnerismo, luego de ser desalojado por el voto en octubre del 2015, es:
Somos nosotros o nadie más.
Es una lógica arbitraria y fascista que está claramente alentada desde los personajes más altos de la ex política populista que gobernó 12 años, con Cristina Fernández a la cabeza, que escurre hacia los cuadros bajos, quienes son, en definitiva, los que le ponen el cuerpo a las consecuencias.
El sueño afiebrado de esta facción filo peronista, es que si cae Macri vuelven ellos.
Una estupidez tan grande como creer que sembrando el caos, harán que la sociedad se movilice en contra del gobierno nacional.
Por Rubén Lasagno

Cristina y el kirchnerismo/cristinismo en su conjunto tienen dos frentes abiertos que son de gran importancia para su futuro:
Cubrirse los flancos por donde les entra la justicia con causas de todo tipo y color y movilizar a la sociedad para que se enfrente con el gobierno nacional.
En uno, carece de control porque ya no tiene poder.
Los juicios, las causas y las acusaciones drenan por docenas día a día y caen en juzgados que están atosigados de juicios en contra de funcionarios kirchneristas por corrupción, malversación, lavado de dinero, evasión y otros delitos graves contra la administración pública.
El segundo, ellos interpretan que lo pueden manejar, ganando la calle, como mandó a hacer Bonafini.

Creen necesario, entonces, arreciar con una campaña que vaya minando al gobierno nacional, porque ellos creen que, de esa manera, la gente confundirá las realidades y la situación puede ser favorable a sus propósitos, es decir, cae el gobierno y cunde la desorientación social.
En ese marco (aclaramos, siempre dentro del calor creciente de su razonamiento afiebrado) creen que todas las miradas de la sociedad van a girar hacia Cristina para pedirle que vuelva.
Una estupidez total y absoluta.

El problema no es importante para la estabilidad el país, claro está, pero molesta.
El kirchnerismo articula a través de los militantes que aún le queda, se moviliza con los fondos que aportan con cada vez menos ganas algunos Intendentes del conurbano y hace uso de los grupos de choques como Quebracho y organizaciones barriales de desocupados, los cuales, como hoy ,cortan rutas, se enfrentan con la policía o la Gendarmería, pensando (quizás) que están haciendo la revolución, cuando en realidad son usados por punteros K, quienes sueñan con poder hacer de esa protesta un emblema de campaña de aquí en adelante; para eso necesitan un mártir.
Un sector importante del ese kirchnerismo residual que está afincado en Capital Federal y el conurbano bonaerense, busca su propio “Kosteki y Santillán.
Y lo digo literalmente, porque están propiciando que a través de la desgracia de algún chico quizás desocupado, que creció en la década robada, donde el Estado K estuvo ausente, muera en una refriega y se transforme en un símbolo de la represión y el autoritarismo que le cargarán convenientemente a Macri.
Total
¿Qué le puede importar a un D´Elía, a un Esteche, a Boudou, Salas, Moreno o a la propia ex presidenta y sus diputruchos?, que alguien muera por defenderlos a ellos de la cárcel…
¡Nada!
En realidad para ellos, esta gente ya no tiene ningún valor si no es para generar presión y ser herramienta del caos.
Cuanto mayor convulsión social, descontento, bronca e insatisfacción haya, mejor.

Las amenazas de bombas a la gobernación de Buenos Aires, la pedrada al móvil del presidente,
el blindaje de impunidad a Hebbe de Bonafini cuando fue llamada por el juez,
los acampes y todo tipo de tropelías que lleva adelante la mano de obra desocupada del viejo régimen, en realidad, no hace más que colgarle valor agregado a un gobierno nacional que parece no dar pie con bola en muchas cosas, entre ellas tarifazos, economías regionales, inflación, desocupación, inseguridad, etc, pero que finalmente son problemas graves que pasan desapercibidos porque la atención están en el caos que produce esa minoría y no en la gestión M.

Está claro que son grupos minúsculos, alienados y consecuentes con la teoría del caos, quienes pretenden hacer realidad el dicho de “a río revuelto ganancia de pescadores”.
Ni el país es un río revuelto ni los pescadores son tantos ni tan buenos como para cobrarse una pieza tan deseada como la confianza pública, que desperdiciaron y despreciaron durante una década y muchos menos, el gobierno, claro está.

No hubo un solo presidente en Argentina que pudo reeditar la hazaña de volver y si no lo pudieron hacer otros que fueron verdaderos aprendices de ladrones a la par del matrimonio K
¿Por qué la sociedad pondría al mayor símbolo de la corrupción política del país en la historia democrática de Argentina, en un lugar de gobierno nuevamente?.

Cristina dijo.
“Yo o el caos”.
Es evidente que “yo” no va a poder ser, entonces, que sea el caos, y a eso apuntan estos actos vandálicos de delincuencia común, que el gobierno debería ponerle más atención y los jueces “más huevos” como refirió Hebbe de Bonaffini, cuando denunció lo que le faltaba a la justicia.
Si hay decisión política y jueces con valor, seguramente estos grupúsculos revoltosos con vocación apocalíptica, incentivados por los corruptos que quieren zafar de pagar sus delitos, puedan ser perfectamente identificados y detenidos, para comenzar a cimentar una nación que estuvo en stand by durante más de una década.
Ni los desaforados twits de CFK quien es incapaz de enfrentar un micrófono libre, porque carece de argumentos, podrán anteponerse.

Pero el gobierno nacional no las tiene todas de su lado.
Su propia impericia, la falta de vocación para distribuir la riqueza en partes iguales, la forma de pensar con la billetera llena, cuando hay gente que muere de hambre y pobreza creciente, la inseguridad que no para y nos mata cada día y a cada momento, entre otras muchas cosas, son favores gratuitos que le hace a quienes quieren ver a una Argentina arrodillada añorando los años en que los subsidios mitigaban las tarifas, mientras De Vido, López, Los Kirchner, Lázaro y Cristóbal, embolsaban decenas de millones, o el reparto de planes sociales a diestra y siniestra, tras lo cual los punteros le quitaban el 20% para “la campaña” y cobraban los muertos, o las rutas que se cobraban cinco veces y no se terminaban, los barrios que se pagaban el doble y las casas nunca se terminaban, o la efedrina que entraba a toneladas para engordar billeteras de funcionarios narcotraficantes etc, etc.
Nada de esto, seguramente, volverá a repetirse con esta execrable gente, pero Mauricio Macri no puede creer que es dueño del país y actuar sin entender que adentro de este territorio hay 40 millones de realidades distintas.

Lo anterior no fue magia, fue mafia.
Lo de hoy no sabemos aún si será mafia en el futuro, pero estamos seguro que de mago, no tienen nada.
Lo único seguro es que la sociedad, el pueblo en su conjunto, no quiere volver al pasado…
Rehúye de la experiencia traumática que nos hicieron vivir desde un poder absolutamente carcomido por la corrupción e integrado por una verdadera asociación ilícita que tiene aspiraciones de volver algún día.

Claro que nunca lo logrará, pero en ese tránsito, la materialización de la falsa opción “yo o el caos”, puede dejar consecuencias irreversibles, no solo en el gobierno, sino en los argentinos que solemos meditar en las urnas, acciones mucho menos de lo razonable de lo aconsejable.


(Agencia OPI Santa Cruz)

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