"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 26 de septiembre de 2016

DECIR LA VERDAD

Contar la realidad
Aristóteles enseñó que la única verdad es la realidad, por lo que es verdadero aquello adecuado a lo real.
Lo que no es verdadero es  falso, y quien afirma una falsedad miente.
Por lo tanto los juicios son verdaderos o falsos, como las expresiones, los dichos y cualquier exposición humana.
Pero en este mundo post moderno, a despecho de la realidad, se ha creado una categoría gris de juicios y afirmaciones que no son tan verdaderas ni tan falsas.
Hay como un punto intermedio en el cual caben situaciones poco claras, no determinadas o semiocultas.
Pero en realidad la verdad se afirma, se niega o se oculta.

Negar u ocultar la verdad es atentar contra la misma, y entra en la misma valoración de lo falso, es decir mentir.
Si bien la mentira es manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa y su objetivo es conducir al error o falsificar alguna cuestión, como fingir o disfrazar una cosa, debemos señalar que también es mentir no comunicar a alguna persona algo a lo que tiene derecho a saber.
Esta ocultación es también una mentira, porque cuando alguien no quiere que una situación se sepa, la oculta, y este ocultamiento de la verdad lo pone en una situación más fácil ya que no debe crear otra escena, ni recordar la falsedad que se pudo decir, porque simplemente no dijo nada, pero era su deber comunicarlo.
La excusa es que no se dice nada falso, entonces mi actitud y mi comportamiento no es malo.
Pero a veces no basta con el ocultamiento, y para evitar que otro llegue a la conclusión que uno le ha negado, o porque hay una evidencia que algo sucedió, se falsea la verdad y se crea otra realidad ficticia.

Hay que distorsionar la verdad y crear una falsedad, para hacer creer algo que no es cierto.
Son pequeñas trampas de la mente en relación con nuestra conducta y con la valoración que se da a las mismas, tanto por nosotros  como por los demás.
No he hecho ni dicho nada de malo, sólo mantuve en secreto, para mí, una información.
El error conceptual es no comprender que el conocimiento de esa información era necesario y que había quien tenía derecho a saberlo, para a partir de dicha información adecuar su conducta y su acción.
Y si no pudo hacerlo, o lo hizo mal, ha sido por no haber recibido la verdadera realidad.
A veces ocultar nos lleva a tener que falsear y dar datos erróneos.
Porque la realidad es una, puede verse desde distintos lugares, tener distintos matices, ser valorada de manera diferente pero la verdad es que hay una sola realidad que hace a la verdad de las cosas.
Un acontecimiento puede ser considerado  bueno y digno, pero hay quien piense que no es bueno y otros que creen que es inocuo o indiferente.
Son valoraciones subjetivas, principios o ideas, o apreciaciones que todos los seres humanos tenemos, pero el sustento de esa apreciación, el hecho que dio motivo a las diversas interpretaciones es uno sólo, y no puede falsearse ni ocultarse.

El hombre debe aprender a ver y contar la realidad y a diferenciarla de la interpretación que le dé.
El suceso debe ser expuesto con absoluta veracidad y tal cual, y aquello que sentimos o lo que pensemos de él, o como nos afecte, formará parte de otro apartado que hace a nuestros ideales, a nuestra doctrina, a lo que apetecemos o deseamos.
Decir la verdad es un acto moral, un comportamiento ético, que muchas veces se deja de lado porque se cuenta la interpretación que le damos.
Contamos no los hechos en sí, sino lo que nos parece que fueron, y más aún lo que hubiéramos deseado que fueran.
Está bien añadir al relato de los hechos lo que pensamos y creemos y lo que interpretamos, pero relatarlos desde nuestra interpretación, en lugar de contar la realidad es falso, es mentir lisa y llanamente.
Por eso debemos ser honestos con nosotros y con los demás y diferenciar el hecho en sí de aquello que interpretamos.


Elias D. Galati

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