Por
Roberto Cachanovsky
La
pregunta es:
¿Qué quieren los
políticos, cobrar más impuestos o crear puestos de trabajo vía inversiones?
El
24 de marzo de 2001 se sancionaba la ley 25.413, conocida como ley de
competitividad, que incluía el impuesto el impuesto a los créditos y débitos
bancarios, más conocido como impuesto al cheque.
En
su artículo 7 decía textualmente:
“Los artículos
1º a 6º de la presente ley entrarán en vigor desde el día siguiente al de su
publicación y tendrán efecto para los créditos y débitos efectuados hasta el 31
de diciembre de 2002”.
Es
decir, el impuesto al cheque iba a durar hasta el 31 de diciembre de 2002.
Las
sucesivas prórrogas han hecho que la ley ya esté por cumplir 15 años de
emergencia.
Como sabemos, no
hay nada más permanente en Argentina que las leyes impositivas transitorias.
La
semana pasada, los legisladores peronistas unieron fuerzas para pedir que,
entre otras cosas, el impuesto al
cheque sea coparticipable, con lo
cual este impuesto es candidato a ser eterno.
No
lo saca nadie más, porque en Argentina ningún político tiene la más mínima
intención de bajar el gasto público.
Solo
saben aumentar impuestos y por eso están ahogando al sector privado que es el
que mantiene al sector público.
El
empleo público se disparó en la era K,
partiendo ya de un punto muy alto, en los tres niveles de gobierno, pero sin
duda las provincias y los municipios son los que llevan la delantera en
mantener empleados en los que sobran más de la mitad de lo que se necesita para
administrar la provincia o el municipio.
El
argumento para no reducir la planta de personal en municipios y
administraciones provinciales es que al no crearse nuevos puestos de trabajo,
la gente quedaría desocupada y habría conflictos sociales.
Pero,
al mismo tiempo, como para mantener esa legión de empleados públicos hay que
lograr inversiones y las inversiones no vienen con esta carga impositiva,
estamos en un círculo vicioso que no puede resolverse.
En
todo caso, la situación irá empeorando cada vez más hasta que el peso del
estado sea tan grande sobre el sector privado y lo haya reducido a su mínima
expresión, que todo termine igual en una
crisis social…
La
misma crisis social que hoy se quiere evitar no reduciendo la planta de empleados
públicos.
Es
que va a llegar un punto en que el sector privado no generará la riqueza
suficiente como para bancar al sector público.
Me
parece que el gobierno está enredado en este lío, con el agravante que a medida
que va pasando el tiempo siguen cayendo los puestos de trabajo en el sector
privado.
Es
decir, el que ajusta es, como
siempre, el sector privado porque el
sector público es la vaca sagrada que nadie puede tocar, lo que no quiere
decir que, finalmente, no terminemos en una crisis social por desocupación en
el sector privado.
Así nunca van a
poder resolver el problema.
Si
el sector privado se achica y no pueden reducir los impuestos porque hay que
bancar a los empleados estatales, entonces estamos en el horno.
Tampoco
es solución la obra pública financiada con deuda pública, porque si bien puede
ser que en el corto plazo la actividad económica aumente transitoriamente,
absorberá gente que quedó desocupada del sector privado, seguirá el mismo
plantel insostenible de empleados públicos y cuando se acabe el financiamiento volveremos al punto de partida con el
agravante que quedó la deuda más los interés a pagar.
Es
decir, vamos de cabeza a otro default.
Si
no quieren asumir el costo político de llevar
a cabo una verdadera reforma del sector público que lo transforme en algo útil
para la gente y eliminar su sobre dimensionamiento, la opción es la que propuse
un par de lunes atrás.
Que
el BCRA se retire del mercado de LEBACs, baje la tasa de interés, deje flotar
libremente el tipo de cambio y buscar la
salida por el lado de las exportaciones.
Puede
ser que, transitoriamente, se escondan las ineficiencias de la economía detrás
de un tipo de cambio más alto, pero si aprovechan ese tiempo para realizar
reformas del estado y del sistema tributario, pueden lograr algún flujo de
inversiones que cambie la situación y permita una mejora en el sector privado.
De
todas maneras, me parece que acá va a haber que hacer algo heroico en materia
de reformas estructurales.
Por
un lado hay que bajar la desocupación en el sector privado.
Por
otro lado hay que absorber a todos los jóvenes que se incorporan al mercado
laboral anualmente.
En
tercer lugar, los que viven de planes sociales tienen que encontrar trabajo y,
finalmente, pasar a gran parte de los empleados públicos del sector público al
sector privado.
Eso
requiere de un fenomenal flujo de inversiones para crear miles y miles de
puestos de trabajo a lo largo de los años para solucionar la herencia recibida.
El sistema no da
para más parches.
Por
ahora lo único que saben hacer los políticos es cobrar más impuestos.
La
pregunta es: ¿qué quieren, cobrar más impuestos o crear puestos de trabajo vía
inversiones?
Si
lo que se quiere es lo segundo, hay que cambiar el eje de lo que se está
haciendo, implementar un plan económico consistente y saber comunicarlo para
hacerle entender a la población el enorme problema laboral que hoy tenemos y
que, de continuar por este camino, seguirá agravándose.
La herencia K es lo
suficientemente letal como para no tomarla en serio y querer arreglarla con
parches.
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