* Astracanada: 2. f.
Acción o comportamiento públicos disparatados y ridículos
RAMÓN
PÉREZ-MAURA – ABC –
- Oslo explica que los que votaron «no»
también querían la paz.
¡Andá!
Pues
Santos decía que querían la guerra.
¿Le premian por
mentir en la campaña?
Parecía
imposible que el Comité Nobel de la Paz superase el infinito ridículo que ya
había hecho cuando otorgó su premio a Barack Obama en 2009, siendo así que él
apenas llevaba ocho meses en el cargo.
La
paz de Obama ya sabemos cuál ha sido desde entonces:
La
de ceder Crimea a los rusos, la de la guerra en Ucrania, la de Siria
absolutamente asolada…
Por
no enumerar sus incompetentes actuaciones en otros territorios del planeta en
los que la paz ha sido recortada.
Como
casi todo acto humano es superable, el Comité Nobel dio ayer el premio al
presidente colombiano Juan Manuel Santos.
Debió
de ser un gran consuelo para quien tenía ese objetivo en la mente desde hace
tiempo.
No
en vano, ya el 5 de junio último el director de ABC, Bieito Rubido, le planteó
en una entrevista:
«Dicen
que el presidente Santos está obsesionado con el premio Nobel de la Paz»…
A
lo que este respondió:
«Mi única obsesión
es lograr la paz. Los premios para mí, en esta ocasión, no tienen ningún tipo
de importancia. Esa es otra de las acusaciones malévolas de mis oponentes».
Pues
hay que ver lo acertada que es la malévola oposición colombiana.
Cuando el río
suena…
La
primera impresión que saca uno del galardón otorgado por el Comité Nobel
noruego es que sus criterios de otorgamiento fueron engendrados en el
despotismo ilustrado, que se regía por el principio de «todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
¿Que
los colombianos rechazan el plan de paz elaborado por el presidente Santos?
El
error no es de Santos.
El
error es de los colombianos.
Ellos
no saben lo que de verdad les conviene.
Pero
el Comité Nobel instalado en Oslo, después del muchísimo dinero que se ha
gastado el Gobierno noruego en este proceso, sabe mejor que nadie lo que
necesitan los colombianos.
Sólo
con lo que ha pagado Noruega durante años al comunista madrileño Enrique
Santiago, el del despacho en el barrio de Salamanca, para que llevara adelante
este proceso, tenían que demostrar que la razón era de los que perdieron.
El
contribuyente noruego es muy mirado a la hora de analizar en qué se gastan sus
impuestos.
Y
si se ha derrochado tanto en Colombia y en el bolsillo de Enrique Santiago
habrá que sentenciar que es un dinero bien gastado.
Por decreto
Nobel.
En
su justificación del premio, el Comité Nobel explica que los que votaron «no»
también querían la paz. ¡Andá! Pues Santos y sus corifeos –los colombianos y
los madrileños que cobraban de su fundación– decían que los que votaron «no» querían la guerra.
O
sea, que ¿han premiado ustedes a Santos por mentir en la campaña?
No
paramos de mejorar…
Es
difícil conseguir hacer más contra la paz de lo que hizo ayer el Comité Nobel.
1)
Exaltó la ya infinita vanidad del presidente Juan Manuel Santos.
2)
Instaló en las FARC-EP la certeza de que son dueñas de hacer lo que les dé la
gana porque el proceso sigue contando con un aval que –para ese cártel de la
droga– continúa siendo del máximo prestigio (Dios los cría y ellos se juntan).
Y
3) El Comité Nobel convenció a media Colombia de que el premio había sido
otorgado contra la mayoría de los colombianos que se manifestaron en las urnas
libremente.
¿De
verdad hay alguien que crea que el galardón otorgado ayer en Oslo contribuye
algo a la paz?
Qué
insuperable apología de la astracanada más zafia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario