Thomas L. Friedman | The New York Times
WASHINGTON.-
Y así fue como a fines de 2016 el mundo llegó a un punto crítico que quedó al
descubierto gracias a un impensable elenco de figuras:
Vladimir
Putin, Jeff Bezos, Donald Trump, Mark Zuckerberg y la tienda departamental
Macy's.
¡Quién
lo hubiera dicho!
¿A
qué punto crítico me refiero?
Fue
el momento en el que nos dimos cuenta de que la masa crítica de nuestra vida
personal y laboral se había transferido del mundo terrestre al ámbito conocido
como "ciberespacio".
O
sea que gran parte de nuestras interacciones se había mudado a una dimensión en
la que todos estamos conectados, pero
nadie está a cargo.
Al
fin y al cabo, en el ciberespacio no hay semáforos, no hay policías
patrullando, ni tribunales, ni jueces, ni Dios que castigue el mal y recompense
el bien, y ciertamente no hay ningún 0800 al que llamar si Putin hackea unas
elecciones presidenciales.
Si
alguien te ensucia en Facebook o en Twitter, a menos que sea una amenaza de
muerte, buena suerte a la hora de pedir que lo retiren, especialmente si fue
bosta anónima, algo de lo más común en el ciberespacio.
Y,
sin embargo, ése es el ámbito donde ahora pasamos cada vez más horas de
nuestros días.
En
el ciberespacio es donde hacemos cada vez más compras, más citas, más
amistades, donde aprendemos y enseñamos más, donde cada vez más buscamos
información y donde vendemos cada vez más nuestros productos, servicios e ideas.
Es
el ámbito en el que nuestro presidente electo y el líder de Estado Islámico
pueden comunicarse con igual facilidad con millones de sus respectivos
seguidores a través de Twitter, sin editores, sin nadie que verifique los
hechos, sin demandas por injurias ni filtro alguno.
Y
también agregaría que 2016 será recordado como el año en que terminamos de
entender lo escalofriante que resulta todo eso, lo fácil que fue para un
candidato presidencial tuitear falsedades y verdades a medias con tal velocidad
que nadie tenía tiempo de desmentirlas,
lo barato que le
costó a Rusia intervenir en las elecciones a favor de Trump hackeando las
computadoras del Partido Demócrata y lo indignante que resultaba escuchar
al jefe de seguridad de Yahoo!, Bob Lord, decir que su compañía todavía
"no ha sido capaz de identificar" cómo fueron hackeadas en 2013 las
cuentas de 1000 millones de usuarios.
Hasta el
presidente Barack Obama quedó pasmado por lo rápido que ese momento llegó a ser
crítico.
"Creo
que subestimé hasta qué punto esta nueva era de la información hace posibles la
desinformación y el ciberhackeo, y el impacto que puede tener en nuestras
sociedades", dijo Obama en el programa de noticias This Week de la cadena
ABC.
En
Navidad, Amazon.com les enseñó a los vendedores más tradicionales que el punto
cibercrítico golpeó a fondo el mundo de las ventas.
La
semana pasada, Macy's informó el despido de 10.000 empleados y el cierre de
decenas de locales porque, según The Wall Street Journal, "Macy's no ha logrado
resolver el vuelco de los consumidores al mercado de ventas online".
Al
principio, Zuckerberg, fundador de Facebook, insistía en que las noticias
falsas que corrían por la red social que inventó "seguramente no tuvieron
impacto" en el resultado de las elecciones y en que afirmar lo contrario
era "una idea bastante loca".
Pero
en unas elecciones tan ajustadas la idea no era loca en absoluto.
Facebook,
que quiere acaparar a todos los lectores y anunciantes de los medios
tradicionales, pero sin tener que cargar con sus editores y verificadores de
datos humanos, ahora está tomando con
más seriedad su responsabilidad como proveedor de noticias.
Alan
S. Cohen, director comercial de la empresa de ciber seguridad Illumio, señaló
en un artículo publicado en siliconAngle.com que la razón por la que el punto
se ha vuelto tan crítico es que muchas empresas, gobiernos, universidades,
partidos políticos e individuos han concentrado una ingente cantidad de
información en centros de datos y otros entornos de la nube informática.
Hace
diez años, dice Cohen, los tipos malos no tenían la capacidad de acceder a
todos esos datos y extraerlos, "pero ahora sí", y a medida que los macro datos y otras herramientas creativas,
como
la inteligencia artificial, puedan ser utilizadas como armas, el problema no hará más que agravarse.
Se
trata de un problema enorme desde lo legal, lo moral y lo estratégico, y según
Cohen, para desactivarlo será necesario un "nuevo pacto social".
Para
forjar ese nuevo pacto social lo primero es empezar a enseñarles civismo
digital a los chicos en todas las escuelas.
Y eso implica
arrancar enseñándoles que Internet es una cloaca a cielo abierto de información
sin filtro ni verificación, de la que deben dudar.
Un
estudio publicado en noviembre por la Escuela de Ciencias de la Educación de la
Universidad de Stanford reveló "una descorazonadora incapacidad de los
estudiantes para razonar sobre la información que ven en Internet".
El
profesor Sam Wineburg, autor del informe, dijo:
"Muchos
creen que como los jóvenes tienen un manejo fluido de las redes saben
discriminar lo que encuentran ahí. Nuestro
trabajo demuestra todo lo contrario".
En
esta era en la que una parte cada vez más grande de nuestra vida se ha
trasladado al ámbito digital, eso es lisa y llanamente escalofriante.
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