"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 28 de marzo de 2017

LECCIONES DE HOLANDA Y URUGUAY

No hay grieta que valga para justificar piquetes

La visita a la Corte Internacional de La Haya que realizó el presidente Mauricio Macri tendría que servirle de benchmarking para ver cómo se arregla una de las obsesiones que lo persiguen desde que era jefe de gobierno porteño:
Los piquetes que cortan la libre circulación en la vía pública.
La agrupación HIJOS quiso hacerle uno en la plaza más importante de Amsterdam, pero la policía no se lo permitió, aunque sí la autorizó a manifestarse, custodiada por efectivos, con consignas contrarias al gobierno argentino. ´
Lo mismo sucedió con la coincidente presencia de un grupo de apoyo bajo la consigna del “sí se puede”.
Para los holandeses no hay grieta que valga, sino una ley que cumplir.
Tampoco para los uruguayos, cuyo debate hoy se limita a si hay excepciones o no para los cortes de arterias vitales de tránsito y si la policía tiene que despejarlas antes que llegue la orden judicial.
Los sindicatos reivindican sus acciones y no quieren ser incluidos en la medida firmada hace más de una semana por Tabaré Vázquez.
En Argentina, la grieta es una excusa para dividir y reinar: ¿quiénes?

Piquete argentino, una vergüenza global.
Mauricio Macri y la comitiva que lo acompaña en la visita a Holanda fue testigo presencial de cómo el País Bajo resolvió la organización de un mitín callejero que tenía al Presidente argentino como destinatario en la cercanía de la plaza Dam, que dividía en escala reducida a la grieta nacional.

De un lado, manifestaba una veintena de personas identificadas con la agrupación H.I.J.O.S., portadoras de carteles con consignas tales como “30.000 presentes”,
"Panamá, Panamá, la plata donde está" y “Macri: hunger”.
Y del otro, un grupo de apoyo que cantaba el himno nacional y “Sí se puede".

La intención de H.I.J.O.S. era hacer un piquete, tal como hubiese realizado sin ningún problema en la Argentina, pero resulta que las autoridades holandesas les hicieron tramitar un permiso a la Policía para llevar a cabo el acto, que le fue concedido pero sin cortar la calle, por lo que se tuvieron que conformar llamando la atención con megáfonos, redoblantes y silbatos, rodeados por una custodia de las fuerzas de seguridad.

Hubo un momento de máxima tensión, cuando manifestantes de ambos grupos se cruzaron brevemente y comenzaron a insultarse e incluso hubo 1 detenido.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, hubiera suspirado.
La protesta callejera en el país es repetida y los piquetes ocasionan tremendos caos de tránsito que interrumpen el normal desenvolvimiento de las actividades.

El protocolo que ella imaginó para organizar las manifestaciones nunca pudo aplicarse, como tampoco se puede ahora pactar con los cabecillas de las marchas la liberación de carriles para que al menos los vehículos puedan circular.
Bullrich, tal como antes Cecilia Rodríguez o Nilda Garré, con Sergio Berni como secretario de ambas, miraba para el lado de los jueces a los efectos de justificar su inacción, mientras Lilita Carrió advierte contra la represión  porque teme que le quieran tirar un muerto al gobierno de Cambiemos. 

Berni, cuyo afán de protagonismo lo llevaba a fichar tarjeta en cada tumulto, les tiraba la responsabilidad a los jueces refiriéndose peyorativamente a ellos, en el sentido de que estaban durmiendo o en el country a la hora de firmar las órdenes.
Bullrich coincide en que se lavan las manos.
Para colmo, las manifestaciones se multiplicaron.
Nada más que la Ciudad de Buenos Aires, en 2016, ocupó el 2do lugar del ranking nacional de cortes, con 644 piquetes en los 12 meses.
La Provincia lo lideró con 1.190.
En todo el país hubo 6.491.
En solo 3 meses de marzo, en Capital, ya se alcanzó casi el 15% de lo acumulado en 2016.

El debate en Uruguay

En Uruguay, el debate separa a al gobierno y las empresas que rechazan los cortes y piden mayor dureza para reprimirlos de los sindicatos que pretenden que se permita hacerlos en los reclamos gremiales.
Un decreto de Tabaré Vázquez da luz verde a la Policía para liberar vías de tránsito ocupadas u obstruidas por cualquier tipo de manifestaciones, sin esperar a la autorización del juez.
La norma ya existía pero los agentes preferían esperar la orden judicial para cubrirse de las consecuencias que pudieran tener los enfrentamientos.
Con la misma vara se miden las protestas, sean barriales por cualquier causa, de taxistas contra Uber o de camiones en conflictos en el puerto de Montevideo o en ANCAP.

La medida del Poder Ejecutivo había entrado en vigencia el 20/03, 1 día antes que las huestes de Plenaria Memoria y Justicia, la organización anarquista que lidera Irma Leites, desatara violentos disturbios que paralizaron la circulación en la calle Fernández Crespo mientras quemaban cubiertas y atacaban comercios de la zona y hasta la sede del Partido Comunista.

A diferencia de lo que sucede en Argentina, las cámaras empresariales uruguayas presentaron a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) una queja por incumplimiento sindical de las normas de esa institución. 
Y el gobierno se ha visto compelido a mediar entre el sector empresarial y la central sindical PIT-CNT para evitar que ese recurso conduzca a que Uruguay sea incluido en una vergonzosa lista negra de la OIT.

La central sindical se mantiene en sus trece, pero obviamente el nuevo decreto presidencial tendrá que ser aplicado por la Policía, disolviendo cualquier piquete que obstruya la libre circulación.
El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, dijo que, aunque el nuevo decreto que habilita a la Policía a intervenir en un piquete sin orden judicial plantea excepciones para respetar el derecho a huelga, las rutas nacionales no pueden ser cortadas ni siquiera como parte de una medida sindical.
Bien podría haberle cabido esa respuesta al piquetero argentino Emilio Pérsico cuando desafió al gobierno con la amenaza de cortar rutas.

De todas formas, el funcionario uruguayo señaló que la policía primero negocia y después reprime, 
y aseguró que en 12 años de gobierno "muy pocas veces ha habido uso de la violencia".
La traumática intervención de las fuerzas del gobierno de la Ciudad, en ese momento a cargo de Mauricio Macri, y del Nacional que lideraba Cristina Fernández de Kirchner, en los enfrentamientos por la ocupación del predio del Indoamericano y el debut de la política de seguridad de Cambiemos en la ruta Panamericana cortada por el conflicto en la planta de Kraft, marcaron un impasse en la organización de las protestas en la vía pública.

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