“Cuando
estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás,
buscando
un pecho fraterno para morir abrazao...”
Enrique
Santos Discépolo
Esta
columna también hubiera podido llamarse “La soledad de los perfectos”, y
seguramente así sería si la hubiera escrito el “pelotudo” (Cristina dixit) de nuestro gran mayordomo, Oscar Parrilli, que no
se puso colorado al afirmar que a Maduro no se lo critica por lo que hace mal
sino por lo que hace bien.
¡Qué
demostración de inteligencia y solidaridad!
Pero,
en el fondo, es razonable que este rastrero personaje se comporte así, pues el
régimen que fundara el extinto Hugo Chávez tiene muchos puntos en común con el
que aquí protagonizaron los Kirchner y que, por esos milagros que a veces
ocurren en la historia de los pueblos, fuera desalojado del poder en diciembre
de 2015.
El original
colectivero caribeño encabeza una organización ilícita, sumamente torpe e
ignorante,
que
ha esquilmado a su país hasta la extenuación,
lo
ha transformado en uno de los más violentos del mundo
y
lo ha llevado liderar por mucho los rankings de inflación mundiales,
carece
de estadísticas fiables y la prensa libre ha sido blanco de agresiones y
clausuras,
amén
de haber destruido la industria del petróleo, mientras flota literalmente sobre
un mar de oro negro.
Nicolás
Maduro, al mejor estilo de sus ídolos, los gerontes cubanos, está dispuesto a
someter a su país a un baño de sangre con tal de conservar el poder, que le da
acceso a un latrocinio similar aún mayor que el nuestro y al monumental negocio
del narcotráfico…
Dice
mucho que su Vicepresidente sea Tarek El Aissami, procesado por ese delito en
los Estados Unidos, donde sus bienes han sido embargados.
Desde que
comenzó abril, han muerto ya 21 venezolanos de manos de las
milicias y paramilitares chavistas, que disparan indiscriminadamente contra las
gigantescas manifestaciones opositoras que se suceden en todas las ciudades del
país.
Para
lograr permanecer, conserva el apoyo de los militares, pese a que éstos se
encuentren divididos en tres facciones: los nacionalistas marxistas, los
pro-cubanos y los traficantes de drogas; todos ellos tienen mucho que perder y
sin duda lo defenderán hasta las últimas consecuencias.
Pero,
por la ignorancia en que intencionalmente los mantienen, también cuenta con el
soporte
-como
aquí sucede aún en algunos sectores del Conurbano-
de
los más pobres, los habitantes de las gigantescas villas de emergencia que han
ocupado Caracas y sus alrededores, que se encuentran en una situación
alimentaria y sanitaria terminal.
La
trágica situación de Venezuela, un verdadero genocidio por el hambre y la
carencia de remedios que aflige a su población, marca el fin del prolongado
cono de sombra en que el populismo corrupto y saqueador ha sumido a nuestro
continente en este siglo.
Ya
cayó en Brasil, en Argentina y en Perú, parece consumirse en Bolivia y fue
necesario un monumental fraude para perpetuarlo en Ecuador, mientras la mugre
ha comenzado a mojar sus pies en los países considerados modélicos, como Chile
y Uruguay.
La
pregunta que todos nos hacemos es cuánto podrá durar este criminal “socialismo
del siglo XXI”, que ya no encuentra timbre alguno que tocar, pues todos sus
aliados –incluidos Irán y Rusia, por conveniencia- han dejado de atenderle el
teléfono.
Porque
ese siniestro cocktail tiene una consecuencia inmediata para los analistas y
politólogos:
Nadie puede
predecir cuándo y, sobre todo, cómo terminará la crisis venezolana.
Porque
allí no bastará con que Maduro deje el trono y, por eso, tampoco resulta
posible ofrecerle un puente de plata e impunidad para que huya, porque sus
cómplices, y son muchos, no lo permitirían ya que quedarían sin cobertura ni
refugio, sometidos a la justicia internacional que ya los busca.
Dio,
francamente, vergüenza ajena que esta semana nuestro ex Honorable Congreso se
viera impedido de emitir una simple declaración de condena al régimen de Maduro
por la oposición del más recalcitrante kirchnerismo,
que demostró una
vez más cuánto le importan los verdaderos derechos humanos.
Ya
que el gobierno de Cambiemos ha demostrado poseer una enorme sensibilidad
social, que lo ha llevado a repartir subsidios y prebendas a manos llenas, y a
conservar en sus puestos públicos a tantos quintacolumnistas, sugiero que –por
única vez- destine fondos para que los seguidores del Frente para la Qué?,
Quebracho, MST y Polo Obrero emigren a Venezuela o Cuba, esos paraísos
terrenales que tanto alaban en sus manifestaciones públicas mientras exhiben
carteles y banderas con la imagen del asesino Che Guevara.
Anoche,
cuando la ex Presidente visitaba en Río Gallegos a la gran cuñada Alicia, que
encabeza el feudo de Santa Cruz, una enfurecida multitud intentó ingresar y,
cuando fue reprimida con violencia, apedreó la residencia en que ambas se
encontraban.
La
Provincia no paga los sueldos de los miles de empleados estatales,
sus
maestros no han dado un solo día de clases en el año,
los
jubilados provinciales no cobran sus magros estipendios y los hospitales
carecen hasta de los elementos mínimos, mientras la Justicia está paralizada.
Todo un edén, por
obra y gracia de los ladrones kirchneristas que lo gobernaron
durante los últimos veinticinco años.
Ahora
Cristina está haciendo las valijas, a la espera de la autorización que ha
pedido al Juez Bonadío (su colega Ercolini ya la ha otorgado) para viajar a
Atenas, Bruselas y Oxford (no a la Universidad).
Notable
privilegio para alguien que se encuentra tres veces procesada por delitos no
excarcelables
y
que demuestra que la famosa igualdad ante la ley es, en la Argentina, sólo una
broma de mal gusto.
Porque,
mientras eso sucede, los órganos de prensa de los que aún dispone -como Página
12, C5N o Radio 10, por poner sólo tres ejemplos- y los ex organismos de
derechos humanos, ya confesadamente convertidos en movimientos políticos para
apoyarla, se rasgan las vestiduras ante una sentencia de la Corte Suprema de
Justicia que concedió la prisión domiciliaria a un militar de ochenta y cinco
años, casi ciego y sordo, con enfermedades complicadísimas.
En esa materia,
la de los presos políticos, aún existen cientos de situaciones particulares que
claman al cielo;
cuatrocientos –cincuenta
desde el 10 de diciembre de 2015- han muerto en cautiverio por falta de
adecuada atención médica, y muchos de los sobrevivientes se encuentran en la
cárcel con prisiones preventivas por períodos que exceden, por años, el máximo
permitido por la ley, pese a que obviamente no pueden alterar las pruebas (en
la mayoría de los casos, inexistentes o fraguadas) de las investigaciones ni
existe peligro de fuga, dada la edad –promedio: 76 años- con que cuentan y el
precario estado de salud que padecen.
Elevo
mis plegarias por el sacrificado pueblo venezolano, como también lo hago por el
cubano, mientras ruego que mis pronósticos de fin de ciclo se cumplan en toda
América.
Bs.As.,
22 Abr 17
Enrique
Guillermo Avogadro
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