CUARTO CAPÍTULO DE UNA ASOMBROSA HISTORIA
CAPÍTULO 4
Todo comenzó cuando volaron el edificio de la sede de la mutual judía en donde murieron casi un centenar de personas.
El caos fue tan grande que hasta la investigación entró en él, la presión internacional y nacional exigía determinar a los culpables, de modo que lo más atinado en ese momento para calmar los ánimos, fue acusar al terrorismo islámico iraní, máxime cuando nadie se declaraba autor del atentado, y eso era lo más extraño, porque los terroristas suelen hacerse responsables, ya que para ellos es publicidad y una manera de inducir temor.
Por supuesto que todo terminó en un rotundo fracaso y los verdaderos culpables gozan de buena salud sin embargo, un par de investigadores desechando esa teoría encararon la pista siria, sugiriendo que el atentado tenía como motivo castigar a nuestro presidente de entonces, por no haber cumplido con los compromisos que asumió con Siria cuando recibió el apoyo económico que solicitó de ese país.
Hubo una extraña situación que llamó la atención, la empresa que obtuvo el contrato de la limpieza del edificio, normalmente cumplía un horario de cinco horas todas las mañanas, pero ese fatídico día se retiró media hora antes del estallido, y se llamaba Perfeclimp, La dueña era Elena Carrión a quien hace un par de años se la halló asesinada.
En ese momento justificó el retiro intempestivo de su personal de la mutual, y como no tenía vinculación alguna con los sirios, pero además tenía influencias políticas, se dejó sin efecto esa investigación.
Pero como el fotógrafo asesinado en su libreta subrayó el nombre de Ibrahim junto al de la empresa, y esta es una sociedad anónima, se me ocurrió acudir a los registros para verificar los nombres del directorio, y de allí mi sorpresa… porque en él figura…
-Ibrahim. –Adelanté.
-¡No! Abreb Yerban.
-¿Y quién es él?
-Es el socio de Ibrahim en por lo menos diez empresas, y es quien se hizo cargo de Perfeclimp aún antes de la muerte de su propietaria, de modo que todo indicaría que Elena Carrión era testaferro de estos ciudadanos sirios, lo que también presupone el motivo de su asesinato.
-¡Alba! Es usted un sol naciente, acaba de salvar a esta fiscalía. –Exclamé parafraseando con su nombre.
-Lástima que esta información no prueba su autoría en el asesinato de Ferrer.
-¡Veremos, veremos! –Contesté sonriendo.
Cuando desperté aún era noche, pensé por instantes continuar durmiendo, pero la adrenalina generada por mi debut como fiscal lo impidió, ese puesto lo perseguí durante años y no es que me guste ser acusador, porque en realidad prefiero la parte defensiva. Sin embargo entré a trabajar en una fiscalía. Recordé que recibí el título vestido con un traje prestado, y brindé por él con una mala imitación de gaseosa, quedé huérfano en la adolescencia por causa de un infortunado accidente. Mis padres fueron muy humildes de modo que no dejaron herencia alguna y me costeé los estudios pasando penurias como también hambre a veces.
Hubiese querido que ellos compartieran mi trayectoria y mi ascenso, aunque hoy sólo fuese un abrupto descenso, porque si bien tenía argumentos para instalar la duda en los integrantes del tribunal, de ahí a una condena mediaba una distancia enorme.
La pregunta que constantemente martillaba mis sienes era la actitud de Campos. Porque él es un fiscal exitoso y de un gran prestigio, entonces… ¿cómo se atrevió a elevar esta causa a juicio sin pruebas que lo avalen?
Me sentía algo estúpido porque jamás debí aceptar este caso. No tenía experiencia alguna y si pensé establecerme como abogado, con este juicio me recordarían como el gran fracasado, y con ese ánimo me dirigí a la corte.
En mi escritorio me recibió la sonrisa alentadora de Alba, y entre el público divisé al procurador conversando con Román, mientras que las cámaras de los reporteros destellaban continuamente.
Sólo faltaban los jueces para asistir a mi sepelio como fiscal, y como llamándolos se escuchó el clásico "todos de pie".
-Señor fiscal, ¿está preparado para continuar?
Esa pregunta me sonó cómo… "Está listo para suicidarse legalmente" Por supuesto que ante la mirada expectante de todos, y entonces tomé la decisión:
-El abogado defensor protestó por mi parsimonia en reeditar la lectura del secretario de la corte, y no estaba falto de razón, pero… sucede que aún no logré digerir la presencia del acusado, porque a esta fiscalía le cabe sólo acusarlo por la responsabilidad en el asesinato de Alberto Ferrer, cuando la realidad indica que es responsable de más crímenes.
-¡Protesto, protesto! El fiscal intenta influir en la corte sin pruebas. –Gritó el defensor con clara indignación, mientras que la sala se transformó en un verdadero caos por los destellos de las cámaras y los gritos de la gente de prensa.
Era tal el escándalo que los jueces ante la imposibilidad de calmar a los asistentes decidieron un receso hasta después del mediodía, no sin antes advertirme que mi actuación lindaba el desacato.
El juicio dio comienzo a las diez de la mañana y mi actitud lo llevó casi hasta el mediodía, de modo que en compañía de mi asistente nos dirigimos al restaurante del quinto piso para almorzar y unos minutos después se nos sumó el procurador junto a Román:
-Supongo doctor Veroglia que tendrá pruebas para avalar semejante acusación, porque Campos cometió un desatino pero usted lo llevó al delirio.
-Señor procurador, no le voy a decir cuál es mi estrategia, pero recuerde que cuando me encargó este caso claramente mencionó que su carrera estaba en juego, de modo que no intente coartar la única esperanza que le queda.
-¡Tiene razón Enrique! Es que fue tan explosiva su declaración que…
-Se lo dije antes señor, hasta el más avezado de los criminales comete errores.
-¿Quiénes serán sus testigos para hoy? Enrique. –Indagó con curiosidad Alba.
-Primero será la hermana del occiso y luego usted para dar el broche final.
-¡Yoooo! Si soy su asistente, ¿y qué se supone que diré?
-Repetirá todo lo que me dijo sobre Yerban e Ibrahim sin sus conclusiones. –Y en ese momento interrumpimos la conversación por la llegada del dependiente con el servicio solicitado.
Intentamos conversar sobre distintos temas pero siempre terminábamos recalando en el mismo; "el juicio", hasta que llegó el tiempo de la reiniciación y allí nos dirigimos.
Luego que ingresaron los jueces, el presidente del tribunal se dirigió al público anunciando:
-Por respeto a esta sala de justicia, debo advertir a los presentes qué de reiterarse los gritos y algún desmán, se continuará sesionando sin público. –Y luego fijando su mirada amonestadora continuó:
-Puede comenzar señor fiscal.
Quizá tuve un dejo de duda que soslayé inmediatamente llamando a testificar a Lidia Ferrer, y una vez que prestó juramento comencé con mi tarea:
-¿Dígame qué es lo que sabe sobre la muerte de su hermano? Señora Ferrer.
-Es poco señor fiscal, en realidad sólo lo que pude enterarme a través del comisario encargado de la investigación cuando revisaron mi casa en busca de pruebas.
-¿Y qué es lo que hallaron?
-Supuestamente nada, sólo encontraron el anotador de Alberto que luego de leerlo lo desecharon.
Entonces regresé a la mesa asignada para la fiscalía y en tanto lo hacía observé la sonrisa complacida del defensor, tomé la libreta y volví junto a Lidia Ferrer mostrándosela.
-¿Es esta?
-¡Si!
-Por favor, ábrala donde esta el señalador y lea las dos frases que subrayó su hermano.
-¡Objeción señor juez! La defensa jamás fue notificada de la existencia de esa libreta.
-¡Abogados, acérquense al estrado! –Reclamó el presidente del tribunal y una vez allí me interrogó:
-La libreta por sí no constituye una prueba y como podrá ver el defensor sólo hay dos frases subrayadas que aparecen inconexas. –Dije mostrándosela al defensor y al juez.
Luego de un pequeño entredicho entre ambos el juez dictaminó:
-Objeción denegada, puede continuar señor fiscal.
-¡Repito! Lea por favor las dos frases que pedí anteriormente.
-La primera dice Perfeclimp y la segunda Ibrahim.
Mientras Lidia leía las frases advertí un cierto nerviosismo en el acusado que intentó disimular con una forzada sonrisa, entonces agradecí la participación de la hermana de la víctima y dije como al pasar:
-Su turno abogado. –Palabras que fueron ahogadas por el juez presidente.
-¿La defensa desea repreguntar?
-¡Sí señorías! Y dirigiéndose a Lidia le preguntó si su hermano tenía por costumbre subrayar frases para indicar relevancia.
-¡No! Desde niño tiene la afición de subrayar y no siempre por cosas significativas.
-¡Entonces podemos suponer que estas tampoco lo eran!, ¿verdad?
-¡Objeción! Grité para continuar; el defensor intenta que la testigo emita una conclusión no probada.
-Se concede, –dijo el juez ordenando que se borre ese tramo de las actas.
Mientras el abogado se retiraba satisfecho porque creía haber anulado ese testimonio.
-¿Su próximo testigo señor fiscal?
-Llamo al estrado a la doctora Alba Ruiz. –Solicité ante la sorpresa de todos y de la protesta ferviente de mi colega.
-¿Cuál es el motivo? Abogado, –preguntó otro de los jueces integrantes de ese tribunal.
-Es la asistente del fiscal y confirma mi presunción de que sólo intenta dilatar la absolución de mi defendido.
-Señor fiscal, espero que tenga razones valederas para este testimonio, porque caso contrario daré por finalizada esta audiencia. –Manifestó enérgicamente el juez presidente del tribunal.
-Las tengo señor, –y a continuación me dirigí al lugar donde prestó juramento mi testigo y asistente.
-¿Doctora explique al tribunal lo que descubrió a partir de las frases marcadas por Alberto Ferrer?
-En principio descubrí el motivo por el cuál asesinaron al fotógrafo, y no fue porque al acusado le hagan instantáneas, sino con quién se las hagan.
-¿Puede aclarar ese concepto?
-¡Desde luego! Pero realmente es siniestra la participación del acusado Ibrahim Alzar, porque directa o indirectamente es el dueño de Perfeclimp.
-¡Objeción! Exclamó el defensor, luego de intercambiar algunas frases con el acusado al que se veía cada vez más nervioso. Y luego continuó explicando; no existe ningún documento que vincule a mi defendido con esa empresa.
-¿Señor fiscal? –Indagó otro de los jueces.
-Señorías, en cuanto termine su declaración la testigo, quedará probada la vinculación y mucho más. –Reflexioné en voz alta.
-¡Objeción denegada! Continúe doctor Veroglia.
-Doctora Ruiz, ¿cuál es la importancia de esa empresa y en qué afecta al acusado?
-La empresa como tal no tiene gran relevancia comercial, pero sí estratégica.
-¡Explíquese!
-El director de Perfeclimp es Abreb Yerban, a quien según sus indicaciones cursé una citación para declarar en este caso ya que es socio en otras diez empresas del señor Ibrahim Alzar.
La sorpresa me enmudeció porque en momento alguno indiqué a Alba que cite a ese personaje, mientras que todos en la sala permanecían en silencio interesados en la declaración, en tanto me repuse esperando que la defensa no haya advertido mi sofocón.
-¿Entonces? –Insinué para que continúe.
-Perfeclimp fue contratada a la familia Carrión por la mutual judía que volaron supuestamente terroristas iraníes, esa fatídica mañana el personal de esa empresa se retiró media hora antes de la explosión, cuando el horario de limpieza era hasta el mediodía.
-¿No fue investigada esa empresa luego del atentado? –Pregunté mientras veía a Ibrahim nerviosamente en consulta con su defensor.
-Lo fueron sus supuestos dueños, la familia Carrión, ¡pero no su directorio!
-De modo que el motivo del ¡Asesinato de Alberto Ferrer, Raúl Martínez (alias el soplón) y Elena Carrión, estaría vinculado con el atentado a la mutual judía! –Grité dando énfasis al supuesto.
Y no podía ser de otra manera, los gritos de protesta de la defensa y los alaridos del público pidiendo justicia, obligaron al tribunal a dictaminar un receso hasta el día siguiente.
Demoré en llegar hasta mi despacho porque el acoso periodístico fue implacable, todos querían saber sobre las pruebas que no tenía de mi temeraria acusación. Sabía que a partir de allí sería conocido como el fiscal más mentiroso que haya pisado los estrados judiciales, pero la causa estaba perdida de antemano y pensé que existía una remota posibilidad que mi teoría fuese cierta, desmintiendo a quienes acusaron a los misteriosos iraníes inexistentes.
Finalmente llegué, en la oficina me esperaban el procurador, Alba y Román. Mi jefe fue el primero en hablar:
-¡Jamás presencié una actuación tan descollante en un fiscal! Y supongo que su acusación está fundada, porque si no es así acaba de sepultar a esta fiscalía en el quinto infierno. –comentó esperanzado mientras mis asistentes se mantenían en un profundo silencio. Sin embargo y sin contestar pregunté:
-¡Alba! ¿Qué hay de la citación a Yerban, recibió la notificación?
-¡No lo ubican doctor! –Respondió apenada.
-Llame al comisario y pídale que lo busquen, –indiqué enérgicamente, mientras que mi jefe me volvía a cuestionar:
-¡No contestó mi pregunta doctor Veroglia!
-¡Señor! Estoy tratando de apagar el incendio que dejó el doctor Campos, de modo que también está en juego mi futuro, y si quiere saberlo le diré que no tengo pruebas, porque sólo es una teoría nada descabellada del motivo por el cual asesinaron al fotógrafo, y si no localizan a Yerban, podría pensarse que acertamos.
-¿Quiénes?
-La doctora Alba y yo por supuesto.
-Aparezca ¿o no? Seguramente el defensor pedirá la nulidad por falta de pruebas y nada habrá cambiado. –Refunfuñó el procurador.
Continuara…
André Materón
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Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
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