Mara Matioli
Las relaciones, la inter-existencia entre los hombres y la interdependencia entre las cosas, la definición misma de humanidad, que lleva implícita la afirmación de la propia identidad y el reconocimiento del otro, requieren de la existencia de la ética; en ella se fundamentan.
Fomentar la destrucción de la primera comunicación humana, primera relación por excelencia, más allá de una cuestión de género, es sostener la pérdida y la anulación de la identidad.
La dignidad absoluta de la persona por nacer no es externa; no puede ser abandonada en la discusión reduccionista frente a la aparente imposibilidad de determinar si la “vida personal” de ese otro incluido, está presente.
La dignidad absoluta se presenta éticamente en quien se intenta exponer como “cuasi-persona”, condición que permite avasallar.
¿Cuáles son los más básicos Derechos del Niñ@?
¿Cuál es la justa visión para una vida de relación donde prime la ética como razón última de toda relación?
Es evidente la necesidad de un modelo ético multidimensional que recupere al ser humano como totalidad integrada e integrante (producto de su propio medio), que permita salvaguardar a las personas, evite la sacralización de lo biológico y el beneficio de unos, a cambio de la destrucción y desconocimiento de otros; una visión sistémica para percibirnos en comunicación entre personas.
Quienes favorecen la opción legalizada del homicidio inocente, movidos por el supuesto respeto a la libertad de decidir (búsqueda de libertad con destrucción) representan una imagen más de tanto abuso inocente globalizado.
La normativa ética considera a todo individuo sujeto; el aborto implica una relación sujeto-objeto.
Tal vez a futuro se marque aún más la dicotomía y se produzcan relaciones tan solo entre objetos personificados.
No se trata de una posición defensiva de la ética, sino de una defensa de quien aún no posee las herramientas necesarias para enfrentar el afuera, un medio que desde el inicio se comunica en violencia.
Cuando están en juego las reglas por las cuales se regirá la humanidad, un homicidio nunca es solución; tampoco el mal menor.
Toda persona es existencia simbólica por excelencia con respeto incluido incondicionado; su identidad no puede discutirse como si debatiéramos un estatuto civil, capaz de definir o evidenciar la ausencia de complementariedad existente dada.
¿Se puede luchar para obtener el derecho a asesinar?
Este es el paradigma que debiera discutirse.
¿Cuáles serán las conquistas del aborto?
Sólo si incluimos todo cuanto existe en el sistema de relaciones que constituyen este-nuestro todo, podremos mantenerlo...
En él no tiene cabida el mundo infrahumano que avanza intentando destruir el equilibrio que lo rige.
Boletín Info-RIES nº 1111
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Hace 1 mes
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