JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ URIBES / Abc.es
HACE tiempo publiqué un trabajo sobre los límites de la libertad.
Más allá del provocador título o de los argumentos esgrimidos, aquel texto no pretendía otra cosa que llamar la atención sobre lo imprescindible de autolimitarnos para poder vivir en sociedad.
A veces construimos sesudas teorías o desarrollamos concienzudos discursos, cuando en realidad se trata de comprender el «abc» de la civilización.
Vaya por delante que soy perfectamente consciente de que con garantizar la paz y la seguridad no es suficiente, y que los gobiernos deben velar por otros valores como la libertad, la igualdad o la solidaridad, especialmente en épocas de crisis.
Pero sin el respeto mutuo, sagrado cuando se trata de la vida humana, o sin la autocontención que implica la aceptación de unas reglas del juego compartidas, que nos perjudican unas veces y que nos benefician otras, la convivencia se torna imposible y todo lo que podría venir después (libertad, igualdad, solidaridad) también.
Solemnemente, podríamos resumir todo esto señalando a la democracia como único instrumento y a la Constitución como límite y como garantía.
Es la democracia constitucional frente a la democracia autoritativa o frente a, del otro lado, el liberalismo doctrinario.
Es, en suma, la fórmula político-jurídica que arranca, en su mejor versión, de la Ilustración y que nosotros, como país, conseguimos en 1978 después de 40 años de franquismo y de una sangrienta guerra (in)civil.
Desde entonces, sí, no podemos hacerlo todo (nadie puede hacerlo todo) y lo que queremos/podemos hacer, sólo es posible siguiendo lealmente las reglas (pre)establecidas.
Es la paradoja de la libertad: "Siendo menos libres, lo podemos ser todos; renunciando a parte de nuestra libertad, permitimos que los demás puedan serlo"
Es más aburrido pero, como diría Churchill, es el aburrimiento de la civilización.
Esta fue la grandeza de la Transición, gracias a los que cedieron poder y a los que renunciaron a revanchas, y que ahora, como entonces, sólo perturba esa minoría que no ama a las personas por utilizar, corregido y aumentado, el sugestivo título del primer volumen de la trilogía de Stieg Larsson.
Sí.
Con los hombres que no aman a las personas pretendo dibujar la actitud vital de ETA.
Primero, porque en sus más de cuarenta años de existencia han interiorizado el desprecio absoluto hacia el ser humano aunque lo vistan de enemigo a exterminar.
«Hemos de conseguir -dicen en sus textos formativos (sic)- que el rechazo individual de cada joven hacia esta podrida sociedad se traduzca en odio consciente y colectivo».
Y segundo, porque combaten el constitucionalismo democrático precisamente porque limita sus ansias ilimitadas de dominar.
Las dictaduras y los totalitarismos sitúan a los fanáticos en el poder.
El constitucionalismo democrático impide que los fanáticos lo alcancen.
Por eso ETA sigue matando y mató muy especialmente cuando se elaboraba la Constitución, porque eran conscientes de que la democracia, que es por definición el sometimiento de nuestra (santa) voluntad a la deliberación y a la regla de las mayorías, era la vacuna más eficaz contra su veneno totalitario.
Matar es muy fácil aunque la tragedia que provoca es inenarrable e insoportable y no nos acostumbramos nunca.
Pero el sueño fanático de someternos se les derrumbó en 1978, o mejor, con la Constitución de 1978.
Ahora nos sigue quedando la vigilia constante frente a la pesadilla de la muerte, del asesinato, que es lo que define a los terroristas de ETA:
"Hombres que no aman a las personas"
Nosotros les seguiremos combatiendo con los instrumentos del Estado de Derecho (porque nosotros sí hemos renunciado a parte de nuestra libertad), reforzados internacionalmente con la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que certifica la ilegalización de Batasuna.
Junto a esto, es imprescindible que no olvidemos a las víctimas.
Que las honremos respetándolas.
Que guardemos su memoria y que preservemos su dignidad.
Que sigamos paliando su dolor, acompañándolas y ayudándolas en todo lo que esté en nuestras manos.
Hemos conseguido entre todos estar en la vanguardia del mundo en la solidaridad con las víctimas del terrorismo.
Sigamos así.
Por respeto a los muertos y por amor hacia sus familias y hacia los supervivientes.
...
Al final: por amor a la humanidad.
Director General de apoyo a las víctimas del terrorismo
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 4 meses
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