"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 16 de octubre de 2009

Maradona... el espejo

Maradona, el espejo

Para quienes se interesan poco por el tema del fútbol, es menester reconocer la profunda envidia que genera la pasión que manifiestan tantos.
La pasión por el fútbol, es como la fe para los católicos, un don cuyo privilegio, no es patrimonio de todos.
No obstante la falta de interés, resulta imposible sustraerse del efecto Maradona.

Maradona es la figura popular argentina por antonomasia. Con el valor agregado de ser una figura globalizada.

Es más que probable que la muestra de fino esfuerzo intelectual que hizo ayer, luego del partido, para referirse a algunos periodistas, no moleste por el superlativo grado de vulgaridad, sino básicamente por que Maradona es un espejo que nos devuelve nuestra imagen como sociedad.

Grosero, pendenciero, resentido, vengativo. Una muestra de nuestra personalidad social.

La connotación genital de los dichos del ex futbolista no debe resultar una sorpresa.
Son legitimadas a cada paso por conductores de televisión, artistas, periodistas, dirigentes sindicales, dirigentes políticos.

Esto somos, después de todo.

Más allá de del estrechísimo vocabulario del que hace gala, y por fin, del que hacemos gala los argentinos en general, Maradona da muestras de cultivar los peores valores.
Pero no está solo.
Figuras muy destacadas de nuestro país, hacen exactamente lo mismo.

Que Elisa Carrió resulta más discreta en sus formas de expresión, no esconde la semejanza que guarda en el contenido. Es con ella, solo con ella, que hay un destino posible para los argentinos.

Cómo no mencionar al ex presidente Kirchner en sus desmesuradas muestras de intolerancia. O a la actual presidente, su mujer, quien apelando al modo de victimización, también subraya que las críticas que pudieran hacerle, no merecen atención.

A Maradona se le perdona todo en su condición de ídolo popular.
Por otro lado, la condescendencia habitual de los sectores con mejor acceso a la educación, no se permitirían ninguna crítica para el pobre muchacho que nació en la pobreza del conurbano bonaerense.
Aunque es obvio que se alejó hace bastante de eso, que su condición económica es óptima desde hace mucho, y que le sobran neuronas y recursos para poder obligarse a si mismo, hace tiempo, a educarse.

Incluso se le perdona a Maradona, a los Kirchner, a Carrió que como líderes de una sociedad, instalen valores de los cuales hasta aquí, hemos abjurado.

Entristece verse en ese espejo.
Entristece pensar en la nueva generación que crece viéndose reflejada en ese espejo.

Una generación que responderá a las críticas con violencia, poco dispuesta a observarse, que elija el autoritarismo por sobre el consenso, que desmerezca la persuasión, que festeje el maltrato, que pondere el fanatismo, sin tiempo para la reflexión, que total, eso es cosa de timoratos.

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