When the facts change, I change my mind. What do you do, sir? - J.M.Keynes
Un arbitraje con rentabilidad asegurada, sería hoy comprar K futuro, y venderlo spot.
El derrumbe se advierte inevitable.
No hay margen para sorpresas.
La tendencia se consolida sostenidamente desde hace más de 20 meses.
No se trata de conspiraciones, ni de maleficios.
Es simplemente una patológica obstinación por el fracaso.
Una enfermiza pulsión negadora, que se obstina en ensayar una impostura progresista, en la que ya nadie cree. Tan obvio fue el germen, como irreversible el epitafio:
. "al anochecer del 25 de marzo se reabrió la sucesión política en la Argentina"[1]...
"Hay una sola certeza para 2011. La historia y la aritmética nos notifican que no habrá un apellido Kirchner en la fórmula que el electorado consagre para desempeñar la futura administración"[2].
Es llamativo, sin embargo, que en el universo de la política, sobrevivan aun percepciones que no adviertan lo evidente.
La contradicción podría encuadrarse en lo que Noam Chomsky, en "El lenguaje y los problemas del conocimiento", aborda como el llamado "problema de Orwell", esto es, el paradójico modo en que los seres humanos permanecemos, en ocasiones, ignorantes a hechos incontrastables y abonados por abundante evidencia, así como los mecanismos capaces de inculcar creencias en los seres humanos, creencias que son firmemente defendidas y aceptadas, a pesar de que carecen de fundamento, y muchas veces están en abierto antagonismo con los hechos más obvios del mundo que vivimos y nos rodea.
En rigor, NK ha montado una muy hábil estrategia de simulación de un proyecto para perpetuarse más allá de 2011, como último y desesperado recurso, apenas para tratar de llegar al 2011.
Sus últimos intentos son sólo ingeniosas cabriolas, orientadas a mitigar su agonía. Los consumidores de buena fe de tal fantasía, tal vez no han profundizado lo suficiente acerca de la asimetría entre poder y consenso.
No puede llamar a sorpresa el colapso de una estrategia incapaz de reconocer y procesar los cambios que estallan en sus narices.
Lo inconcebible es que se intente cargar ese fracaso a un movimiento cuyo creador sólo concebía la conducción, como la inteligencia de percibir el sentido de la evolución, y la capacidad de anticiparse a ella.
Prisionero de una construcción basada en la malversación de consignas, el presidente de facto parece un malabarista de circo, practicando el juego de los platos chinos. Obligado inexorablemente a seguir agregando mentiras para sostener el hechizo, la única incógnita que aún persiste, es el momento en que escucharemos el estrépito de la loza contra el piso, cuando los reyezuelos que aún lo sostienen, consideren que ha sonado la hora de la traición.
El gobierno enfrenta cuatro frentes simultáneos: El Congreso, la Justicia, los medios y la calle.
Un rápido repaso nos muestra que no la tiene fácil.
El primer round en el parlamento le fue desfavorable.
Desafiando al almanaque, el 3D se transformó en un demorado 29J.
Por primera vez, el oficialismo debió someterse a su condición de minoría.
Para colmo, la necedad de Néstor convirtió en humillante derrota lo que podría haber sido una negociación digna.
Alcanzan a 56 las causas que tramitan en la justicia, que tienen como protagonistas a las más rutilantes figuras del firmamento oficial y a sus aliados. Simultáneamente, avanzan probables pronunciamientos judiciales que amenazan la hegemonía de la CGT y el unitarismo fiscal, verdaderas vigas maestras de la estructura del poder dinástico.
Y como es sabido, no hay estirpe política menos generosa o solidaria ante los perdedores, que los jueces.
La inocente ilusión del triunfo por la ley de medios desnudó su puerilidad.
La realidad es que los medios no desaparecieron mágicamente, y siguen lastimando la magullada imagen del gobierno.
Para colmo de males, informaciones oficiosas anticipan un indescontable parcial de 2 a 5, en el esperado pronunciamiento de la Corte sobre la cuestión.
La calle, finalmente, se ha convertido en un territorio cada vez más ajeno y hostil, donde se superponen la inseguridad, los conflictos sindicales, y la cada vez más áspera disputa por los fondos de la ayuda social.
La señales de debilidad son cada vez más ostensibles.
Sólo un régimen en estado de implosión inminente, se reconoce vulnerable ante el discurso de un dirigente rural, se expone sin pudor a merced de una desprestigiada cúpula gremial, o tolera desplantes de otrora sumisos vasallos.
Para no hablar del grotesco montaje de la operación "maten a la yegua", solo parangonable al memorable autosecuestro de Gerez.
Superada la larga noche kirchnerista, vienen tiempos de reflexión y desafíos.
Habrá que asimilar la amarga comprobación de la precariedad de un país, expresada en la facilidad con que se lo puede cargar un grupo casi marginal, sin arraigo material ni intelectual, sólo sostenido en su audacia y su falta de escrúpulos, al amparo de la mala conciencia de sus clases dirigentes.
Quienes abrazamos la convicción de que la reparación sólo puede provenir de la política, no ignoramos la magnitud del esfuerzo necesario para revertir la degradación a que ha sido sometida, y tenemos conciencia de que sólo podremos estar a la altura del reto, si somos capaces de leer la realidad con los ojos de la gente.
RICARDO SALDAÑA - rsaldana@arnet.com.ar
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[1] "Ni el tiro del final.". (31.03.2008) Cuando apenas despuntaba el conflicto con el sector agropecuario, refiriéndome al desafortunado discurso de CFK acerca de los "piquetes de la abundancia".
[2] "La batalla de las Ardenas" 28.09.2009
Boletín Info-RIES nº 1112
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Hace 2 semanas
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