Al proponer "abolir" la prostitución en Francia, el gobierno socialista reavivó el debate tan antiguo como actual, sobre a quién posee el cuerpo de la mujer
N. de la R.: en la Argentina, por una conveniencia del discurso político
del Frente para la Victoria, se ha intentado asimilar prostitución a trata de
personas, y no es correcto. A veces son temas que coinciden pero a veces
no.
Ni prostitución es siempre trata de personas ni violencia de género ni
corrupción de menores (un tema, además, para la polémica: si se puede votar
desde los 16 años, ¿cuál es la edad mínima para el sexo consentido
pago?)
El discurso 'políticamente correcto' sobre la prostitución ha decidido
desoir el reclamo de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina,
vinculada a la Central de Trabajadores Argentinos), por un instrumento legal que
permita regular el trabajo sexual y que contribuya, además, a combatir los
delitos vinculados.
Luego, hay una enorme hipocresía social expuesta en la denuncia que los
programas de mayor audiencia televisiva promocionan el sexo pago y caro, algo
que siempre se escucha pero que ahora Natacha Jaitt 'blanqueó' cuando dijo:
"Estar en 'Bailando por un Sueño', por ejemplo no es tanto el sueldo si no lo
que te genera" (en términos de clientela sexual).
El debate sobre la prostitución tiene un capítulo importante hoy día en
Francia, que rebotó en Brasil, segun explica la siguiente nota, que a su vez es
válida para la Argentina:
por ELIANE BRUM
S. PAULO (Época). Cualquiera que haya seguido la
polémica que se desarrolla en Francia, puede estar preguntándose: ¿por qué, a
esta altura, la prostitución aún mueve tantas pasiones? Es una buena pregunta
con muchas respuestas posibles. Si los argumentos en contra de las relaciones
sexuales remuneradas son bien conocidos y arraigados en la sociedad occidental,
incluso en la brasileña, el debate francés ha sido una excelente oportunidad
para conocer los argumentos a su favor. Manifiestos tanto de "trabajadoras
del sexo" como de intelectuales de renombre han invocado cuestiones
profundas de nuestro tiempo: hasta dónde el Estado puede intervenir en la vida
privada, incluso supuestamente "en nombre del bien", es uno de
ellos.
El disparador de la controversia fue la declaración de la ministra de
Derechos de la Mujer y portavoz del gobierno de Francia, Najat
Vallaud-Belkacem. Ella dijo en julio: "La pregunta no es si
queremos abolir la prostitución: la respuesta es "sí". Pero tenemos que darnos
los medios para hacerlo. Mi deseo, así como el del Partido Socialista, es ver
desaparecer la prostitución". Aquí cabe señalar que ella utiliza la palabra
"abolir". La elección es deliberada: en opinión de la ministra,
así como parte del Partido Socialista y del movimiento feminista, la
prostitución es una forma de esclavitud. Así que no basta prohibir: es necesario
"abolir".
A los 35 años de edad, hermosa, madre de gemelos, Najat posee una
interesante biografía: nacida en una aldea rural de Marruecos, en una familia de
siete hijos, emigró a Francia cuando era aún niña, se especializó en Ciencias
Políticas en la reconocida Sciences Po y se convirtió en una activista de los
derechos humanos. Ni bien hizo la declaración, se convirtió en el blanco de una
ofensiva de prostitutas organizadas, que salieron a las calles a protestar.
Entre ellas, una francesa de 25 años, estudiante de postgrado en literatura,
llamada Morgane Merteuil.
Morgane
Ella, Morgane, secretaria General del Sindicato de Trabajadoras del Sexo
(Strass), prostituta que atiende a domicilio en programas
combinados a través de Internet, lanzó un manifiesto provocativa en septiembre
llamado: "Liberen al feminismo".
(N. de la R.: Morgane Merteuil, la secretaria general del sindicato de
trabajadores del sexo, STRASS. Merteuil presume de ser puta, quiere seguir
siéndolo y pide a las feministas abolicionistas que le dejen serlo: "Prefiero
ser puta que trabajar una fábrica", afirma M. M. cuando le preguntan por su
oficio).
Justo al inicio del texto, Morgane dice: "En mi trabajo como
recepcionista en un bar americano, rápidamente me di cuenta que si quería ganar
más de 20 euros por noche, tendría que realizar sexo oral. Al reflexionar, no vi
ninguna desventaja, prefiriendo hacer esto para pagar mis estudios que tener
otros trabajos peores".
En su manifiesto, Morgane acusa a las feministas de imponer "una imagen
mainstream y burguesa de la mujer". Según ella, el movimiento feminista ha
construido un propagada sobre un ideal de dignidad y un modelo de emancipación
para la cual "todas las mujeres se supone que deberían ser irresistiblemente
atraídas". Por el contrario, Morgane aboga por "un feminismo
plural", que abarque las diferencias entre mujeres y comprenda que no todas
comparten las mismas aspiraciones. La Strass, que Morgane Merteuil
representa, llegó a pedir la dimisión de la ministra Najat
Vallaud-Belkacem.
La prostitución ha sido un tema espinoso tanto para la izquierda
como para el feminismo a lo largo de la historia. Es emblemático que estas dos
mujeres, la ministra y la prostituta, representantes de sus respectivos
movimientos políticos, luchen en bandos opuestos cuando posiblemente estén del
mismo lado en la mayoría de los temas de derechos humanos. En
particular, es bastante revelador que ellas debatan en campos opuestos, pero en
nombre de un mismo ideal: la autonomía de las mujeres.
Prostitución
Antes de continuar, vale la pena un paréntesis: la prostitución es el acto
en el que una mujer adulta vende sexo por elección propia. Aquí o en Francia,
las prostitutas se enojan cuando la gente habla de "prostitución
infantil".
"No es la prostitución", dicen. "Si un niño está teniendo sexo
por dinero, ella no está prostituyéndose, está siendo violado". Ellos
tienen toda la razón. Hay varias violencias relacionadas al acto sexual,
sobre las que no hay ninguna discusión: abuso sexual infantil, trata de mujeres
y así sucesivamente. Son considerados delitos en la mayoría de los países.
Establecer esta diferencia es crucial en cualquier debate serio sobre el
tema.
Dicho esto, la discusión sobre lo que es o significa la prostitución es
un campo minado. Por eso la polémica en Francia. Para
la ministra y los socialistas en el poder, la prostitución es una forma
persistente de opresión contra las mujeres. En esa mirada, la
prostituta es una víctima de la sociedad patriarcal. En esa relación, el hombre
abusar del cuerpo de la mujer, puesto en lugar de objeto y aniquila su dignidad.
Y la mujer, al estar en el papel de prostituta, ocupa siempre una posición
pasiva.
Para las religiones, especialmente la católica, la cuestión de la
prostitución es de orden moral. La prostituta es una pecadora
obstinada. Aún perdonada, es una mujer decaída que, además de profanar su
cuerpo, usa el sexo para corromper inocentes, profanar matrimonios y destruir
hogares. Cuando se considera que la mujer peca al prostituirse, aunque la mirada
religiosa por lo menos le concede algo de protagonismo a la mujer, puesto que
pecar en general, es un gesto activo, aunque cuando se pueda considerar que ella
es inducida al pecado por un hombre malo - o por el propio diablo.
Para parte del movimiento feminista - y es importante destacar que
es parte porque el tema tiene muchos matices dentro del propio movimiento - es
la sociedad patriarcal la que "peca" contra las mujeres. El
combate a la prostitución gana contenido ideológico explícito y también pasa a
ser tema de la izquierda en la percepción de que las prostitutas son víctimas
del capitalismo: sin condiciones para ejercer un trabajo decente, por pertenecer
a las clases más bajas, las mujeres se verían obligadas a vender sus
cuerpos.
En este caso, las prostitutas serían víctimas tanto de la sociedad
patriarcal, de las relaciones desiguales de género, como del capitalismo.
Serían explotadas tanto por el hombre como por el Capital. Esta visión
es llevada al ámbito de la política partidaria por las feministas con bastante
esfuerzo, ya que el mundo de la política siempre ha sido predominantemente
masculino - y lo sigue siendo. Generalmente, el tema se mantiene en la periferia
y rara vez alcanza el centro, como ocurre hoy en Francia.
"Yo soy puta"
El conflicto con estas miradas diferentes se establece cuando las
prostitutas, que hasta entonces eran "contadas" y representadas por
otros, comienzan a hablar por sí mismas. A partir de la segunda
mitad del siglo 20, especialmente, comienzan a organizarse y reclaman el
protagonismo, tema preferido por tanto el movimiento feminista como por la
izquierda política.
En sus manifestaciones, sus líderes dicen algo inquietante: "yo elegí
ser prostituta". Y entonces empiezan a reclamar la regulación profesional y
los derechos laborales y de seguridad social. No es coincidencia que se
denominen "trabajadoras del sexo" o "profesionales del sexo",
anunciando en el nombre el mundo al que pertenecen: El mundo del trabajo.
Cuando las "víctimas" rechazan el lugar de la víctima, hay
un problema. Y, por supuesto, el debate se vuelve más complejo y
desafiante. En una provocación a las feministas, Morgane Merteuil
defiende el derecho de las mujeres musulmanas a llevar el velo. Y
combate lo que llama "normalización de las relaciones sexuales",
defendiendo el derecho de las mujeres a las que no les gusta el sexo y por lo
tanto quedan afuera de la norma impuesta por las feministas.
"Cuando una mujer no encaja en el modelo emancipado de las sociedades
occidentales, no es necesariamente una víctima de la dominación de los hombres",
dice la prostituta. "Sólo podremos calificar la lucha del feminismo
como una lucha por la dignidad de las mujeres, si se entiende como una lucha en
la que cada mujer pueda ser considerara digna, con independencia de cuáles son
sus elecciones".
(N. de la R.: Siguiendo los escritos de Virginie Despentes y de la suiza
Grisélidis Réal, Merteuil rechaza la idea de "una sociedad binaria, que
opone a hombres y mujeres, porque las relaciones de dominación son más complejas
y se sobreponen varias opresiones". Sobre el hecho de ser prostituta,
defiende la libre elección entre putas y clientes: "Sí, los hombres pueden
ser tiernos y precavidos. Sí, las mujeres pueden amar el sexo. Y sí,
prostituirse puede ser una forma de reapropiarse del propio cuerpo y la
sexualidad", escribió en un panfleto que publicó el diario
Libération.
La declaración puede parecer ingenua pero no desapasionada: "Somos
prosexo, proporno, proputas y por la libertad de llevar el velo, o al menos por
la toma de conciencia de que no existe solo una prostitución sino varias, que no
existe solo un velo sino muchos. Solo así podremos calificar el feminismo como
una lucha por la dignidad de las mujeres, entendida como una lucha para que cada
mujer pueda ser considerada digna, sean cuáles sean sus
elecciones").
En una de sus manifestaciones, la ministra Najat Vallaud-Belkacem afirmó
que las prostitutas en Francia tienen esperanza de vida 40% más baja que
las otras mujeres. Y declaró: "No es cierto que las mujeres se
prostituyen porque quieren".
En Francia, el 85% de ellas prefieren tener otro estilo de vida. En
contraste con las declaraciones de este tipo, las prostitutas francesas
podría decir - y han dicho - que el gobierno socialista debería actuar para
ampliar los derechos y mejorar las condiciones de trabajo y salud de las
trabajadoras sexuales, para que se ampliara la esperanza de vida. Así
también dar alternativas a aquellas que prefieren tener otra profesión. Vale la
pena recordar que, si se hace una investigación exhaustiva, tal vez el número de
insatisfechos con el "estilo de vida" sea aún mayor que en otros tipos
de trabajo.
Sobre el tema de la prostitución hay una película francesa, que todavía
puede estar en algunas salas de cine en Brasil, llamada Elles
(Malgorzata Szumowska, 2011). En ella, Juliette Binoche es la
"emancipada" periodista de una revista femenina - casada, dos hijas,
intelectual, moderna, posiblemente de izquierda - que, para hacer un artículo,
se adentra en el mundo de dos jóvenes que pagan los estudios universitarios
vendiendo sexo. Como siempre sucede en un artículo, la periodista tiene que
hacer una travesía interna en la que se enfrenta su vida, su sexualidad y su
visión del mundo. Es una película valiente, en la que Binoche, en la piel de su
personaje, se expone a las cámaras casi sin maquillaje, en varios
sentidos.
El debate
En la vida real, entre las partes más interesantes del debate francés hay
un manifiesto titulado: "La prohibición de la prostitución es una quimera".
El texto está firmado por un grupo de 12 intelectuales y feministas. Entre
ellos se encuentran la filósofa Elisabeth Badinter, la
escritora Regine Deforges, el historiador Georges
Vigarello y el director de cine y escritor Claude
Lanzmann (que causó controversia en FLIP de 2011, en Paraty). Ellos
critican la posición "abolicionista" del gobierno y la intención de
penalizar a los clientes, con multas e incluso prisión, como una estrategia para
reprimir la prostitución. Hoy en día, son las prostitutas que puedan pagar una
multa e incluso hasta pueden ser arrestadas si son encontradas ofreciendo sexo
en lugares públicos.
El grupo abre el manifiesto declarando: "Si la ministra de Derechos de
la Mujer hubiera anunciado su intención de poner fin a la esclavitud de las
mujeres por las mafias de la prostitución, todos nosotros, hombres y mujeres por
igual, indistintamente aplaudiríamos esta iniciativa. Esta guerra difícil de
llevarse a cabo parte de un imperativo universal. Esto implica, entre otras
medidas, la ampliación de los efectivos policiales, mejorar la cooperación
internacional, una justicia firme y la protección de las mujeres que denuncian a
sus proxenetas. Sin embargo, esto no es el caso hoy en día. El objetivo
de la abolición de la prostitución con el pretexto de acabar con la esclavitud
sexual es de otra naturaleza. Ya no es un imperativo universal, sino de una toma
de decisión ideológica que implica los siguientes postulados: 1) la sexualidad
facturada es una atentado a la dignidad de la mujer; 2) las prostitutas son
todas víctimas y sus clientes todos sinvergüenzas. Estos postulados son
altamente cuestionables".
Enumero aquí los argumentos principales presentados en el manifiesto por
considerar que son ricos para una reflexión menos reductiva sobre el tema de la
prostitución, pero no sólo de ese tema. Se trata también de discutir hasta qué
punto el Estado debe intervenir en la vida privada de las personas, "en
nombre del bien" - un tema muy actual en el Brasil de hoy. Lo siguiente son
los puntos principales:
1. La dignidad de la mujer no se basa en el criterio de las
prácticas sexuales. Lo mejor sería admitir: no todas las mujeres tienen la misma
relación con sus cuerpos y la cuestión de la promiscuidad puede ser una elección
libre;
2. Los hombres que frecuentan prostitutas no son todos depredadores
sexuales que tratan a las mujeres como objetos descartables. Extrañamente, nadie
ha hecho mención a los muchachos de programa, homosexuales o
heterosexuales;
3. La sexualidad humana varía de acuerdo con las sociedades. Y,
dentro de una misma sociedad, varía con la época y con la clase social. No hay
razón para imaginar siquiera que ella se va a amoldar a la utopía de una
sexualidad perfectamente regulada;
4. La pena a los clientes no traerá la abolición de la
prostitución. Ni las call girls ni los proxenetas de Internet se verán afectados
por eso, como lo demuestra el ejemplo de Suecia (Suecia penaliza clientes desde
1999);
5. Quien va a sufrir con la pena de esos clientes serán las
proletarias del sexo, que serán más que nunca sometidas a la extorsión de los
proxenetas, que sólo se beneficiarán de la situación;
6. En el nombre de una concepción abstracta de la humanidad, los
"abolicionistas" quieren imponer a la sociedad francesa su opción ideológica,
pero ¿quén puede proclamarse juez de ese dominio que es eminentemente
privado?
7. Todo adulto tiene el derecho de ser capaz de hacer o no hacer lo
que quiera con su cuerpo. Promulgar ilegal lo que consideran inmoral no es más
que una rama despótica de la opinión de lo que es "el bien". El poder político
no puede intervenir en las prácticas sexuales entre adultos que
consienten;
8. La prioridad es hacer de la lucha contra los traficantes de
personas una causa nacional y encontrar los medios para hacerlo. Pues es aquí
que están el crimen y el reto. Perseguir a los clientes es dar una ilusión de
acción, con bajo costo. Es ceder a la tentación prohibicionista, que consiste en
todo esperar de la criminalización del consumo. Será necesario luchar contra
este punto de vista, que no hará más que a producir un infierno empedrado con
buenas intenciones.
Controversia
La controversia, que parece tan lejos de haber terminado como la
prostitución en Francia o en cualquier parte del mundo, es incentivadora. En
Brasil, el tema de la prostitución es periférico en la política partidaria –
cuando no es invisible. El tema es más visible en la ficción - en la literatura,
en el pasado, hoy en día en las novelas.
Pero, desde finales de los '80 del siglo 20, en el proceso de
redemocratización del país, las prostitutas se organizaron en todo Brasil.
Davida, fundada en Rio de Janeiro por Gabriela Silva
Leite, una estudiante universitaria que decidió convertirse en una
prostituta, es una de las principales organizaciones de trabajadoras sexuales.
Años atrás, prostitutas vinculadas a las ONG crearon la Daspu, una marca de ropa
cuyos desfiles han aparecido en los periódicos más importantes del país – la
"Putique" a la que se puede acceder a través de Internet.
En el Congreso, un proyecto de ley elaborado por el diputado Jean Wyllys
(PSOL), denominao "Ley Gabriela Leite", en honor de la fundadora de
Davida, que ayudó a elaborarla, contempla la principal demanda de las
prostitutas organizadas: la regulación de profesión. El proyecto de ley fue
presentado en julio y, posiblemente, se enfrente a un difícil camino cuando no
salpicado de prejuicios. Este es un debate que todavía tiene que ser enfrentado
en Brasil, no sólo en el legislativo, sino también en el gimnasio y en las
calles – en las luces y en las tinieblas. El proceso histórico ha demostrado que
la marginación del sexo pagado beneficia a las organizaciones delictivas que
trafican y explotan y desampara a la parte más débil – las personas.
La prostitución puede ser un "acto sexual arancelado" o "la
transformación de las mujeres en objetos" puede ser un "pecado" o
"un acto libertario de transgresión" puede ser "la apropiación del
cuerpo" o "la alienación del cuerpo". Depende del observador. Vale
la pena recordar, también, que el ser una prostituta es también un deseo de
algunas mujeres - y de algunos hombres. Y en este sentido, emanciparse,
convertirse en adulto es responsabilizarse de su deseo.
Me parece que una posible explicación para el hecho de que la prostitución
sigue siendo causa tanta controversia es un territorio frágil que es la
sexualidad humana y especialmente la femenina. Es importante tener en cuenta que
todo el debate francés, aunque se citen aquí y allá, los muchachos de los
programas, travestis, es esencialmente un debate sobre las prostitutas. No es
por casualidad. A lo largo de la historia, tratamos de regular la
sexualidad, especialmente la sexualidad de las mujeres, en nombre de las ideas
más variadas - o incluso sin ninguna idea. La realidad no se cansa de mostrar
que la sexualidad está fuera de control, hay algo en ella que siempre se
escapa. Es por eso que la intención de la ministra Najat y del gobierno
socialista de "abolir" la prostitución no pasar de una quimera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario