Mientras, cae el empleo y crecen las suspensiones.
Desde 1983 nadie concentró tanto poder como Cristina.
Eso la hace más parecida a Nicolás Maduro que a Chávez.
Lo inquietante es que esa actitud negadora se fue profundizando con el tiempo.
Su mayor producción fue la intranquilidad y la falta de credibilidad.
Argentina corcovea como un potro que se resiste a la irracionalidad y el infantilismo.
Brasil, nuestro hermano mayor del Mercosur, le compró mil millones de dólares en trigo a Estados Unidos pese a que nosotros éramos sus principales proveedores.
Las inmobiliarias y la construcción se han quedado afónicos pidiendo auxilio.
Crecen las suspensiones, los despidos, el trabajo en negro, cae el salario real y el 54% del impuesto a las ganancias lo aporta la cuarta categoría.
Pero lo más grave es esa vocación de bronce que anima todos los actos de Cristina.
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