Gustavo
Lazzari
Además
de aumentar los costos laborales y reducir, por tanto, la demanda de trabajo,
el proyecto de la doble indemnización es ridículo.
Es
ridículo porque lleva a extremos insostenibles.
Si
se aprobara el proyecto por el cual las empresas deberán duplicar los montos
indemnizatorios en caso de despidos durante los 180 días después de la sanción,
nuestro país llegará al ridículo que diez divorcios consecutivos sea más barato
que pagar las indemnizaciones.
Hagamos
un supuesto doble.
Por
un lado, supongamos una empresa que inicia actividades con un capital de U$S
100.000 (dólares, para hablar de una moneda fuerte) y capitaliza en forma
acumulativa al 5% anual durante los primeros diez años de vida. Alcanzará el
valor total al cabo de 10 años de U$S 162.889 dólares.
Supongamos
que dicha empresa contrata el primer día a diez empleados a los cuales les paga
U$S 1.000 dólares (aprox un salario industrial de $ 15.000 pesos)
Supongamos
que a los diez años dicha empresa decide cerrar y pagar las indemnizaciones conforme
al actual engendro que están proponiendo diputados y senadores de la oposición.
Cada
empleado de nuestro ejemplo debería recibir un sueldo por año, más los dos
sueldos de preaviso.
Doce
sueldos. Multiplicado por dos, veinticuatro sueldos.
Más
uno de vacaciones y medio sueldo por aguinaldo. ((10+2)*2 = 24 + 1 + 0,5 =
25,5)
En
total cada empleado deberá recibir 25,5 sueldos.
Los
diez empleados 255 sueldos.
A
mil dólares cada sueldo, el monto total de indemnizaciones alcanza 255.000
dólares.
Es
decir que el monto total de las indemnizaciones (en nuestro supuesto extremo de
cierre total) supera en un 57% al valor de la empresa de acuerdo a la
capitalización planteada.
La
otra parte del supuesto es la siguiente.
Supongamos
que dicho empresario en lugar de poner una empresa coloca su dinero a plazo
fijo a una tasa del 5% anual (igual que la utilidad neta empresaria planteada
en el supuesto anterior).
Sin
embargo a nuestro empresario no le va bien en la vida amorosa y tiene la
desgracia de divorciarse una vez por año.
El
pobre hombre se casa y se divorcia todos los años por espacio de una década.
Cada
divorcio le cuesta el 50% del capital acumulado cada año.
Quiere
decir que con los U$S 100.000 iniciales capitaliza U$S 5.000 al cabo del primer
año (5%) pero al divorciarse divide al 50% y se queda con U$S 52.500.
Vuelve
a apostar al plazo fijo al 5% y al amor.
Y
al año se divorcia nuevamente.
¡¡¡Así
en diez oportunidades!!!
Nuestro
enamoradizo empresario arrancó en el año cero con U$S 100.000 dólares y tras
diez divorcios (pese a las capitalizaciones) se quedó en los bolsillos sólo $
159 dólares.
Poco,
sí, pero positivo.
Nuestro
emprendedor anterior arrancó en el año cero también con U$S 100.000 dólares.
Con
su trabajo logró capitalizar al 5%.
Alcanzando
un capital de U$S 162.889 dólares.
Contrató
diez personas y al cabo de diez años decidió cerrar.
Al
amparo de la ley que proponen los diputados y senadores de la oposición, pagó
indemnizaciones por U$S 255.000 dólares.
Es
decir le quedó un capital negativo de 92.111 dólares
Conclusión.
Gracias
a la ley de la doble indemnización llegamos a la curiosa conclusión por la cual
es menos riesgoso divorciarse una vez al año durante una década que contratar
10 empleados durante diez años.
Moraleja:
Si
cualquier persona piensa las veces que lo piensa antes de casarse una vez,
imaginemos cuanto tiempo pensamos antes de casarnos diez veces.
Si
eso es menos riesgoso que contratar diez empleados, pensemos entonces por qué
hay tantas dudas a la hora de aumentar la demanda de trabajo.
Una
vez más, legisladores demagogos se divorciaron de la realidad.
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