"Porque sin la
libertad de expresión y de crítica, el poder puede cometer todos los
desafueros, crímenes y robos, como los que han ensombrecido nuestra historia
reciente".
Mario Vargas LLosa.
¡Qué
semana para Latinoamérica y para los argentinos!
Los
hechos más destacados fueron, obviamente, el procesamiento de Cristina
Fernández de Kirchner y la prevista suspensión de Dilma Rousseff en su cargo de
Presidente de Brasil por el plazo de 180 días, durante los cuales el Senado
sustanciará su juicio político, como establece la Constitución.
Este
tema, el de la legalidad del proceso, viene a cuento porque, como era de
esperar, ya ha comenzado a plañir el coro de los populismos groucho-marxistas
del continente Macondo, al son de una música que inventó Rafael Correa, con la
complicidad necesaria de don Néstor (q.e.p.d.), para transformar una mera
huelga de la Policía de Quito, en reclamo de mejores salarios, en un golpe de
Estado.
Esa
melodía, a la que se puso por pomposo título "cláusula democrática",
fue aplicada cuando Honduras, primero, y luego Paraguay utilizaron mecanismos
constitucionales para destituir a sus presidentes (Manuel Zelaya y Fernando
Lugo, respectivamente)
En el
último caso, arteramente se suspendió la membresía del Mercosur para permitir
la entrada por la ventana de Venezuela, a la cual el Congreso guaraní se
oponía, dando origen así al Trucho-Sur.
El PT de
Lula, continuando con las medidas implantadas por Fernando Henrique Cardoso
(PSDB), logró sacar de la pobreza a decenas de millones de brasileños, que lo
premiaron con dos períodos de su líder y dos más -el segundo, ahora truncado-
de su heredera.
La baja
en el precio de las commodities, el aumento de la inflación y el marcado crecimiento
del desempleo hicieron que muchos de quienes habían accedido a la clase media
baja volvieran a caer y, cuando trascendieron los detalles del "lava-
jato" y del "petrolão", cundió el descontento y esos
re-empobrecidos se transformaran en los principales demandantes del cambio de
gobierno que protagonizaron el jueves Dilma y Michel Temer, su reemplazante.
Aquí, en
la Argentina, la atención estuvo centrada en las nuevas revelaciones sobre la
magnitud de la corrupción kirchnerista -que, en términos absolutos, deja a los
brsileños convertidos en ladrones de gallinas- y, sobre todo, en la finalmente
frustrada sesión de Diputados que pretendían realizar los contradictorios
nostálgicos del latrocinio para aprobar el disparatado proyecto de ley antidespidos.
Entre
tanto ruido político, incrementado por las marchas de estudiantes y gremios
docentes que salieron a la calle para protestar ¡por si acaso! se reducía el
presupuesto universitario, hubo algunos hechos menores que me llamaron la
atención. A esta altura, usted, sufrido lector de estas columnas semanales,
sabe que mi relación espiritual con S.S. Francisco se reduce a su rol de cabeza
de la Iglesia a la cual pertenezco y sólo
reconozco su infalibilidad cuando habla de dogma. Digamos que muchas de sus
actitudes, cuando actúa en el ámbito de la política argentina, me producen una
fuerte urticaria. Los síntomas habían comenzado cuando insistió en recibir
tantas veces a Cristina Kirchner, inclusive cuando fue a Roma acompañada de los
sátrapas de La Cámpora, pese a las muchas pruebas que ya existían de su
corrupción desmedida, o la cálida recepción que brindó a Patotín Moreno, otro
delincuente, derrochando unas sonrisas que luego mezquinó a Mauricio Macri,
cuando ya era Presidente de su patria; fue una clara demostración de su
voluntad de jugar un rol de principal actor en el escenario local.
Ese
descontento mío se agravó con el envío de un rosario a Milagro Sala, jefa
detenida de una asociación ilícita creada para sojuzgar y robar a los más
pobres de los argentinos, y para traficar drogas.
Pero en
estos días, el Papa se superó a sí mismo:
No
solamente se supo que no había recibido a Margarita Barrientos, un epítome del
compromiso con la caridad y la solidaridad que tanto predica el Pontífice, sino
que la excusa para tamaña descortesía habría sido la intención de no perturbar
la visita que, contemporáneamente, estaba realizándole Estela Carlotto.
Y antes
de fin de mes se ha confirmado que recibirá nada menos que a Hebe de Bonafini,
que se cansó de insultarlo -"basura
fascista"- hasta después de elegido, que aplaudió todos los
atentados terroristas del mundo, que usó como baño el altar de la Catedral y
que está metida hasta las cejas en el caso de sus "Sueños
Compartidos" y de su peudo universidad, que tanto nos han costado.
Sus más
fervientes adherentes locales, los cretinos curas de la Opción por la Pobreza,
quizás no casualmente encabezados por un pariente del asesino Che Guevara, han
pedido que, "¡por dignidad!", Mauricio Macri renuncie a la
Presidencia, olvidando que la ganó en buena ley y, con ello, expulsó a los
ladrones del templo de la democracia.
Pero
también puedo olvidar que Monseñor Jorge Lozano, cuya subordinación al Papa no
puede ser puesta en duda, y recibió a Fernando Palitos Esteche y a Luis ¡Amor,
amor! D'Elía, y Monseñor Pedro Laxague, éste casualmente Presidente de la
Pastoral Penitenciaria, no se dignaron recibir a quien esto escribe cuando
pidió sendas audiencias para plantear la cuestión de los dos mil presos
políticos que se pudren desde hace décadas en prisiones comunes y que, a la
fecha, ya han entregado nada menos que
356 cadáveres a los terroristas que hoy los juzgan, verdaderos asesinos
togados.
El
viernes, finalmente, Cristina Kirchner fue procesada en una de las muchas
causas que tiene abiertas en la Justicia federal. El Juez Claudio Bonadío tomó
esa determinación, que afecta también a sus cómplices Axel Kiciloff (ex
Ministro de Economía) y Alejandro Vanoli (ex Presidente del Banco Central), por
la nefasta decisión de vender dólares a futuro, a un precio muy inferior al que
regía en el mercado (33%), a sabiendas que estaba prendiendo la cortísima mecha
de una bomba que costó al Estado una fortuna, traducida en la brutal emisión
monetaria que tuvo que realizar el Banco Central desde el 10 de diciembre para
pagar esa irracional fiesta.
El mismo
magistrado, supongo, pronto hará lo mismo en la causa "Los Sauces",
ya que el Fiscal Carlos Rívolo la imputó por cohecho, por los
"retornos" cobrados a Lázaro Bóvedas Báez y Cristóbal Timba López por
los "favores" recibidos, disfrazados de pagos por habitaciones no
utilizadas en los hoteles de su familia.
Por
último, me permito recomendar al Gobierno la lectura de una vieja nota mía,
"Una respetuosa sugerencia a la Unión Industrial Argentina" ya que es
posible que en ella encuentre la solución al problema de los precios y pueda
controlar la inflación.
Los
seres humanos somos esencialmente hipócritas, y sólo nos preocupamos por la
corrupción de los gobiernos cuando las crisis económicas comienzan a roer
nuestros bolsillos personales.
Eso está
sucediendo, como en Brasil y la Argentina, en casi toda la región, y los
huracanes moralizadores comenzaron a arrasarla:
Además
de expulsar a nuestra noble viuda y a Dilma Rousseff, pronto se llevarán al
arcón de la historia a los populismos de Nicolás Maduro, Michelle Bachelet,
Rafael Correa y Tabaré Vázquez, ya incapaces de financiar las fiestas del
pasado.
Neuquén,
15 May 16
Enrique Guillermo Avogadro
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