Por Christian Sanz
Lo
que nadie cuenta
Elisa
Carrió no fue la primera en denunciar a Gustavo Garavano.
En
efecto, fue la segunda:
Le ganó de mano Mario
Cimadevilla, oportunamente
eyectado de la Unidad Especial AMIA por el mismísimo ministro de Justicia.
En el marco de ese mismo hecho -su eyección-,
el 22 de marzo de este año, el radical
decidió denunciar al funcionario de Cambiemos por encubrimiento y otros delitos
relacionados con la actuación del Estado en el juicio por encubrimiento del
atentado a la mutual judía.
Fue
el inicio de la furia de "Lilita", quien se puso del lado de Cimadevilla desde un primer momento,
intentando que no ocurriera lo que finalmente sucedió:
La
disolución de la unidad de marras.
Por
ello, en el pedido de juicio político efectuado este martes, Carrió pone especial
énfasis en ese hecho, al considerar que
Garavano habría dado una "orden expresa y formal" a la Unidad Fiscal
AMIA para pedir la absolución de los exfiscales Eamon Müllen y José Barbaccia
en el juicio de encubrimiento y desvío de las investigaciones del atentado a la
mutual judía.
Ese punto es la
clave de toda la presentación de Lilita, por lo cual amerita una breve
explicación aparte.
Inmediatamente
después de que explotara la sede de la AMIA, el lunes 18 de julio de 1994 a las
9:53 de la mañana, comenzó una persistente tarea por parte de los servicios
secretos norteamericanos e israelíes -la CIA y el Mossad- para comandar la
investigación.
Y
desviarla.
Lo
reconoció de manera implícita el propio Carlos Menem en el juicio que se sigue
por encubrimiento del atentado en cuestión.
En
realidad, fue una cuestión de conveniencia mutua:
Ni al ex presidente,
ni a EEUU e Israel les convenía que se avanzara en la pista que se avizoraba en
las primeras fojas del expediente y que conducían a Siria.
Apenas
meses antes se había avanzado en los acuerdos de paz en Medio Oriente y los
sirios eran los actores "clave" en la gestión del entonces presidente
Bill Clinton.
A
su vez, Menem no podía ocultar su raigambre siria.
Fue
entonces que se decidió acusar al enemigo natural de todos: Irán.
Quien pergeñó la
maniobra fue el ex jefe de la AFI (ex SIDE) Miguel Ángel Toma, de la mano de
tres fiscales:
Eamon Müllen, José Barbaccia y... Alberto Nisman.
Por
ello, en el juicio de encubrimiento del atentado, los dos primeros fueron acusados
con evidencia de sobra.
¿Cómo
explicar acaso que desviaron la investigación de la masacre más importante que
vivió la Argentina?
El
propio Nisman, en los filtrados cables de Wikileaks, quedó expuesto.
En esos
documentos, quedó al descubierto que el fiscal visitó asiduamente la embajada
de EEUU en la Argentina para discutir con diplomáticos norteamericanos la
orientación de la investigación del caso AMIA.
"Los
oficiales (norteamericanos) de nuestra Oficina Legal le han recomendado al
fiscal Alberto Nisman que se concentre en los que perpetraron el atentado y no
en quienes desviaron la investigación", señaló un cable
del 22 de mayo de 2008.
Por
entonces, la embajada de Estados Unidos estaba molesta por la decisión del
fiscal de pedir el procesamiento del ex presidente Carlos Menem,
el
ex juez federal Juan José Galeano, el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, el ex
comisario Jorge "Fino" Palacios y el ex titular de la DAIA Rubén
Beraja, entre otros.
Según
el cable, "Nisman nuevamente se disculpó (por no haber avisado a la
embajada previamente su decisión) y se ofreció a sentarse con el Embajador
(Earl Anthony Wayne) para discutir los próximos pasos".
"Los
detalles de los cargos criminales contra Menem y los otros sospechosos fueron
una sorpresa (...) que hasta ahora tenía una relación excelente y fluida con
Nisman", detalló la Embajada.
De
esta manera, otro cable, fechado cinco días después, el 27 de mayo, aseguró que
"Alberto Nisman llamó al embajador el 23 de mayo para pedir disculpas por
no dar el preaviso" y que "no creía que la visita de (a la Argentina
por esos días del subdirector del FBI, John) Pistole iba a coincidir con su anuncio".
"Señaló
que lo sentía mucho y que aprecia sinceramente a todos la ayuda y el apoyo del
gobierno de Estados Unidos y de ninguna manera la intención de socavar
eso",
dijo el embajador que le expresó el fiscal federal, según un cable de la
embajada de Estados Unidos, firmado por el propio Wayne y develado por
Wikileaks.
Finalmente, de
acuerdo a lo que se filtró de los documentos, había otra cuestión que también
molestaba al embajador y era que los medios consideraban a Kanoore Edul como la
punta de la llamada pista siria, en torno a la AMIA.
La misma que los
fiscales ayudaron a desviar.
Ello
explica por qué Garavano decidió salvar a Mullen y Barbaccia.
No
fue porque se le ocurrió repentinamente, sino porque se lo pidió EEUU al propio
Macri.
En
su presentación, Carrió recuerda que en el juicio por encubrimiento "se
encuentra acusado el ex presidente Carlos Menem y el Ministro (Garavano) no
tuvo pudor en intervenir; en una abierta defensa de los ex fiscales de la causa
del atentado, llegando incluso a dictar actos administrativos para intentar
beneficiar la situación procesal de los mismos".
Como se dijo, el
intentar llegar a la misma verdad le costó el cargo a Cimadevilla.
Justo
cuando se acercaba a la trama que involucraba a los sirios.
El
otrora titular de la Unidad AMIA se lo reveló con pelos y señales a quien
escribe estas líneas.
La conclusión es
que él terminó eyectado y Garavano fortalecido.
El ministro de
Justicia no solo logró disolver el organismo que investigaba la explosión de la
mutual israelita, sino que además salvó a los fiscales acusados.
Como
reveló Tribuna de Periodistas, lo hizo a través de su operador favorito, Manuel
Ignacio Izura, hombre oscuro, de fluidos contactos con sectores de inteligencia
de la Armada y de la Policía Metropolitana.
Aunque
no lo menciona, Carrió lo sabe.
De
hecho, sabe más de lo que ha dicho hasta ahora.
Su
estrategia es la de dosificar la información, hasta concluir en una suerte de
"banda" en la que abrevarían el propio Garavano, Angelici y otros
operadores judiciales.
Allí no falta la
ex procuradora bonaerense María del Carmen Falbo, a quien se presume
encubridora de Aníbal Fernández, tanto en el triple crimen de General Rodríguez
del año 2008 como en el tráfico de efedrina.
De
manera inexplicable, Garavano le ha regalado un ostentoso cargo en el
Ministerio de Justicia a su cargo.
El
detalle no es menor.
Es
lo que termina de cerrar el círculo de las sospechas de Carrió.
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