Humor
Político
Alejandro
Borensztein
Si
este noviembre no lo organizó Durán Barba, por lo menos le pega en el palo.
El
14 de diciembre de 1969 jugaron River y Boca en el Monumental por la última
fecha del Nacional.
Con
el empate Boca era campeón.
Arrancó
ganando 2 a 0 con dos goles del “Muñeco” Madurga.
Enseguida
River descontó con un zapatazo desde afuera del área de “Pinino” Más y ya en el
segundo tiempo se lo empató Marchetti de cabeza.
Si
River hacía un gol más forzaba un partido desempate.
Pero
no pudo.
Boca
se consagró campeón y dio la vuelta olímpica en Núñez.
Al
pasar por delante de la platea San Martín los hinchas de River se pararon y
aplaudieron al nuevo campeón.
Posta.
Éramos
otro país.
Hoy,
por mucho menos, serían todos pasados por las armas.
Pensar
que el presidente Macri quiere que la final más tremenda de la historia
universal se juegue con hinchada visitante como si fuéramos un país común y
corriente de este mundo.
¡Gato
loco!
¿De
qué planeta viniste barrilete cósmico?
Diecisiete
años después de aquel partido en el Monumental, en abril de 1986, River se tomó
la revancha.
Llegó
a la Bombonera habiéndose consagrado campeón un par de fechas antes y ganó 2 a
0 con los goles del Beto Alonso y la famosa pelota naranja.
Pero,
para entonces, ya nos habíamos transformado en otro país.
¿Se
animarían los jugadores de River a dar la vuelta olímpica en plena cancha de
Boca?
¿Estábamos
los argentinos preparados para semejante osadía?
Finalmente,
sólo dieron una vuelta cortita.
En
realidad, media vuelta del lado de la hinchada millonaria.
Por
precaución, no pasaron por delante de la tribuna de Boca.
Lo que en 1969
había sido absolutamente normal, en 1986 ya era considerado una provocación.
Hoy,
casi 49 años después de la vuelta olímpica de Boca en el Monumental y 32 años
luego de la de River en la Bombonera, ya no quedan hinchadas visitantes.
Cualquier pavada parece ser motivo suficiente como para iniciar la tercera
guerra mundial.
Macri,
en un intento por devolverle al fútbol cierto sentido común, propuso jugar con
estas finales con hinchadas visitantes.
Lo
putearon desde Angelici hasta D’Onofrio, pasando por todos los tipos que en los
últimos años se cansaron de decir que el fútbol sin visitantes no era fútbol.
En
esta le doy la derecha al Gato, pero se ve que el país no está preparado
para tanto.
O
sea, no insistamos más.
Al
ritmo que venimos, dentro de muy poco tiempo, no sólo no va a haber hinchadas
visitantes sino que tampoco va a haber equipos visitantes.
¿Contra
quién juega Boca hoy? Contra Boca.
Vélez
versus Vélez. Racing versus Racing y así pronto terminaremos con todos los
problemas de fútbol argentino.
Veamos
la parte positiva.
Por
ejemplo, en el caso de Independiente vas a tener un equipo de Independiente con
su propia barra manejada por uno de los hijos de Moyano que va a jugar todos
los domingos contra otro Independiente con su otra barra manejada por otro hijo
de Moyano.
Esa es la
ventaja de tener varios equipos del mismo equipo y varios hijos del mismo
sindicalista con varios sindicatos conectados con varios barrabravas, todo en
el mismo combo.
Macri,
que está tan preocupado por esta final de la Libertadores, en realidad debería
olvidarse de la Copa, del Mellizo, del Muñeco y de todo el tema.
Sólo
debería aprovechar la coyuntura.
Según
todos los estudios conocidos, aproximadamente el 75% de los argentinos son
hinchas de Boca o de River.
Eso
quiere decir que en lo que resta del mes de noviembre, lo único que realmente
le va importar a la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos es esta histórica
y desesperante final de la Copa Libertadores de América.
Macri
puede hacer en noviembre lo que se le dé la gana: Total, nadie le va a dar ni
cinco de pelota.
Todo
aquello que no hizo de entrada en 2015 porque lo convenció el Club de la Buena
Onda y el Optimismo, podría hacerlo ahora tranquilamente.
Reforma
laboral, política, impositiva, previsional.
¡It´s
now, Cat!
Los
gobiernos suelen tener los primeros 100 días para hacer lo que quieran.
Estos
ñatos desaprovecharon 98.
Solo
usaron un día para resolver el quilombo de los buitres y otro para levantar el
cepo.
Y
esto último, en el apuro, lo hicieron con bastante ingenuidad.
Entre
viajes al exterior y compra de divisas para encanutar en el colchón, les
chuparon todos los verdes.
Era
sin cepo pero con algo de picardía, papá.
No
importa, ya está.
Lo
que fue, fue.
Ahora
la vida les da 30 días extra para que hagan lo que quieran.
Un
regalo de la Conmebol con dos VAR incluidos:
El
gol que le anularon al Palmeiras contra Boca y el penal que le dieron a River
contra Gremio.
En
general yo no creo en las teorías conspirativas pero si esto no lo organizó
Durán Barba le pega en el palo.
En
cualquier caso, el gobierno no lo puede desaprovechar.
Por
un mes nadie les va a prestar atención.
El
ministro Dujovne puede salir a caminar desnudo por la calle Florida con una
corona de margaritas en la cabeza, un cartel que diga “I Love Lagarde” y una
banderita de EEUU insertada en el upite que ni lo van a mirar.
Ni
una foto.
Nada.
“Mamá,
saquémonos una selfie con el señor Ministro de Hacienda que está en la esquina
bailando tap en bolas”.
“Callate
nene que estoy escuchando un reportaje al Muñeco Gallardo”.
Pueden
aumentar la luz, la nafta (esa ya anda viento en popa), subir ganancias, lo que
sea.
¡Ni
a los kirchenristas les va a importar!
Imaginemos
cuando Larroque convoque a la militancia a salir a la calle para quemar el
Congreso.
“Callate
gil, que están por anunciar si juega Wanchope o Benedetto…
¿En
qué país vivís Cuervo llorón?
Con
lo único que hay que tener cuidado es con el timing.
“El
que quiera andar armado que ande armado”, es una frase que Patricia Bullrich
podría haber dicho, sin ningún problema, cualquier día entre el primer partido
en la Bombonera y la revancha en el Monumental.
Pero
no diez días antes de que empiece la locura, como lo hizo.
Si
esperaba un poquito no se avivaba nadie.
Salvo
que la idea fuera ir vendiendo bolsonarismo con vistas a las elecciones del año
que viene.
Ahí
te la tomo.
El
sugestivo silencio de Marcos Peña y la última encuesta que sacude a la Casa
Rosada
Como
hizo Massa, que esta semana declaró “Bolsonaro
planteó una defensa de los brasileños”.
Es
una frase que, si la hubiera dicho la semana que viene no se enteraba ni el
loro pero dicha hace unos días tuvo su efectito bolsonariano.
Tampoco
es que se conmovió el tablero político.
Últimamente
el Frente Renovador no está pasando por un momento muy popular que digamos.
Pero
sirvió para que alguna derecha que siempre anda por ahí, le preste atención.
Y también sirvió
para que Margarita salga corriendo, lo pase a buscar a Ricardo Alfonsín, le
pegue una chifladita a los socialistas de Santa Fe y arme otro partido político
en un minuto.
Hasta
Cristina va a aprovechar el griterío de las finales para pegar un volantazo,
acercarse a Grabois y todo ese extraño progresismo antiabortista y
anticorrupción que no resiste el menor análisis.
Es
la manera kirchnerista de contrabandear bolsonarismo.
Aquella
tarde del 69 en el Monumental, mientras el capitán Silvio Marzolini lideraba la
vuelta olímpica, les prendieron los regadores de agua para perturbar el
festejo.
Hacía
30 grados.
Ese
fue todo el acto de rebeldía millonaria.
Para
los que no lo puedan creer, pueden entrar a YouTube, poner “Boca Campeón 1969
vuelta olímpica” y van a ver 4 minutos de una Argentina que ya no existe más.
Quizás con los
años algunas cosas se puedan recuperar.
Y
vos Gato, aprovechá este mes.
Tirá
las pálidas nuevas ahora que ni se van a notar (no como las anteriores que se
notaron todas).
Empalmá
la Libertadores con el G20.
Después
viene Navidad, Año Nuevo, algunos saqueos tradicionales (tratá de que sean
poquitos) y ya entramos en 2019, listos para la reelección.
Con
Copa Libertadores o humillados.
No
importa.
Vos
tranquilo, como Marzolini bajo los regadores y si es posible con un alguito
menos de inflación.
Pregunta:
¿G20
es Gato y 20 más?
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