De
cuatrero a matarife:
Historia
confidencial de Alberto Samid
Por
Christian Sanz
Esta
semana, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aseguró que Mauricio Macri
le pidió tomar el caso de Alberto Samid como ejemplo de que en la Argentina
"se acabaron los vivos".
Fue
en el marco del "paso de comedia" que se dio en los últimos días
respecto del "rey de la carne", quien intentó fugarse a Belice, pero
fue eyectado prontamente y con gran eficacia.
Las
palabras del presidente permiten recordar el historial de trapisondas de Samid,
que arrancan en el año 1996, cuando la DGI pidió su detención por conducir una "asociación ilícita integrada por
empresas fantasmas, testaferros insolventes y conexiones que alcanzaban a
firmas vinculadas con el fraude de la exportación de manufacturas de oro".
Es
el expediente que más lo complica en estas horas.
Entonces,
la DGI denunció que, no obstante jactarse de contar con un patrimonio de casi
100 millones de dólares, el empresario de la carne sólo admitió que su
principal sostén económico provenía de donaciones de su familia y de las dietas
que cobró como ex legislador.
Quien
lo acusó era uno de los capitostes de la entidad recaudatoria, Carlos Sánchez, quien hizo hincapié en
que la investigación propia de la DGI permitió desentrañar la existencia "de una estructura delictiva
organizada con la finalidad de evadir", cuyo jefe visible era el
propio Samid.
La
demanda estableció claramente que, entre las diversas empresas que Samid
manejaba, en forma directa o por terceros,
la evasión alcanzaba los 88.077.885 pesos por retenciones y
percepciones efectuadas y no ingresadas.
El
trabajo de la DGI, de 65 carillas, fue meticuloso y cuidado, y allí se planteó
la sospecha de que el empresario de la carne era dueño directo o por terceros
(testaferros) de 27 empresas frigoríficas y faenadoras.
La
demanda incluyó incluso expresiones públicas de Samid quien aseguró poseer una
fábrica de camperas y un local de ventas en la Quinta Avenida, en Nueva York.
"Se jacta
de ser el propietario de la cadena de carnicerías La Lonja; acostumbra a
movilizarse en helicóptero y en avión, se comunica con una cantidad
indeterminada de teléfonos celulares y estima que tiene un patrimonio de casi
cien millones de dólares", recoge la denuncia de la DGI.
Por
si lo antedicho fuera poco, la propia entidad recaudatoria señaló entonces que
Samid tampoco "tributa el impuesto
a la riqueza, no ingresa el impuesto a las ganancias ni cumple con sus
obligaciones previsionales como trabajador autónomo ni como empleador de los
casi 7.500 trabajadores que dice ocupar".
Sueltame pasado
El
prontuario de Alberto Samid no es nuevo, arrancó en 1968 con una causa por
"hurto calificado".
A
partir de allí, supo multiplicar sus hojas a través de los años, hasta
convertirse en un repertorio por demás variado de carátulas que van desde el robo de automotores hasta
la violación de sellos y de las funciones públicas.
Su
nombre apareció por primera vez en el tema de la evasión tributaria en los años
80, cuando se gravó con el IVA a las
carnes.
Por
ese entonces, Samid alquilaba el frigorífico Caucán, que había sido de la
quebrada Sasetru, por el que debía pagar 100.000 dólares mensuales.
Su
vida nunca estuvo libre de los escándalos y cuestionamientos, no sólo como
empresario, sino también como político, ámbito en el que no logró el poder que
hubiese deseado.
A
falta de coherencia, Samid fue menemista en la época de Menem y devino en
kirchnerista con la asunción del kirchenrismo.
Según
reveló Jaime Rosemberg hace unos años, sus detractores -numerosos, por cierto- lo
acusan de haberse enriquecido evadiendo impuestos, de utilizar su verborragia y
su propia humanidad para agredir y trascender, de acomodarse al calor del poder
de turno para crecer en el mercado agropecuario.
Con
el tono agudo y enérgico que lo caracteriza, él les responde con fiereza:
Se
autodenomina "un peronista militante", dice que lo atacan por
defender "la causa nacional" y desafía a quienes lo cuestionan a que
demuestren sus dichos en los tribunales.
Oportunamente,
en un extenso diálogo con La Nación, Samid dejó claro que sus amores y odios
están bien definidos.
Dijo
que el gobierno kirchnerista era "el mejor de la historia argentina",
y sindicó como responsable de la crisis nacional de sus últimos años a la
"oligarquía vacuna", un confuso conglomerado en el que sumó a la
Sociedad Rural, los capitales ingleses y los líderes opositores Mauricio Macri
y Elisa Carrió.
Respecto
a su persona, un antiguo dirigente menemista que pidió reserva de su nombre
afirmó:
"Es un
evasor de todo lo imaginable, paga en negro a sus empleados, debería estar
preso si éste fuera un país normal".
La
misma fuente reveló que hubo una reunión de la corriente peronista Federalismo
y Liberación, hacia 1992, en la localidad cordobesa de Cosquín, a la que Samid
pretendió sumarse y de la cual fue "echado a patadas".
A
su vez, un veterano consignatario del Mercado de Hacienda de Liniers se quejó de la "impunidad con la que
actúan él y sus secuaces" y le atribuyó la propiedad de varios
frigoríficos.
Pero
no todos son testimonios reservados.
El
13 de marzo de 2001, diario La Nación convocó a una mesa redonda sobre el tema
carnes y allí varios especialistas coincidieron en señalar a Samid como
"cuatrero".
Los
expositores fueron:
El
ingeniero Alberto de las Carreras, ex vicepresidente de la Cámara de
Exportadores de Carne y ex secretario de Comercio Exterior de la Nación,
el
abogado Carlos García Lorea, coordinador de Acción contra el Crimen Organizado,
el Lavado de Dinero y Narcotráfico de la AFIP,
y
el ingeniero Luis Enrique Garat, ex presidente de la Junta Nacional de Carnes y
ex director de la Sociedad Rural Argentina.
Todos
los mencionados coincidieron en que la mafia de las carnes ha evolucionado
desde la práctica violenta a formas más sofisticadas de negocios de
"cuello blanco", y aunque los grandes grupos han sido desbaratados
por la Justicia, aún persisten
prácticas de abigeato, cuatrerismo y evasión fiscal.
Y
allí aparece la primera referencia al vicepresidente del Mercado Central:
"Lo
primero que hay que decir es que a partir de 1998 la cuestión de la mafia de las
carnes se empieza a controlar.
Hasta
ese momento la gente asociaba los nombres de Alberto Samid o Roque Guerra como
los paradigmas de esa mafia", dijo García Lorea.
Garat
arrojó sospechas en el mismo sentido:
"Samid
tuvo un frigorífico grande en Ezeiza, que era del grupo Sasetru, y desde ahí
creció.
Es lógico
suponer que estaba arreglado con alguien, porque tenía un alquiler de 100 mil
dólares al mes que no pagó nunca.
Pagaba
de vez en cuando algo, 10 mil o 20 mil.
Con
ese frigorífico en sus manos, gratis, creció y creció.
La
Junta de Carnes había exigido que, para empezar la faena, tenían que depositar
un impuesto que se fijaba con las boletas de pago.
Y
había algo raro ahí.
Las
boletas decían, por ejemplo, 2 millones con 15 pesos, un millón 23 pesos, y siempre
así.
Eran millones y
monedas, porque eran cifras chicas a las que le, agregaba, los ceros.
Eso
se documentó y llegó a la DGI, pero él tenía como asesor a alguien que hizo que
desapareciera el expediente.
“Había
un duplicado, pero también se perdió".
En
estas horas, Samid está siendo investigado por la justicia, al tiempo que
permanece en prisión.
Parte
de lo que los investigadores intentan determinar es lo aquí revelado.
El
tiempo dirá...
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