Silvia
Fesquet
Nueve
noches.
Apenas
nueve noches en once años pasaron juntos Juan Carlos Onetti e Idea Vilariño.
Fueron
suficientes, sin embargo, para dar pie a una de las más intensas, apasionadas y
desgarradas historias de amor.
De
ella surgieron también decenas de poemas, tan bellos como dolorosos, paridos
por la pluma de la mujer que, casi podría decirse, estaba predestinada.
Idea,
la bautizaron sus padres, y en su Montevideo natal creció junto a sus hermanos
Azul, Numen, Poema y Alma, en una casa donde se respiraba anarquismo,
música y literatura.
En
su vida la muerte fue una presencia cercana y temprana.
Era
adolescente cuando murieron su madre, su hermano mayor y su padre.
Tiempo
después, y no por primera vez, enfermó ella.
Su
piel se necrosaba todos los días; debían sumergirla en una bañera con agua y un
producto que no recuerda hasta que la piel se ablandaba.
“Esa piel caía y
yo quedaba con una piel tan frágil que si me movía se rompía”, contó, ya
adulta, en una entrevista con María Esther Gilio.
“Apenas
comenzó su beso, sollozó, empezó a sollozar por detrás de aquel beso, después
del cual debí morirme.”
A
cicatrizar esas y otras heridas la ayudó Manuel Claps, en sus palabras, “el primer hombre en todo sentido”.
Fue
él, que ya no era su pareja, quien la convenció para que asistiera a una
reunión en la que estaría Juan Carlos Onetti.
Eran
los '50.
“Me enamoré, me
enamoré, me enamoré”,
recordaría años más tarde acerca de aquella noche.
Y
agregaría, ante Gilio:
“Yo no debí
haberme enamorado nunca de Onetti.
Era el último
hombre que tenía que haberme gustado.
Éramos dos
personas absolutamente contradictorias”.
Pero
la mujer de sonrisa giocondina, como la llamó él, cayó seducida por ese
escritor enorme que un día, en pleno romance con ella en Montevideo, le dijo
que debía viajar a Buenos Aires porque tenía que casarse.
Ese
fue el verbo que usó, y así le hizo saber que contraería matrimonio con
Dorothea Muhr, Dolly, la mujer con la que pasaría los 40 años que le restaban
de vida.
Casado
antes, se había separado para volver a hacerlo con una mujer que no era Idea.
De
una manera u otra, la relación con ella se mantendría viva hasta el final.
Nunca
dejaron de escribirse cartas, nunca dejaron de estar uno en la vida del otro, a
pesar de todos los vaivenes, a pesar de los otros amores de ella, a pesar de
todo.
Uno
de sus últimos encuentros fue en 1974.
Onetti
estaba internado y ella fue a visitarlo.
Al
tanto de la historia, Dolly salió de la habitación cuando llegó Idea, quien
recordaría así aquella noche de confesiones:
“Me levanté y
quise tocarlo, tocar su mejilla con la mía.
Apenas llegaba a
él cuando me agarró con un vigor desesperado y me besó con el beso más grande,
más tremendo que me hayan dado, que me vayan a dar nunca, y apenas comenzó su
beso, sollozó, empezó a sollozar por detrás de aquel beso, después del cual
debí morirme”.
“Ya
no será/ ya no (…)
Ya
no estás en un día futuro/ no sabré dónde vives/ con quién/ ni si te acuerdas/
No
me abrazarás nunca/ como esa noche/ nunca/
No
volveré a tocarte/ No te veré morir”.
Así
escribía en “Ya no”, uno de los tantos poemas que disparó ese amor.
Él
le dedicaría su novela “Los adioses”.
La
última carta que le escribió, en 1994, decía:
“Te
pago con un sueño”.
Idea
la recibió en Montevideo unos días después de que Onetti muriera en Madrid,
donde residía desde hacía casi 20 años.
“Nos
vamos a morir sin aprender a hablarnos”, le había dicho ella, mucho
tiempo atrás, cuando él salió de la cárcel a que lo había confinado la
dictadura uruguaya.
Idea
Vilariño fue, largamente, mucho más que la historia de amor que atravesó su
vida.
Además
de poeta premiada y esencial fue ensayista, crítica literaria, docente,
traductora.
Perseguida
por el gobierno militar de su país, compuso temas emblemáticos musicalizados
por Zitarrosa, Viglietti y Los Olimareños.
“Como
un disco acabado/ que gira, gira y gira/ ya sin música/ empecinado y mudo/ y
olvidado./ Bueno/ así”, escribió en uno de sus poemas.
Tenía
88 años cuando murió, unas semanas antes que su entrañable amigo Mario
Benedetti.
Fue
en Montevideo, el 28 de abril de 2009.
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