Que
si nació hoy, que si nació ayer,
Que
si nació aquí, que si nació allá.
Que
si murió a los 33, que si murió a los 36.
Que
cuántos clavos, que cuántos panes y pescados.
Que
si eran reyes, que si eran magos.
Que
dónde está, que cuando vuelve.
A
mí me agarró la mano cuando más lo necesitaba.
Me
enseñó a sonreír y agradecer por las pequeñas cosas.
Me
enseñó a llorar con fuerzas y soltar…
Me
enseñó a despertarme saludando al sol y a acostarme con la cabeza tranquila.
A
caminar muy lento y muy descalzo.
Me
enseñó a abrazar a todos.
Me
enseñó mucho.
Me
enseñó a quererme con ganas.
A
querer al que tengo al lado y, de cuando en cuando, a estirarle la mano.
Me
dejó que me aleje, sin enojarse.
Que
salga a conocer la vida.
A
equivocarme y aprender.
Y
me siguió cuidando.
Hasta
me dejó aprender de otros maestros, sin ponerse celoso.
Porque
es de necios no escuchar a todo el que hable de amor.
Y
porque hoy, más que nunca, entiendo que todos hablan de lo mismo.
Me enseñó que
solo vengo por un tiempito, y solo ocupo un lugarcito...
Y
me pidió que sea feliz.
¡¡¡Se
llama Jesús!!!
Desconozco
el autor.
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