El peligroso rumbo de la economía
kirchnerista
El
núcleo duro del kirchnerismo se jacta de la nueva agenda chavista del
presidente Fernández, pero los resultados de las expropiaciones ya son
conocidos. Argentina cada vez más cerca de Venezuela.
En
medio del caos económico y la pandemia, el gobierno direcciona esfuerzos y
recursos para avanzar en la expropiación de Vicentin.
Las
prioridades de Alberto Fernández parecen ser selectivas, y la salud ocupa un
rol central, siempre y cuando el humor
expropiatorio de La Cámpora no intervenga en las decisiones del gobierno.
El
gobierno anunció la intervención de Vicentin para evitar que la empresa fuera
eventualmente vendida a Glencore, una firma de origen suizo.
De
esta manera, la objeción no fue una simple deuda de la empresa con el Banco
Nación, sino evitar la “extranjerización y mantener la soberanía
nacional”.
Este
tipo de rol en el estado recuerda a los peores años del kirchnerismo, y a los
tiempos en donde el periodista Bernardo Neustadt desarmaba un teléfono de la
estatal ENTEL, en busca de alguna soberanía escondida en el aparato.
Algunos
economistas ya anticiparon sobre los efectos nocivos de esta decisión.
Este
es el caso de Carlos Rodríguez, que advierte que este ánimo expropiatorio
podría ser parte de un plan integral para incorporar un modelo chavista.
El ex
funcionario de Menem aseguró en una columna de opinión para el Diario Infobae,
que la idea fundamental es apoderarse de las empresas claves en la economía.
“Acá
no hay excusa de virus ni de pandemia que valga para tomar estas decisiones. Yo
vengo hablando desde hace un tiempo de la estrategia caribeña que está dando
este Gobierno y esto es un paso más, muy consistente, en esa dirección:
chavismo puro”,
señaló.
El
estado no toma esta decisión en el marco de la pandemia, sino que utiliza el
contexto económico para avalar sus políticas.
En
lugar de invertir en hospitales, camas o respiradores, Alberto Fernández y su equipo estima conveniente apoderarse de una
parte del mercado de granos, uno de los más competitivos en la
Argentina y en el mundo.
Para
Carlos Rodríguez, la economía podría enfrentar un duro revés ante el proceso de
nacionalización y socialización de cada vez más rubros en la economía. Además,
aseguró que muchas otras empresas del rubro agro-alimenticio enfrentan duras
dificultades dado el contexto actual, y sería ridículo plantear masivas
nacionalizaciones.
Otro
economista que planteó la misma idea fue Roberto Cachanosky, también en su
propia columna de opinión para Infobae.
Cachanosky
resaltó lo ridículo que supone poner en manos estatales a una empresa para
eventualmente mejorar su funcionamiento, cuando el propio estado está quebrado.
“La
realidad es que el estado pierde cientos de millones de dólares con las
empresas estatales. No puede manejar eficientemente Aerolíneas Argentinas y ni
siquiera tiene la capacidad para administrar bien las cuentas del sector
público, porque la principal fuente de financiamiento del estado hoy es la
emisión monetaria que hace el BCRA, y encima pretende estatizar una empresa
cuyo servicio lo puede prestar cualquier otro competidor”, sentenció el
economista.
Si
bien algunos personajes poco felices como el humorista Dady Brieva aclamaron
con cierto entusiasmo el rumbo chavista, desde el oficialismo prefieren
negarlo, pues resulta sumamente impopular señalar las bondades de la dictadura
bolivariana.
El
kirchnerismo planteó que, lejos de parecernos a Venezuela, el modelo se asemeja
cada vez más al alemán.
Y
la razón fue que el gobierno alemán tomó la decisión de rescatar a la aerolínea
Lufthansa.
Además,
destacan el accionar del gobierno norteamericano durante la crisis del 2008, el
cual también salió al recate de muchas grandes empresas.
La
diferencia que se omite, es la que
hay entre una lisa y llana expropiación, y un rescate financiero.
El
gobierno alemán se volvió un importante accionista en la empresa Lufthansa, a
partir del rescate que hizo para evitar que esta entrara en quiebra, pero se
comprometió a privatizar ese paquete accionario, conforme se avance en la
recuperación de la economía.
De
igual manera, el gobierno norteamericano del entonces presidente George W.
Bush, también se había comprometido a una agenda de privatización futura.
Es
decir, el rol del estado en los países desarrollados a los que el kirchnerismo
hace referencia, no era el de
participar más en la economía como un nuevo socio de las empresas, sino el de brindar un colchón financiero
para facilitar el funcionamiento de la actividad privada.
La
expropiación no se trata de una nacionalización temporal y con fines
circunstanciales, se trata del
apoderamiento estatal de un sector en la economía.
El rol del
estado argentino no sería salvar a una empresa, sería sustituirla en sus
funciones y desplazarla.
Y este modelo, muy lejos de asemejarse al alemán
o al norteamericano, es exactamente lo que se aplicó en la Venezuela de Chávez
y Maduro
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