Por Pablo Dócimo
Un señor que hace que gobierna pero no gobierna, ofrece reportajes berretas a youtubers, en los que trata de explicar lo inexplicable y defender lo indefendible
Recién miraba el comienzo de un capítulo de una vieja serie de los años 80 llamada "Magnum".
En
esta ocasión, al protagonista, un intrépido detective, lo envían a una misión
de riesgo en la frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina; "un
lugar sin leyes" según nombraron en la serie.
Y
claro... duele, o molesta, ver que tengan esa visión de nosotros, pero por más
que hayan pasado 40 años del estreno del capítulo en cuestión, nada ha
cambiado, absolutamente nada, especialmente en nuestro país, donde la ley
siempre, históricamente, estuvo, está y estará al servicio del poder de turno.
No
es necesario ahondar en el tiempo ni trasladarnos a décadas pasadas para verlo.
Podríamos citar casos de este mismo año para demostrar que, efectivamente, Argentina es "un lugar sin leyes".
Podríamos comenzar con el vergonzoso "vacunagate" o, si usted prefiere, el "vacunatorio vip" que funcionaba en el mismísimo Ministerio de Salud.
En
cualquier país medianamente normal, absolutamente todo el gobierno, desde el
presidente hasta los secretarios de los subsecretarios volarían por los aires,
pero como estamos en "un lugar sin leyes", no pasa ni pasará
absolutamente nada.
Todo
se solucionó con hacer renunciar a Ginés González García, y ya está.
Y
ponen a cargo del Ministerio a Carla Vizzotti, quien también formó parte del
delito de hacer vacunar a familiares y amigos.
Pero
la lista es larga, tan larga que incluye a Sergio Massa y a los mismísimos
suegros del presidente, nada más ni nada menos, que de la "Honorable
Cámara de Diputados".
Pero eso es solo una parte del desastre institucional que estamos viviendo.
En este mismo "lugar sin leyes", la justicia, la misma justicia que liberó a miles de presos, a Amado Boudou y otros, absolvió al "Pata" Medina, cuando él mismo se había declarado culpable aceptando todos los cargos que se le imputaban; sin embargo, condenan al policía Chocobar por hacer su trabajo.
También, en este "lugar sin leyes", más allá de los delirios de nuestra justicia, tenemos a un ministro de economía cuya función solo se limita a tratar de convencer al FMI y al Club de París que nos sigan postergando pagos de la deuda, pero que desde el Instituto Patria lanzan una solicitada pidiendo que esa deuda no se pague.
El
delirio, a esta altura es total.
Tal
es la magnitud del delirio, que vaya uno a saber a quién se le ocurrió la
fantástica idea de cerrar las exportaciones de carne para bajar el precio en el
mercado local.
No solamente es un delirio (perdón por repetir tantas veces la palabra delirio, pero es lo que los caracteriza) sino que es una imbecilidad supina.
Tal
es así que los resultados de semejante medida fueron, como no podía ser de otra
manera, totalmente adversos a los que supuestamente esperaba quien hace las
veces de presidente, Alberto Fernández.
Mientras
tanto, el señor que hace que gobierna pero no gobierna, ofrece reportajes
berretas a youtubers, en los que trata de explicar lo inexplicable y defender
lo indefendible.
Por
ejemplo, el fracaso más grande del planeta sobre el manejo de la pandemia o la
falta de vacunas, sin explicar que pasó, realmente, con Pfizer o con las
vacunas provenientes del fondo COVAX.
Pero Alberto Fernández, al igual que su jefa y actual presidenta de facto, va más allá, y en un foro económico de Rusia lanza una frase que, realmente, en lo personal, me encantaría que argumente o demuestre con ejemplos:
"Es
hora de entender que el capitalismo no ha dado buenos resultados".
Una
vez más, estoy tentado de escribir la palabra delirio.
Y esta es la parte fundamental, o si se quiere, la más inentendible e inexplicable sobre la postura de este gobierno.
¿De
qué lado del mundo queremos estar, del lado de los países que podrían ayudarnos
o del lado de Venezuela, Cuba, China, Rusia o, lo más descabellado, del lado de
Irán?
Vale recordar que en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la Argentina votó a favor de la apertura de una investigación sobre posibles violaciones a los derechos humanos en los territorios palestinos, en la Franja de Gaza, por parte de las fuerzas israelíes.
Ante
esta decisión, el Estado de Israel consideró "inaceptable" la
posición adoptada por Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas en
el marco de la escalada de conflictos entre las fuerzas militares israelíes y
la organización extremista terrorista palestina Hamas.
Pero no solo eso.
En
línea con la posición de estar siempre del lado equivocado, Alberto Fernández
también se refirió, hace unos días, a la situación de los derechos humanos en
Venezuela y señaló que ese “problema” estaba “desapareciendo” en ese país, que
vive desde hace años una grave crisis humanitaria, política y social sin
precedentes bajo la dictadura de Nicolás Maduro fundada por otro socio
"estratégico" del kirchnerismo, Hugo Chávez.
¿De qué lado del mundo queremos estar, cuando el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, en su informe de gestión ante el Senado tuvo la caradurez de decirle a la oposición que debería "rendir cuentas"?
Evidentemente,
desde el oficialismo viven otra realidad, que no es la misma que vivimos los
ciudadanos comunes. Pero no conforme con semejante burrada, lanzó: “En ningún
país del mundo hay inversiones porque se bajen los impuestos. Las inversiones
van donde hay demanda. En ningún país del mundo hay inversiones porque haya
flexibilización laboral o donde haya una aversión al medioambiente”.
Todos estos delirios e incongruencias no quedan acá. Todo esto lo ve el mundo entero, lo que nos pone en una situación lamentable.
Nos
convierte en un país impredecible, inviable, un país fuera del mundo, carente
de toda credibilidad.
Pero si hablamos de credibilidad, ¿qué credibilidad puede tener un gobierno cuyo Presidente quiere echar a un subsecretario, un funcionario de cuarta categoría, y un gobierno provincial se lo impide, le marca la cancha y además le impone las medidas sanitarias y económicas?
¿De qué lado del mundo queremos estar? decididamente, mientras nuestro país siga gobernado por Cristina Fernández, que es la que realmente gobierna, estaremos de este lado del mundo, del lado equivocado, en "un lugar sin leyes".
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