Por Carlos Mira
Esto va a ser corto y franco.
Las elecciones
de noviembre de este año pueden depositar a la Argentina en Venezuela o bien
puede ser el primer paso para iniciar un camino que la distancie de ese
infierno.
La
responsabilidad del pueblo es mayúscula frente a ese acontecimiento.
Pero
si la gente debe tomar esto con la mayor de las seriedades, los dirigentes de
la oposición deben jugar un papel histórico frente a esta encrucijada.
El
mal debe perder.
El
mal debe ser vencido.
Pocas veces una
agrupación política haya sido travestida en una organización del mal como el
peronismo lo ha sido con su versión kirchnerista.
Esa
hydra de siete cabezas debe terminar; no puede continuar al servicio de los
caprichos de una señora a la que la vida la ha alejado de sus cabales.
Frente a este escenario, es de la mayor prioridad que el espacio opositor llegue a un rápido acuerdo para resolver en una interna amigable los candidatos únicos para vencer a la amenaza comunista.
Es
más, lo ideal sería que la interna fuera
antes de las PASO; es decir, realizar una primaria “privada” (al estilo de la
que llevó adelante el mismísimo peronismo entre Cafiero y Menem en 1988)
resolver las candidaturas, e ir a las PASO completamente unificados y dar allí
ya un primer golpe de efecto.
En esa unificación incluyo a todos los partidos que defiendan la libertad, la República, la división de poderes y la occidentalización.
La
oposición argentina debería replicar en todo lo que pueda lo que hizo en Madrid
Isabel Díaz Ayuso que logró trasmitir al electorado el real peligro al que la
libertad estaba expuesta frente a la autocracia pre comunista.
Los
libertarios juegan aquí una enorme responsabilidad ciudadana.
Quienes siguen estas columnas no deben necesitar mucho trabajo para advertir que mis preferencias están con ellos.
El
país necesita un shock liberal verdadero.
La
decadencia estatista y populista ha sido de tal magnitud que, aunque más no
fuera para producir un cambio de rumbo tentador, el país debe darle una
oportunidad a las ideas que lo convirtieron en un país moderno, rico y pujante.
Pero la
prioridad debe ser, una vez más, vencer al mal.
Yo
estoy de acuerdo que sería un nuevo round de lo “menos malo”, por eso la idea
debería ser la de que los libertarios pudieran tener una oportunidad en una
enorme primaria republicana.
Aquí
es República vs Dictadura de Nomenklatura.
Se
acabaron las alternativas “finitas”.
El
pincel se ha transformado en una enorme brocha gorda.
¿Será
posible soñar en un armado de esa naturaleza?
No
hay dudas que la dimensión del problema argentino es tan grande que se requiere
una grandeza equivalente para, al menos, intentar enfrentarlo.
El mal se unió cuando intuyó que ese era el único camino para volver al poder y desde allí volver a manejar el joystick, incluso de sus propias libertades ambulatorias.
La
comandante de El Calafate dejó de lado las palabras que decenas de otros
impresentables habían dicho de ella hasta hacía cinco minutos, se tapó la nariz
y armó su plan.
Quizás
haya llegado la hora que el bien se tape la nariz.
Quienes
defienden la República no pueden darse el lujo de aspirar a oler solo el
perfume que más les gusta.
Es
hora de construir el perfume, aunque para ello haya que combinar varias
esencias que, en principio, solo
tiene en común el rechazar el olor del veneno.
Por
Carlos Mira
Esto
va a ser corto y franco.
Las elecciones
de noviembre de este año pueden depositar a la Argentina en Venezuela o bien
puede ser el primer paso para iniciar un camino que la distancie de ese
infierno.
La
responsabilidad del pueblo es mayúscula frente a ese acontecimiento.
Pero
si la gente debe tomar esto con la mayor de las seriedades, los dirigentes de
la oposición deben jugar un papel histórico frente a esta encrucijada.
El
mal debe perder.
El
mal debe ser vencido.
Pocas veces una
agrupación política haya sido travestida en una organización del mal como el
peronismo lo ha sido con su versión kirchnerista.
Esa
hydra de siete cabezas debe terminar; no puede continuar al servicio de los
caprichos de una señora a la que la vida la ha alejado de sus cabales.
Frente
a este escenario, es de la mayor prioridad que el espacio opositor llegue a un
rápido acuerdo para resolver en una interna amigable los candidatos únicos para
vencer a la amenaza comunista.
Es
más, lo ideal sería que la interna fuera
antes de las PASO; es decir, realizar una primaria “privada” (al estilo de la
que llevó adelante el mismísimo peronismo entre Cafiero y Menem en 1988)
resolver las candidaturas, e ir a las PASO completamente unificados y dar allí
ya un primer golpe de efecto.
En
esa unificación incluyo a todos los partidos que defiendan la libertad, la
República, la división de poderes y la occidentalización.
La
oposición argentina debería replicar en todo lo que pueda lo que hizo en Madrid
Isabel Díaz Ayuso que logró trasmitir al electorado el real peligro al que la
libertad estaba expuesta frente a la autocracia pre comunista.
Los
libertarios juegan aquí una enorme responsabilidad ciudadana.
Quienes
siguen estas columnas no deben necesitar mucho trabajo para advertir que mis
preferencias están con ellos.
El
país necesita un shock liberal verdadero.
La
decadencia estatista y populista ha sido de tal magnitud que, aunque más no
fuera para producir un cambio de rumbo tentador, el país debe darle una
oportunidad a las ideas que lo convirtieron en un país moderno, rico y pujante.
Pero la
prioridad debe ser, una vez más, vencer al mal.
Yo
estoy de acuerdo que sería un nuevo round de lo “menos malo”, por eso la idea
debería ser la de que los libertarios pudieran tener una oportunidad en una
enorme primaria republicana.
Aquí
es República vs Dictadura de Nomenklatura.
Se
acabaron las alternativas “finitas”.
El
pincel se ha transformado en una enorme brocha gorda.
¿Será
posible soñar en un armado de esa naturaleza?
No
hay dudas que la dimensión del problema argentino es tan grande que se requiere
una grandeza equivalente para, al menos, intentar enfrentarlo.
El
mal se unió cuando intuyó que ese era el único camino para volver al poder y
desde allí volver a manejar el joystick, incluso de sus propias libertades
ambulatorias.
La
comandante de El Calafate dejó de lado las palabras que decenas de otros
impresentables habían dicho de ella hasta hacía cinco minutos, se tapó la nariz
y armó su plan.
Quizás
haya llegado la hora que el bien se tape la nariz.
Quienes
defienden la República no pueden darse el lujo de aspirar a oler solo el
perfume que más les gusta.
Es
hora de construir el perfume, aunque para ello haya que combinar varias
esencias que, en principio, solo
tiene en común el rechazar el olor del veneno.
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