Carlos Mira
El impresentable presidente mexicano, Manuel López Obrador, en un seminario sobre “Simón Bolívar, el libertador” sorprendió con un bilioso ataque a los EEUU y con una incomprensible defensa a la dictadura cubana, que incluyó una sugerencia de terminar con la OEA -a la que definió como una organización que actúa como lacayo de Washington-.
Nuestro lacayo, Fernández, en una reunión en la que se celebró el segundo aniversario del Grupo de Puebla, la organización que apoya la conversación totalitaria de América Latina, se le unió inmediatamente diciendo que la OEA “así como está no sirve”, copiando prácticamente el discurso del dictador Maduro que lo había precedido en el uso de la palabra.
López Obrador en su presentación, volvió a repetir el antiguo discurso del Intervencionismo norteamericano en América Latina, respecto del cual dijo que sólo podía anotarse una excepción digna: la de Cuba, a quien definió como el único país que había enfrentado a los EEUU defendiendo su independencia y su soberanía.
También aludió en queja a la pérdida de territorio mexicano en 1848, luego de la guerra con EEUU a la que definió como un “zarpazo”, olvidando tal vez que el caudillo Antonio López Santa Anna (al que él seguramente admira porque reunía las condiciones autoritarias que su gira defiende) fue quien vendió parte de ese territorio a Washington.
Manuel López Obrador no es más que otro idiota útil importante.
¿Si
está tan afligido por lo que hizo EEUU, por qué no hicimos nosotros lo que
hicieron ellos?
¿Y
sabe por qué, López Obrador? (Y esto también va para el incompetente de
Fernández):
Simplemente
porque el pueblo latinoamericano es un pueblo holgazán, bravucón pero no
bravo, poco ingenioso para el bien y
creativo para la trampa, dependiente de la dádiva fiscal, sin autoestima de la
buena y lleno de resentimiento malo.
Por
eso no lo hicimos.
Por
eso no influimos nosotros a EEUU y sí ellos influyeron en nosotros.
Porque
nos gusta que el trabajo lo haga otro y nosotros aprovechar sus frutos.
Porque
no supimos organizar un sistema social, político y económico que funcione.
Porque
nuestra cultura no es industriosa ni avanzada en la técnica de resolver
problemas.
Porque
tenemos un complejo de inferioridad monstruoso.
Por eso EEUU se
llevó medio México y no México medio EEUU.
Porque
convengamos que no había ningún sino de la Historia que determinará ese
desenlace de 1848:
Si
México está tan molesto por haber perdido ese territorio, ¿por qué no fue y lo
ganó?
No lo hizo porque su organización era profundamente corrupta y esa corrupción corroe todo lo que se emprende, desde la gestión económica hasta la gestión bélica.
Así
que, López Obrador, en lugar de quejarse como un maricón y alabar dictaduras
que han reducido a millones a una indigencia miserable, mírese su propio
ombligo, un ombligo lleno de la misma mugre que le impidió a América Latina ser
lo que hoy son los EEUU.
En ningún lugar de la historia estaba pre-determinado que ellos fueran los ricos y poderosos y nosotros los pobres y miserables.
Ellos
construyeron su historia y nosotros construimos la nuestra.
Hagámonos
cargo y dejemos de canalizar nuestra frustración con envidia y resentimiento.
Dejemos
de llorar y hagamos algo por imitar lo que funciona…
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