“Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 510 y en el 2000 también…”
Discépolo “Cambalache”
Plantar
Bandera, es un término del argot
argentino, que significa, hasta aquí llegue, se acabó, desisto de aquello que
había emprendido.
Es
una situación interior y existencial, en la que se encuentran aquellos que
siempre han querido modificar su entorno, y llegan a la conclusión que todo
intento es imposible.
Que
la fuerza del poder y del dinero, en manos de inescrupulosos y gente de espíritu
rencoroso o vengativo, es superior a cualquier intento, individual o colectivo
que se pueda emprender.
Hay primero una tristeza, después un hastío y por fin un propósito de liberación, queriendo deshacerse del objetivo que no se pudo cumplir, y pensar en otro u otra cosa.
Hay
que tener en cuenta, que la situación que lleva a este hartazgo y al propósito
de concluir con el empeño realizado, tiene como origen la postura de algún
individuo o grupos de individuos, cuyo perfil es soberbio, autoritario, inmodificable
y superior al resto de sus semejantes.
Denota
una falta de paz y armonía interior, y quizás un desprecio por sí mismo.
Desde lo psicológico, el que trata mal a los demás, se trata mal a sí mismo, el que odia, es porque también se odia a sí mismo, porque cada cual proyecta lo que en el fondo íntimamente es.
Si
a ese perfil, se une el componente de ser poderoso, o de tener riqueza
exorbitante, el juego parece concluido.
El
poder y el dinero fascinan, desde ambos lados, desde el que lo posee y desde el
que lo sufre.
Porque
como no se puede vivir sin un poco de autoestima, aquellos que creen que no la
tienen, se impostan en la estima de los demás.
Es
como el simpatizante de una institución deportiva, que siente que cuando gana,
es él quien gana.
O
el adepto a un sector o un partido, o un ídolo, que siente que sus triunfos y
lo que logra, es también suyo.
Este
paquete psicológico social, muy post moderno, es el que constituye la mayoría
de las sociedades que se generan en países en desarrollo, y que obstruyen su
crecimiento, otorgando un crecimiento
exponencial a los dueños del poder y del dinero.
El individuo y el grupo, se fija metas.
Piensa,
si logramos esta condición, si recortamos cierto poder o cierta influencia, las
cosas cambiarán.
Pero
paradojalmente, en lugar de cambiar, las cosas empeoran, se hacen más
favorables a los poderosos y peores para ellos.
Dicen
los biólogos, que cualquier organismo que levanta la cabeza, y es golpeado cada
vez que la levanta, a la cuarta o quinta vez es posible que no la levante más.
Entonces,
cunde el desánimo, y además el cuestionamiento personal, por haber evaluado
mal.
Creí
que si esto pasaba, íbamos a estar mejor, pero no, me equivoqué, entonces
quizás las cosas siempre sean así.
¿Qué hago?
Planto
bandera, me rindo, dejo de oponerme, de protestar, de tratar de crear un
entorno distinto, y que las cosas sigan su camino.
Pero
hay un error conceptual.
El
mundo gira, y siempre tiene vuelto.
El
que está aquí, podrá estar allí, y el que las hace las paga.
La
historia nos muestra muchísimos ejemplos de poder absoluto, de riquezas
fastuosas, que han terminado y caído en el ostracismo.
Porque
además hay otra situación, el que pretende cambiar la realidad a su antojo,
porque no le conviene o no le gusta, podrá crear otra realidad paralela,
relatarla o señalarla como real, pero en rigor de verdad, no será la realidad.
Con
el agravante, que aquello que quiso ocultar, o que no haya sucedido, en
realidad sucedió y lo tiene incorporado a su ser.
Él
es quien es, con lo que en realidad fue, no con lo que pretende hacer creer que
fue, y está incorporada esa realidad en su ser, en su cuerpo y en su alma, sin
otra posibilidad.
Sólo
tratar de ser mejor, tratar de vivir una vida distinta.
La vida es bella, y llena de esperanzas, no importa lo que suceda a nuestro alrededor, siempre nosotros podemos agregarle un plus desde nuestro compromiso con la bondad, la justicia, la paz, el equilibrio y sobre todo el amor.
Porque
es el amor la fuerza que hará que el mundo cambie, insensiblemente y aunque nos
cuesto mucho y nos duela.
Por
eso “Hasta aquí llegue”, es el argumento que debemos emplear en el momento de
emprender la partida hacia el más allá, y con la convicción de haber hecho lo
imposible para cumplir con nuestro deber.
Elias D. Galati
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