"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 21 de diciembre de 2009

Las honduras de América Latina

"...Colocar a Zelaya como paladín del estado de derecho fue la peor de las ocurrencias de los que dicen haber salvado la Constitución y las leyes..."

Paul Laurent

Hasta la noche del sábado 27 de junio, Manuel Zelaya era una seria amenaza contra el estado de derecho hondureño. Sin rubor, el susodicho aspiraba a tirar por la borda casi treinta años de democracia representativa con el directo objetivo de dar paso a sus delirios reeleccionistas.
Al amanecer del domingo 28 la legalidad del país centroamericano era deshecha de un soplido.

Paradójicamente, la Corte Suprema y el Parlamento aprobaron el secuestro y destierro del presidente Zelaya por efectivos militares.
Menos de un año atrás el ecuatoriano Rafael Correa tuvo mejor “suerte”: logró ganar un referéndum, cambiar la constitución y poner magistrados a su imagen y semejanza. Hoy tiene la misma base social y legal que el comandante Hugo Chávez, el espejo y mecenas de estos retroprogresistas.
Igual hizo el indigenista Evo Morales en Bolivia, recordemos que hizo aprobar la constitución de su país en un cuartel militar.

En pocas palabras, Zelaya fracasó.
Pero en su fracaso arrastró no sólo a su país a la oscuridad y la incomunicación con el mundo (por el momento sus seguidores no sabrán de prensa libre, incluida CNN, a la que añoran), sino que con ello pone en jaque a toda la región.
Así, lo que esta lamentable situación nos advierte es que América Latina sigue siendo institucionalmente frágil. Demostrándonos que décadas de esfuerzo por vivir bajo el imperio de la ley se pueden venir abajo cualquier mañana de estas.

Sin exagerar, porque la realidad es más exagerada que cualquier paranoia, hoy en día América Latina se encuentra en su hora más difícil.
Y aquí Chávez y compañía son la anécdota cruel, pero no el drama mayor.
Drama que se centra, antes que la arremetida de hacedores de pobres, en los soportes político-culturales que permiten que ello ocurra.
Soportes que los adversarios del paladín del movimiento bolivariano suelen nutrir eficientemente con su irresponsable demagogia, si es que la promesa fácil y el discurso oportunista les permite ganar elecciones.

De ello el peruano García Pérez es el más claro ejemplo.
Venció en la campaña presidencial a un candidato “antisistema” como Ollanta Humala empleando un discurso propio de cualquier desaforado “antisistema”.
Hagamos memoria, García se opuso hasta el último día de la contienda electoral al TLC con EE.UU.
Luego, ni bien ganó las elecciones lo impulsó y rubricó.
Cinismo total.
Hoy acusa a los opositores al TLC de retrógrados y acomplejados.

Ciertamente este tipo de hechos delata la carencia de un auténtico espíritu cívico, de valores que sostengan un mínimo de solidez al sistema que dicen defender.
Pues si la democracia es la forma o soporte por donde se mueven los que aspiran a gobernar, el espíritu cívico es la sustancia.
Es lo que los antiguos romanos denominaban vocación republicana, lo que no es otra cosa que brindar lo mejor de sí desde la actuación política.

"Ejercer docencia y decencia más allá de ocupar o no un cargo público".
Precisamente lo que ya no se ve, aquello que empujaba a darle peso y valía a cada palabra que se pronuncia.

Exactamente lo que escasea.
En Guatemala el presidente Álvaro Colom es tenido como parte de los que habrán de asesinar a un prominente abogado (Rosemberg).
El que denuncia es la futura víctima.
Señala en un video que dio la vuelta al mundo que lo van a matar, y lo matan.
Y nada cambia.

Algo sabía Rosemberg...
Y sabía que el entorno de Colom, y acaso el mismo Colom, lo sabían.

¿Mafia, narcotráfico, simple corrupción?
Para Colom el poder es lo que cuenta.
A su entender, seguir en el cargo de presidente lo vuelve más digno.
Y aprovecha ese tipo de “dignidad” a sus anchas, y a toda costa.

Al fin al cabo, como le diría el propio Chávez a Mario Vargas Llosa, él pertenece a las grandes ligas.
A esas que el ahora depuesto Zelaya también llegó por vía de elección popular, ¡y bajo las banderas del Partido Liberal!

Innegablemente, un liberalismo que nada tiene que ver con el respeto a derechos individuales, democracia y librecambio.
Como se ve, la letra no hace el espíritu.
Formalmente, el criminal Pol Pot mentaba la soberanía del pueblo tal como el mismísimo Thomas Jefferson… empero, qué sideral distancia entre los sentimientos libertarios entre uno y otro.

He aquí el melodrama del otrora Nuevo Mundo.

Este Extremo Occidente que hace dos siglos decidió ser libre y emancipado a punta de “sueños” de unos pocos, nunca de las mayorías.
Y no hay que sonrojarse por ello (por las mayorías que su momento no soñaron), sino por el tipo de quimeras que esas minorías nos han legado: "Tomar el poder para singular provecho suyo y de los suyos", inventando cotos de caza llamadas repúblicas.
Esos son cada uno de los estados latinoamericanos.

En ese sentido, la visión de la monarquía hispana era mucho más generosa.

Hablar de argentinos, bolivianos, chilenos, colombianos, ecuatorianos, guatemaltecos
mexicanos o peruanos no llevaba tanta gravedad semántica como cuando se hacía referencia a un español americano.

Justamente a estos últimos es a los que escribe su célebre carta el deportado jesuita arequipeño Juan Pablo Vizcardo y Guzmán.
Él, como tantos, como muchos, no ansiaba una América atomizada y dividida hasta el odio, sino todo lo contrario.

La desunión, los hitos fronterizos, con rabiosos himnos y bélicas banderas serían ocurrencia de los que ganaron las guerras de la independencia.

Soldadesca angurrienta y procaz que tiene a Bolívar como su máximo exponente.
El que improvisó estados (como Bolivia y Ecuador) por puro enfado contra los que se oponían a sus delirios.
El mismo que pretendió formar con sus camaradas de armas un cuerpo de privilegiados, una “nobleza castrense” en virtud de sus méritos libertarios.
Totalmente napoleónico, estábamos ante milicianos que aspiraban obsequiarse por propia mano cuotas de poder a partir del imperio de la fuerza bruta.

No pudieron hacerlo, pero lo intentaron.
Y ese intento fue el que configuró una manera de entender la política.
Desde aquí se funda la latinoamericana tradición del caudillismo, el que hasta el presente impondrá su marca.
Tal la base de la autocracia que desde un inicio buscó disfrazarse de legalidad constitucional.

Las formas desde las formas mismas (alegoría grafomaniática) y no en los hechos (el esfuerzo de restar las reglas de juego) es lo que nos distingue.
No en vano a fines del siglo XIX y comienzos del XX se le llamaba “voto patriótico” a la captura de las mesas electorales a punta de disparos y trompadas.
La versión cromañón de hacer “respetar” el voto popular.

Seamos sinceros, la atmósfera democrática de América Latina siempre pecó de fragilidad.
Es un estupendo avance el que hasta hoy juguemos a respetar normas y derechos, pero esta extraordinaria vocación lúdica no es suficiente si es que a la par no se tiene un auténtico espíritu republicano.
Es decir, un temple capaz de soportar prudente, pero frontalmente, la presencia de personajes como Chávez, los Kirchner, Morales, Correa, Ortega y el mismo Zelaya.

¿Sólo ellos son hijos de Bolívar?
¿O nos olvidamos que en su día Fujimori, Menem y el aún vigente Álvaro Uribe buscaron reelecciones forzando interpretaciones y/o modificatorias constitucionales?

La torpe ocurrencia hondureña no hace más que delatar la cortedad de convicciones auténticamente democráticas en la región.

El daño ya está hecho.
Colocar a Zelaya como paladín del estado de derecho fue la peor de las ocurrencias de los que dicen haber salvado la Constitución y las leyes. Pura miopía.

No comprendieron que con ello abrían la puerta a los antisociales de toda especie. Aquellos que en este mismo instante deben estar urdiendo múltiples asonadas y confabulación en la mayoría de nuestros países.
Exactamente en el mismo instante en el que la comunidad internacional reclama que Zelaya sea repuesto en la Casa Presidencial de Tegucigalpa.

Tal es la espantosa hazaña de demócratas y de seudodemócratas, lamentablemente eficiente hacedores de nuestras más profundas honduras.

Fuente: www.acrata.org

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