Se habla de judicialización de la política, criminalización de la protesta social y de activismo judicial, es decir, de acción de la Justicia donde debería resolver la política o la sociedad.
Lo cierto es que nadie tiene voluntad de negociar ni acordar.
Por: Orlando Pulvirenti
PROFESOR ADJUNTO DE DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS, FACULTAD DE DERECHO UBA
(http://www.horaciocardo.com/cardo.asp)
El diseño tradicional de la Justicia está destinado a hacer frente a los conflictos que se suscitan en una sociedad.
Pero dicho esto, debe hacerse una aclaración: a un número normal o racional de ellos.
Si toda discusión, menor o mayor, desde la pequeña disputa entre vecinos, a las grandes contiendas de poderes y funcionarios que presenciamos azorados en estos últimos días es llevada a los Tribunales, no habrá por más recursos e incrementos de infraestructura que se realicen, posibilidad de dirimir tantas cuestiones. Sencillamente porque existen múltiples respuestas que se pretenden de ella, que son responsabilidad de la sociedad y de sus representantes.
Aclaremos un poco los supuestos.
Se habla de judicialización de la política, de criminalización de la protesta social, de activismo judicial, es decir de intromisiones ciertas o imaginarias de la Justicia en ámbitos en los cuales la solución debiera ser dada por la política o por la propia sociedad.
Pero hete aquí que crispados los ánimos, nadie tiene seriamente voluntad de componer, de acordar; siquiera de mediar.
Todo desemboca inevitablemente en controversias que finalizan ante una Corte.
Pero llegados a este punto, podría pensarse que no pudiendo los actores negociar, no aceptando o no existiendo mecanismos para facilitar la salida, y sometida la cuestión a un tercero investido de poder estatal, finalmente habrá -aunque muchas veces bastante tiempo después al que exige la realidad-, una solución.
Sin embargo, la respuesta es cruda y es posible que tampoco sea ese el fin.
Lejos de consentir las conclusiones de aquellos a quienes sometemos nuestros pleitos, acudimos siempre a una instancia superior para dirimirlo.
No en vano el número de causas que se acumulan ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación es extraordinariamente superior a la que tiene la par de Norteamérica, bajo cuyo cuño se elaboró nuestro sistema.
Tampoco es dato menor que la Argentina encabece el número de presentaciones que se realizan ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y afortunadamente, todavía no podemos dirimir nuestros conflictos individuales en la Corte Internacional de La Haya (aunque, por cierto, lo hemos hecho como país al no poder resolver el conflicto de Botnia, con el Uruguay).
Este proceder al que nos hemos acostumbrado, además, se complementa con la degradación que de la persona del juez se realiza por la conclusión a la que llegó de la contienda que la misma parte le sometió.
No debe entonces extrañar que un juez sea probo y no pueda dudarse de su transparencia cuando nos beneficia, pero es corrupto y debe ser removido de su cargo cuando falla contra el peticionante.
Así, extremando esta conducta a niveles inconcebibles, hemos visto en los últimos días denuncias penales cruzadas contra magistrados y amenazas de juicio político contra muchos otros.
Llegados aquí, tenemos una dirigencia que es incapaz de acordar, de buscar los consensos mínimos sociales, de sentarse a negociar, de procurar tal como reza nuestra Constitución: avanzar en pos del bienestar general o de otro valor que parece olvidado: la paz social.
A veces, ni siquiera logran ponerse de acuerdo respecto de que están en total desacuerdo.
Pero en su propia incapacidad de solucionar, de actuar racionalmente, desconfiando de todo y de todos, acuden a la Justicia, no en busca precisamente de ello; sino de que les den la razón.
Como adolescentes, o aún peor, como niños, buscan límites, pero cuando son establecidos no están dispuestos a cumplirlos.
Sencillamente porque desde el inicio el fin era uno sólo: hacer prevalecer su posición, aunque ello tropiece con obstáculos de todo tipo, desde los legales, hasta los lógicos.
Y en este panorama, en el que miserablemente se arrastra a la Justicia y en el que azorada está inmersa toda la sociedad, simplemente recordamos que existe una virtud que debe regir en gran medida la vida republicana: "La prudencia"
La que como ciudadanos esperamos se haga prevalecer.
De otra manera, sencillamente, no habrá jamás jueces suficientes para tamaña cantidad de conflictos.
..........................
El Juez y el zapatero
En una población a orillas del Rhin vivía un juez que no tenía muy buena fama.
Le reprochaban (en voz baja) "que no aplicaba la ley a todo el mundo por igual"
De acuerdo con sus sentencias, para los ricos, los poderosos, las personas que disfrutaban de una buena posición y de influencias, la ley era amable, benigna, flexible y "hasta amorosa" (como una madre)
En cambio para los pobres y humildes, los desvalidos desprovistos de influencias, la misma ley aplicada por el mismo juez, era dura, rigurosa, inflexible, áspera y de una severidad extrema...
No se podía decir que este magistrado tuviera una venda en los ojos...
Un día, este juez fue a visitar al zapatero del lugar (Hans Sacs), quien era famoso por su habilidad y oficio para que le confeccionara un par de zapatos.
Sacs le tomó la medida y le dijo que regresara al cabo de 8 ó 10 días, cuando estarían terminados.
Al ir a retirarlos comprobóa que el zapatero se había esmerado en ese par de zapatos.
Ahora bien: Cada uno era muy dfiferente al otro.
El derecho era de color claro, plano y de piel de carnero con una hebilla de plata, y el otro era de media caña, negro y se abrochaba con un lazo de seda.
El juez no salía de su asombro. Jamás había visto algo parecido...
- ¡Escuchadme, maestro Sacs! ¿Por qué los zapatos que creasate para mí, no son iguales? ¿Acaso pretendeís reíros de mí?
- Señor juez, esto no debería extrañaros. He hecho con los zapatos lo mismo que haceís Vos con vuestras sentencias: En cvasos parecidos aplicaís la ley a unos de determinada manera y a los "otros", de otra...
Boletín Info-RIES nº 1102
-
*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
No hay comentarios:
Publicar un comentario