"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 29 de enero de 2010

El razonamiento en Libertad

Tagore y Gandhi

Para Tagore era de la mayor importancia que la gente pudiera vivir y razonar en libertad.
Sus actitudes hacia la política y la cultura,el nacionalismo y el internacionalismo,
la tradición y la modernidad, pueden verse todas a la luz de esta creencia.

Tal vez nada exprese sus valores tan claramente como un poema de Gitanjali:

Adonde el ánimo no teme y la cabeza se sostiene erguida;
Adonde el conocimiento es libre;
Adonde el mundo no ha sido reducido a fragmentos por los estrechos muros domésticos...
Adonde la clara corriente de la razón no se ha extraviado en las tristes playas desiertas de los hábitos muertos...
Al cielo de la libertad, padre mío, permite que despierte mi pueblo.

El autorizado apoyo de Rabindranath a los movimientos nacionalistas –al igual que su oposición a la sujeción de un régimen extranjero– se originaba en ese compromiso.
Otro tanto ocurría con sus reservas acerca del patriotismo que, afirmaba, puede limitar tanto la libertad de abrazar ideas externas a los "estrechos muros domésticos" [nacionales] como la libertad de adherirse a las causas del pueblo en otros países.

La pasión de Rabindranath por la libertad está en el fondo de su firme oposición al tradicionalismo irracional que hace del individuo un prisionero del pasado (perdido, como él lo expresa en "las tristes playas desiertas de los hábitos muertos")

Tagore ilustra la tiranía del pasado en su divertida aunque profundamente seria parábola "Kartar Bhoot" ("El fantasma del caudillo")

Cuando el respetado dirigente de un país imaginario está al borde de la muerte, sus aterrorizados seguidores le piden que después de muerto siga con ellos para decirles qué hacer.
Él accede.
Pero sus seguidores se dan cuenta de que sus vidas están llenas de rituales y restricciones tocantes a su conducta cotidiana y no responden al mundo que los rodea.
A fin de cuentas, le piden al fantasma del caudillo que los libere de su dominación; sólo entonces él les informa que únicamente existe en la imaginación de ellos.

La profunda aversión de Tagore por cualquier compromiso con el pasado que no pueda modificarse mediante la razón contemporánea, alcanzaba incluso a la supuesta virtud de cumplir las promesas de modo indefectible.

En cierta ocasión, cuando Mahatma Gandhi visitaba la escuela de Tagore en Santiniketan, una joven mujer le pidió firmar su cuaderno de autógrafos.

Gandhi escribió:
- "Nunca prometas a la ligera. Pero si lo haces, cumple así te cueste la vida"

Al ver este pensamiento, Tagore se mostró vivamente alterado.
En el mismo cuaderno escribió un breve poema en bengalí en el que decía que nadie puede "esclavizarse para siempre con cadenas de barro"
Y concluía en inglés, acaso para que Gandhi también pudiera leerlo:
- "Arroja lejos tu promesa cuando veas que no es buena"

Tagore sentía la mayor admiración por Mahatma Gandhi como persona y dirigente político, pero se mostraba también muy escéptico acerca del nacionalismo de Gandhi y de sus instintos conservadores tocantes a las tradiciones del país.
Nunca criticó personalmente a Gandhi.
En su ensayo de 1938 "Gandhi, el hombre", escribió:

- “Siendo tan grande como político, como organizador, como dirigente de hombres, como reformador de la moral, más grande aun es como hombre, porque ninguno de estos aspectos y actividades limita su humanidad. Más bien se inspiran y sustentan en ella.
Y sin embargo, existe una profunda división entre los dos hombres.

Tagore fue explícito en cuanto a su desacuerdo:
. Nosotros que solemos exaltar nuestra tendencia a soslayar la razón poniendo en su lugar la fe ciega, valorándola como espiritual...
"Siempre terminamos pagándola con el oscurecimiento de nuestra mente y nuestro destino"

Inculpo al Mahatma por explotar esta fuerza irracional de la credulidad de nuestro pueblo, lo que si bien pudo dar un resultado rápido [creando] una superestructura, al mismo tiempo destruía los fundamentos.
Así fue como comenzó mi valoración del Mahatma como guía de nuestra nación, y me alegro que no haya terminado ahí.

Pero si bien "no terminó ahí", esa diferencia de criterios fue un factor poderoso de separación.
Tagore, por ejemplo, nunca se convenció de la conveniencia de que Gandhi abogara intensamente porque todos hilaran en sus hogares con la "charka", el primitivo torno para hilar.
Para Gandhi esa práctica era un elemento importante de la expresión nacional.
"La rueca se fue convirtiendo", como escribe su biógrafo B. R. Nanda, "en el centro del progreso del campo en el esquema gandhiano de la economía india".

Para Tagore el supuesto fundamento económico de este esquema era poco realista.

Como lo advirtió Romain Rolland, Rabindranath "nunca se cansa de criticar la charka".

En este juicio económico, Tagore quizás tenía razón.
Salvo por el mercado más bien reducido de las telas hiladas de gran calidad, es difícil encontrar sentido económico al hilado a mano, incluso con tornos menos primitivos que la charka de Gandhi.
El hilado a mano como actividad generalizada sólo puede subsistir mediante la ayuda de fuertes subsidios gubernamentales.
Con todo, la campaña de Gandhi en favor de la charka no se basaba tan sólo en la economía.
Quería que todos hilaran "treinta minutos diarios como sacrificio", viendo en ello una forma de que la gente de mayores posibilidades se identificara con los menos afortunados.

Se impacientaba con la negativa de Tagore para entender este asunto: "El poeta vive para el mañana, y querría que hiciéramos lo mismo... "

- ¿Por qué tendría yo, que no necesito trabajar para comer, necesidad de hilar?", podría preguntarse.
Porque como lo que no me pertenece.
Vivo de expoliar a mis paisanos.
Indaga de dónde viene cada moneda que llega hasta tu bolsillo, y te darás cuenta de la verdad de lo que escribo.
Todos tienen que hilar.
Que Tagore hile como los otros.
Que prenda fuego a sus ropas extranjeras; tal es el deber de hoy.
Dios se hará cargo del mañana.

Si Tagore no captó algo del argumento de Gandhi, tampoco Gandhi captó el meollo de la crítica de Tagore.
No era sólo que la charka no tuviera mayor sentido económico, sino también, pensaba Tagore, que no era la manera de hacer que la gente reflexionara sobre cosa alguna:

- "La charka no le pide a nadie que piense; uno simplemente le da vueltas interminablemente a la rueda del anticuado artefacto, invirtiendo el mínimo de juicio y energía"

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