Demostró que puede sin Kirchner, construyó un país
vacío de opositores y rompió récords con su reelección. El desafío que viene:
ajustar el modelo sin sacrificar la economía de los argentinos. Hegemonía y tentación
autoritaria.
Por JAMES NEILSON / Revista NOTICIAS nº 1824
En algunos países afortunados será difícil decidir
quién merece ser elegido el personaje del año que está por terminar porque son
tantos los candidatos a la distinción por lo común fugaz así supuesta.
Huelga decir que la Argentina no es uno de ellos.
A nadie se le ocurriría negar que Cristina Fernández
de Kirchner domina el panorama nacional hasta tal punto que tiene en sus manos
más poder político que cualquier otro mandatario desde los tiempos mejores de
Juan Domingo Perón, más incluso que el esgrimido en su momento por Carlos
Menem: a diferencia del riojano, la santacruceña adoptiva no tiene que
preocuparse por la maduración, lenta pero constante, de una alianza opositora
basada en principios coherentes que, andando el tiempo, pudiera ocasionarle
dificultades.
¿Preveía Cristina el triunfo rotundo, plebiscitario,
con el que culminó el año electoral? Puede que no.
En vísperas del 2011, los estrategas del movimiento
amorfo que se ha aglutinado en torno a su persona suponían que las diversas
agrupaciones opositoras, conscientes sus dirigentes de que les sería suicida
permanecer tan divididos, lograrían por fin superar sus diferencias para que
Cristina tuviera que enfrentar a lo sumo dos rivales con posibilidades.
Asimismo, era razonable suponer que la inflación,
este flagelo de los más pobres que conforman la gran reserva electoral del
peronismo oficialista, le costaría millones de votos.
Felizmente para las aspiraciones de la señora, aunque no necesariamente para ella misma ya que no puede sino entender que la soledad absoluta en que se encuentra entraña muchos riesgos, quienes temían al espectro del ballottage se equivocaban.
La inflación y la corrupción rampante apenas
figuraron en la campaña electoral; el tema dominante fue la escualidez de la
oferta opositora.
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