By Carlos Manuel Acuña
El Informador Público
“…A menudo, los provocadores de la guerra (civil) han surgido de las urnas por mayoría aplastante, y en algún que otro lugar los comicios incluso han revalidado sus fechorías.”
Hans Magnus Enzensberger, Perspectivas de guerra civil, pág. 58. ANAGRAMA.
No por conocido vamos a dejar de explicar nuestro título de hoy.
Utilizado en la actividad aérea,
el Punto de No Retorno significa que se ha pasado más de la mitad del recorrido preestablecido por lo que, en consecuencia, es necesario avanzar, inexorablemente, para intentar alcanzar el destino elegido.
También puede aplicarse a la imposibilidad de modificar el rumbo y la necesidad de atarse o avenirse a lo planificado.
Éste es nuestro último caso para definir la situación política nacional y la imposibilidad de Cristina Fernández W. de Kirchner de cambiar el contenido de su gestión para tratar de salir del atolladero en que ha colocado a la Argentina, a su gobierno y su persona por la aplicación de su difuso modelo.
A esta altura, fracasada en todos los órdenes, la acción de gobierno y su contenido político e ideológico marcha hacia un destino todavía difícil de definir, pero el contenido de los acontecimientos permite vaticinar una mayor violencia futura.
Para ser más claros, digamos que asistimos a un desmoronamiento anunciado mucho tiempo atrás pero que tiende a acelerarse todos los días, tanto por la propia acción oficial como por la fuerza casi independiente que adoptan cada uno de los componentes de este escenario.
Así, podemos decir que mientras por un lado se presiona más y más al sector agropecuario, por el otro aparece en el horizonte la amenaza de una huelga de camioneros especializados en el transporte de combustibles, problema que aparece atado al conflicto político que se mantiene con el secretario de la CGT, Hugo Moyano, pero que, si se concreta, además de afectar a todos los sectores lo hará más específicamente con relación al campo, por múltiples y evidentes motivos.
Si intentamos hacer una hilación de cada uno de los conflictos, podemos decir que éste se introduce con el que el poder central posee con el gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Éste acelera el distanciamiento con Cristina -aunque luego lo corrige parcialmente- pero simultáneamente, mientras esa presión impositiva se quiere ejecutar contra el campo, al mismo tiempo una parte importante de sus integrantes ve con buenos ojos a Scioli en su lucha contra la presidente y su entorno.
Se dirá que es una contradicción clásica de la política pero el caso es que, mientras el ex motonauta es el político que tiene mejor imagen en comparación con todos los demás, cada vez que el cristinismo lo ataca, lo fortalece.
Si a este caso lo traspolamos con otros similares ubicados en distintos niveles de importancia y en otras geografías, observamos que Olivos -
¿o lo llamamos la Casa Rosada?- pierde paulatinamente el control de los acontecimientos y enfrenta un mapa de conflictos que tiende a rodearlo y a cerrarle las puertas de salida. Más aún, Cristina, Zannini, Verbitsky, Kicillof (la nueva estrella rutilante) y otros pocos -muy pocos en realidad- se afirman en sus ideologías y en sus negocios, abandonan el pragmatismo y profundizan los conflictos.
Cuando Cristina abandonó precipitadamente la reciente reunión de presidentes en Cartagena de Indias, Colombia, su gesto se prestó a disímiles interpretaciones pero en realidad apuró su partida para enfocarse de lleno en el mecanismo de incautación de YPF.
Su precipitación tenía un motivo específico:
Traía el visto bueno del presidente norteamericano Obama, interesado en que los chinos no desembarcaran en el estratégico asunto del petróleo argentino gracias a un inminente acuerdo económico con Repsol.
Cristina no reparó en las variadas consecuencias de la medida y soñó con futuros y cercanos entendimientos con petroleras estadounidenses que sacaran las castañas del fuego.
Simultáneamente, firmó convenios de importación de gas por varios millones de dólares a un precio superior a los del mercado.
Pero en esto hay que ser claro.
Si bien los norteamericanos ya están recelosos con que la totalidad del petróleo ecuatoriano se venda a los chinos y profundicen su desconfianza a que se amplíen en esta parte del mundo ya bastante descalabrado, no significa que hayan pensado en que las cosas se harían como se hicieron, lo cual en buena medida explica los recelos que demoran entendimientos que si salen apurados generarían explicables sospechas en la opinión pública internacional.
Digamos que “son cosas de la democracia” pero el suceso y los enredos que comenzaron con YPF, además de la huelga de operarios que se suma a otros conflictos de similar naturaleza y en otros órdenes, traza una red peligrosa y movida que se amplía todos los días y contribuye al mal humor social, a subir el riesgo país, que ya superó al de Venezuela, y a generar mayores conflictos que hacen temer un incremento del descontrol que ya apunta a una anarquía de la que ya hablamos hace tiempo.
Basta con preguntarle a cualquier taxista porteño que antes de salir a trabajar debe confeccionar un diagrama tentativo a raíz de piquetes, marchas y concentraciones para planificar sus itinerarios.
Más aún, quienes viajan en automóvil ya saben que, si salen de la ciudad de noche o de día, corren serios riesgos de asaltos o secuestros que marcan un ascenso de la inseguridad general.
Si a esto le sumamos que Nilda Garré quiere imponer a contramano de la tradición y de lo que hacen todas las policías del mundo, que el servidor público pierda esa condición cumplido su horario de trabajo y que por ende deje su arma reglamentaria en la comisaría o lugar donde está destinado, no sólo alimentará el delito sino que convertirá al policía en una víctima potencial de la delincuencia.
Por cierto, un tema que si avanza, dará para mucho.
Este último es uno de los tantos ejemplos buscados ex professo por el gobierno, además de almuerzos públicos como los que protagonizaron en un prestigioso y caro restaurante porteño la ministro de Seguridad, el asesor Horacio Verbitsky y el socio de Boudou, a quien ya nadie toma en serio.
Podríamos sumarle el atraso en el pago de los sueldos por parte de varios gobiernos de provincia,
los negocios entre la Garré que afectan a la cúpula del Ejército,
la caída del consumo que aparece como irreversible,
la desaparición de algunos insumos vitales para diferentes actividades por el impedimento aduanero impuesto por Guillermo Moreno a sus componentes para fabricarlos,
la ruptura de los valores como la sanción del llamado “identidad de sexo”
y un sinfín de hechos que, al margen de la profundidad inmoral que significan, generan situaciones ridículas como travestis que quieren actuar en su función de policías y que ahora revelan su condición.
¿Con uniforme femenino o masculino?
¿Con su nombre de varón o el elegido para manifestarse como mujer?
¿Cómo solucionar el conflicto que ya sucede al pretender utilizar el baño de “damas”?
¿Que sucederá ahora si en los buzones donde el personal puede hacer denuncias anónimas sobre sus superiores aparece este problema, sinónimo de desorden mayúsculo y de culminación de la indisciplina?
La cuestión no es menor, pero lo más importante, al margen de la ridiculez impuesta desde el campo político, lo más grave es que periodísticamente debamos abocarnos a esta clase de información que, además, distrae administrativamente a un gobierno que debe afrontar problemas cada vez más insolubles.
Pero hay más.
Cuando los gobiernos son corruptos aparecen múltiples conflictos colaterales que pueden convertirse en centrales.
Hoy, el mundo empresarial, es decir, uno de los componentes destacados en el proceso de creación de riqueza, está convulsionado por el inicio de la persecución a varios de sus miembros bajo la acusación de complicaciones indirectas con la guerra contrarrevolucionaria de los años setenta de tres diseños atrás.
El proyecto que anunciamos hace varios meses ya está en marcha y posiblemente se extienda a otras personalidades, lo que acelerará la dificultad para generar inversiones que se buscan y se desean.
A esta altura de las circunstancias es poco lo que podrán favorecer al gobierno.
Tal vez satisfaga, por ejemplo, a Milagro Salas y sus seguidores o a cualquier otro grupo similar.
El asunto se presta a varias alternativas intermedias, presiones, amenazas, chantajes o delitos conexos que alterarán más aún el conflictivo panorama de convivencia política o comercial, aunque algunas de ellas, pese a que son conocidas, son pasadas por alto por razones de forma.
El caso de la compra de un complejo periodístico, gracias a que fue forzada la voluntad del vendedor en favor del oficialismo, contribuye a oscurecer más aún el escenario.
Por hoy cerraremos este comentario con el caso de la familia Eskenazi y el divorcio de uno de sus integrantes, Sebastián, que también integra el grupo minoritario de accionistas de YPF, cuyo capital integran gracias a una oferta especialísima efectuada -y concretada- por Néstor Kirchner.
Marcela Brugo, en su acción de divorcio, reclama los gananciales de su marido, lo que generó la rápida reacción y, tal vez, la actual permanencia del grupo empresario en la empresa hoy con mayoría estatal.
Lo dicho abre un amplio campo para la especulación, tal como se ha escrito en varios medios sin mayor reacción.
No se compara con el papel desempeñado por el juez Oyarbide o con lo ocurrido entre el vicepresidente de la República y Calcográfica Ciccone, pero existe un parecido que por el momento se caracteriza por el silencio gubernamental y la actuación de los actores como si nada ocurriera, pero el peso de los hechos contribuye a que Cristina no pueda retroceder en su modelo y le da vigencia a la respuesta presidencial al alicaído De Vido, quien se siente cansado, enfermo y con razón disminuido políticamente:
“Elegí… o seguís, o la cárcel…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario