Hay debates sobre la política económica posterior al Frente para la Victoria, considerando que dejará problemas enormes luego de, por ejemplo, más de una década de una grave distorsión de los precios relativos.
Urgente24 ha decidido iniciar la difusión de algunos de los debates poscristinistas.
Aquí un apunte muy importante de la consultora Economía & Regiones:
En el gráfico 1 se observa que no hay relación entre el tipo de cambio real y la composición de las exportaciones. En 2001 / 2012 el tipo de cambio real cambia radicalmente pero la composición de las exportaciones queda prácticamente invariable. (Economía & Regiones).
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones)
El Nivel de actividad se
enfría sostenidamente hace más de un año y medio. Cae la inversión y se debilita
el dinamismo del consumo. Paralelamente, los volúmenes exportados (tanto de
bienes industriales como primarios) también ceden terreno en el acumulado de los
diez meses del año.
En este marco, vuelve a aparecer la discusión sobre el tipo de cambio en el
centro de la escena.
El punto de vista que empieza a tener más consenso es aquel que sostiene
que la pérdida de dinamismo del nivel de actividad es consecuencia de la
existencia de un atraso cambiario; es decir de un dólar muy barato.
De acuerdo con esta visión, la economía argentina necesitaría un
dólar más caro para producir y exportar más. En otras palabras, se sostiene que
una devaluación contribuiría a reactivar tanto la oferta como demanda doméstica,
así como el dinamismo del sector externo.
La lógica detrás de este razonamiento es que un tipo de cambio más
elevado (dólar caro) protege al sector doméstico productor de manufacturas y
brinda competitividad al sector exportador.
De acuerdo con nuestro análisis, el dólar caro contribuyó indudablemente al
dinamismo del nivel de actividad global sólo a través de la protección de la
industria, generando puestos de trabajo que estimularon la oferta y la demanda
agregada doméstica.
Sin embargo, el tipo de cambio depreciado no sirvió ni para estimular que
las exportaciones tuvieran más valor agregado, ni para que fueran más
diversificadas.
No hay relación entre el tipo de cambio real y la composición de las
exportaciones. En 2001 / 2012 el tipo de cambio real cambia radicalmente pero la
composición de las exportaciones queda prácticamente invariable.
Es más son las exportaciones de materias primas y las manufacturas de
origen agropecuario las que ganan 8 puntos porcentuales en términos relativos.
Por el contrario, el peso relativo de las exportaciones de origen industrial
sólo sube 2.5 puntos relativos.
¿Por qué el dólar caro no hizo una contribución fundamental al
sector externo argentino?
Porque las exportaciones argentinas siguen muy concentradas en
commodities, cuyo precio es fijado en el mercado internacional y sus cantidades
son determinadas por el volumen de la cosecha, o sea el clima.
A partir de buenos precios internacionales y sus ventajas comparativas
estructurales, Argentina se especializó en soja. De esta manera, el aumento del
precio de la soja fue el principal motor del valor de las exportaciones. En
pocas palabras, la soja, que es el principal componente de las
exportaciones argentinas, no es función del tipo de cambio, sino del precio del
mercado internacional y del volumen de cosecha.
Paralelamente, el 40% de las exportaciones industriales argentinas se
dirigen principalmente a Brasil y forman parte de un comercio administrado, por
lo que dependen del nivel de actividad en el socio mayor del Mercosur y no del
tipo de cambio real bilateral entre Argentina y Brasil.
Se observa una alta correlación (relación lineal) que hay entre el nivel de
actividad en Brasil y nuestras exportaciones hacia el socio mayor del Mercosur.
A mayor crecimiento en Brasil, más exportaciones argentinas hacia el socio mayor
del bloque regional; independientemente del tipo de cambio bilateral.
Por el contrario, no hay correlación entre el tipo de cambio bilateral y el
comercio entre Argentina y Brasil. En 2009 / 2011 el tipo de cambio bilateral se
aprecia “en contra” de Argentina pero nuestras exportaciones hacia Brasil
continúan aumentando “de la mano” del fuerte nivel de actividad en esa
economía.
Por el contrario, la dinámica del tipo de cambio bilateral continúa sin
cambios en 2012, pero las exportaciones pierden dinamismo sólo porque el nivel
de actividad en Brasil se enfría.
Paralelamente, también es claro que en 2003 / 2007 el dinamismo de las
exportaciones guarda mucho más relación con el nivel de actividad en Brasil que
con el tipo de cambio real bilateral.
La devaluación del tipo de cambio real no dinamizará las exportaciones
argentinas porque nuestras ventas externas no dependen fundamentalmente del tipo
de cambio sino de otras variables como los precios internacionales, el volumen
de cosecha y el nivel de actividad en Brasil.
De esta manera, la mitad del argumento de los devaluacionistas queda
invalidado.
La otra mitad del argumento devaluacionista sostiene que el dólar caro
protege a la industria local y termina incentivando la demanda doméstica y el
nivel de actividad.
De acuerdo con los datos, Argentina es uno de los países de la
región con el tipo de cambio real más depreciado. En términos reales, el dólar
es más caro en Argentina que en Brasil (64%); Chile (36%); Uruguay (35%);
Colombia (66%) y Perú (55%).
La Argentina (13%) es el único país de la región en el cual actualmente el
poder adquisitivo del dólar continúa siendo mayor que en 2000. Por el contrario,
en los otros países de la región el poder adquisitivo del dólar es entre un 31%
y 16% más bajo que en 2000.
En los otros países de la región, el tipo de cambio real contra el dólar se
está comportando en forma similar que a nivel mundial, en donde se deprecia y
pierde poder adquisitivo a partir de la agresiva política monetaria expansiva de
la Reserva Federal que emite en busca de reactivar el crédito y la economía de
USA.
Es más, el dólar no sólo pierde poder adquisitivo frente las otras monedas,
sino también en contra el resto de los commodities y activos financieros.
Se observa en la actualidad que se necesita una mayor cantidad de dólares
que en el pasado para comprar commodities y activos financieros.
Este comportamiento completamente opuesto que hay en materia de tipo de
cambio entre Argentina y el resto de los países de la región es porque la
política fiscal, monetaria y cambiaria de Argentina es exactamente contrapuesta
a la de los otros países.
Los países de la región tienen como objetivo controlar la inflación por
debajo de un umbral máximo que oscila, en general, entre 2% y 7% anual.
De hecho, Chile, Brasil; Perú y Colombia conducen sus políticas monetarias en
base al sistema de metas de inflación; y sus bancos centrales actúan en forma
preventiva frente al ciclo económico.
Paralelamente, aplican políticas fiscales contra cícilicas, acumulando
ahorro en épocas de “vacas gordas”. En este contexto, sus tipos de
cambio nominales se aprecian contra la moneda americana y sus bancos centrales
acumulan reservas en dólares.
Por el contrario, Argentina hace exactamente lo opuesto. En nuestro país se
ignora la inflación, se deprecia el tipo de cambio nominal, se hace política
fiscal y monetaria excesivamente expansiva y se desacumulan reservas.
El enfriamiento del crecimiento económico argentino responde menos a su
sector externo que a su economía doméstica; ya que no sólo surge por menores
exportaciones, sino sobre todo por menor consumo e inversión. En pocas palabras,
el enfriamiento económico argentino no sectorial sino estructural y es
consecuencia de las políticas que se aplican, respondiendo a:
• La inflación que genera distorsión de precios relativos, impide
el cálculo económico y de rentabilidades esperadas, genera incertidumbre e
impacta negativamente en la inversión.
• La reducción de la capacidad instalada como consecuencia de la
inversión insuficiente.
• La inconsistencia de aplicar política fiscal y monetaria siempre
excesivamente expansiva en forma disociada del ciclo económico y en un marco de
ocho años consecutivos de un aumento del nivel general de precios de dos dígitos
anuales.
• La mayor presión fiscal sobre las empresas.
• El sostenido y creciente déficit fiscal que en un marco de falta
de acceso al crédito es financiado exclusivamente con emisión
monetaria.
• El déficit de infraestructura y de servicios públicos en materia
de energía, transporte y puertos.
• Las trabas a las importaciones que impiden acceder a insumos,
bienes intermedios y bienes de capital, afectando negativamente la
producción.
• Política de aislamiento internacional que es consecuencia de
incurrir en conflictos diplomáticos internacionales y en la falta de una
agresiva política de apertura de mercados para ampliar el horizonte
comercial.
• La falta de acceso al mercado financiero internacional que es
consecuencia de la política de desendeudamiento oficial.
• El fuerte deterioro de la prefinanciación de exportaciones que es
consecuencia del cepo cambiario y la caída de los depósitos en dólares, que
limitó los prestamos en moneda estadounidense.
En este marco, recurrir a la alquimia de la devaluación como solución del
enfriamiento del nivel de actividad sería volver a incurrir en un error del
pasado, que terminarían generando aún más costos en la economía.
Por el contrario, un fuerte crecimiento económico sustentable de largo
plazo exige atacar los problemas de fondo enumerados más arriba.
Argentina, sólo debe cambiar su política y hacer lo que el resto de los
países de la región hace.
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