Marco Aurelio García
Desde Luiz Inácio Lula da Silva, Marco Aurelio García es asesor directo de la Presidencia de Brasil en cuestiones de política exterior, en particular de América latina.
Lula lo utilizó como nexo con Hugo Chávez Frías, cuando había cuestiones muy delicadas que definir.
Si bien con Dilma Rousseff registró varios encontronazos (por ejemplo, durante la crisis en Paraguay en ocasión de la caída de Fernando Lugo), ella lo ha mantenido en el cargo, aunque también es cierto que su influencia ahora ha decrecido.
Con todo, Marco Aurelio García, a quien sus críticos le acusan tanto de optimismo excesivo sobre los vínculos latinoamericanos como de 'charlatán' (por hablar en exceso y conocer bastante poco de las cuestiones técnicas sobre las que habla, aunque esto no ocurrió en días recientes porque estuvo en silencio mientras se sometía a una difícil cirugía cardiovascular de 4 bypass), sigue gozando de su presencia en el Planalto, y le concedió una entrevista a Fernando Cibeira, de Página/12, en ocasión de visitar la Universidad Nacional de 3 de Febrero.
Habló de Cristina Fernández de Kirchner y la empresa Vale, de Nicolás Maduro y los problemas del Psuv, de Paraguay y sus problemas con Venezuela...
Marco Aurelio García: "Venezuela vive problemas coyunturales como la inflación, desabastecimiento y violencia.
Hay mucha violencia urbana.
También hay cuestiones más de fondo que el país debe enfrentar, uno de ellos es la reconversión de su economía.
"No puede continuar con una economía petrolera toda su vida".
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–Las presidentas Cristina Kirchner y Dilma Rousseff volvieron a
encontrarse días atrás y quedaron en hacerlo de nuevo en breve, no obstante
parece que hay algunos conflictos bilaterales que persisten y cuesta solucionar.
¿Cómo analiza la relación?
–Teniendo en cuenta la importancia de nuestras relaciones económicas
y comerciales, lo extraño sería si no hubiera estos problemas. Algunos
cuestionan que esos problemas no se resuelvan nunca, yo no lo veo así. Si no se
resolvieran nunca llegaríamos a una situación de ruptura y no es el caso. Son
nuevos problemas que van apareciendo, que están vinculados con cuestiones
políticas internas de uno y otro país. Lo que estamos tratando es de llegar a
una solución más duradera y profunda de esas diferencias, por eso pensamos
que los problemas deben ser discutidos como un todo. Debemos establecer un marco
de negociación amplio y conjunto. Es evidente que el interés nacional que es
encarnado por los gobiernos incluye dos cosas. Primero, la diversidad de
demandas que hay en el país. Otro aspecto es la necesidad de preservar la
relación. Desde el punto de vista económico, social y político no creo que
Brasil y Argentina puedan pensarse como totalmente independientes uno del
otro.
–Cada vez que se reúnen las presidentas ratifican la relación
estratégica que representa para ambos países, pero eso no impide que cada tanto
surjan nuevos problemas como ocurre ahora con la minera Vale. ¿Qué importancia
se le adjudica en Brasil a esta cuestión?
–Bueno, no es que se le adjudique, tiene importancia. La propuesta de
inversión de Vale era muy importante desde el punto de vista económico y también
respecto de sus proyecciones a futuro. Se iba a hacer una gran inversión, que
tendría un efecto importante sobre el comercio Argentina-Brasil y, por lo tanto,
que se frustre es malo. Una de las cosas que debemos tener en consideración
es que Vale es una empresa privada. Ojalá fuera estatal como lo fue en el
pasado, pero se privatizó. Entonces es la relación de una empresa privada
con un gobierno. De cualquier manera, nosotros tenemos percepción de la
importancia que esa inversión tenía para la relación de los dos países, por eso
tratamos de ayudar en la búsqueda de una solución. No tuvimos éxito en un primer
momento, pero más recientemente, no quiero entrar detalles porque son cosas
confidenciales, había una propuesta para llegar a un acuerdo. Ese día que las
presidentas estaban reunidas y se conocieron algunos detalles de la propuesta,
Vale declaró que se retiraba de la Argentina. Me parece una equivocación muy
fuerte. No que se retirase, sino lo de anunciarlo en ese momento. Como soy
optimista tengo todavía la esperanza de que se pueda llegar a un acuerdo. Las
fórmulas de las que yo tuve conocimiento me parecen muy buenas.
–También se está yendo del país Petrobras y en algunos lados lo
presentan como una muestra del desinterés de Brasil por seguir invirtiendo en
Argentina.
–No, la disminución de la actividad de Petrobras en la Argentina
corresponde a la disminución de la actividad de Petrobras en otras partes del
mundo. Petrobras tiene que concentrarse en la extracción del presal
(los yacimientos en aguas profundas), que va a ser una fuente extraordinaria
para el país. Para que se tenga idea, las inversiones que Petrobras hará en los
próximos años en eso son del orden de los 250 mil millones de
dólares.
–Otro tema muy meneado en la Argentina es el de las trabas a las
importaciones y el supuesto enojo de los empresarios brasileños. ¿Eso es
así?
–Es un poco. Más allá de la significación económica que eso pueda
tener, tiene mucha más significación simbólica. Se supone que el Mercosur es
una zona que tiende a una unión aduanera. La creación de ciertas trabas no
es una buena cosa. Pero es algo que también tiene que ser resuelto de una forma
conjunta.
–¿Pero no se entiende la necesidad que puede tener el gobierno
argentino de equilibrar una balanza que puede resultar deficitaria en momentos
en que los dólares son escasos?
–Pero a la vez se podría decir también que nosotros constatamos ciertas
desviaciones de comercio. Caen las importaciones de Argentina desde Brasil,
pero no es así desde otros países, incluso en algunos suben.
–Están también quienes piensan que por culpa de estas diferencias
que persisten entre Argentina y Brasil, el Mercosur hace años que no avanza.
¿Usted lo ve así?
–Puede tener su parte, pero no creo que sea lo más importante.
Estamos frente a una situación internacional muy compleja. ¿Por qué no
resultó la Ronda de Doha? Si la Ronda de Doha hubiera resultado, muchos de los
problemas que tenemos en el Mercosur estarían resueltos, pero no avanzó. Lo
mismo ocurre con las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea. Vean
cómo está hoy la Unión Europea. Nosotros tenemos también nuestros problemas,
pero infinitamente menos graves que los de Europa. Todas las negociaciones
comerciales van a estar fuertemente influenciadas por esa situación
internacional.
–¿Ve la crisis entonces como un obstáculo o también podría generar
nuevas posibilidades para la región?
–Las dos cosas. Hay un impedimento porque hubo una merma del comercio
mundial. Pero también hay posibilidades que tenemos que explotar, no sólo
intensificar el comercio Sur-Sur, sino también hacer una reflexión acerca de
cómo vamos a cambiar nuestra competitividad con el mundo. No hay que pensar
que la reindustrialización de nuestros países se hará en forma clásica. Hoy
reindustrializar significa una utilización gigantesca de recursos científicos y
tecnológicos, estamos viviendo una nueva etapa. Los chinos pudieron en un
determinado momento transformarse en la fábrica del mundo. Hoy eso ya no es así,
pero están avanzando brutalmente en cuestiones de ciencia y tecnología sin las
cuales perdería el tren de esta nueva etapa de desarrollo. Estados Unidos
también está pasando por un proceso de reindustrialización que es de una
sofisticación extraordinaria. Si nosotros no hacemos transformaciones en
esa misma dirección, no vamos a tener éxito. Tenemos algunas cartas de
triunfo. Por ejemplo, una poderosísima agricultura en un mundo que necesita
alimentarse, un mercado muy significativo, una reserva energética gigantesca y
gran biodiversidad, incluso poco explotada.
–¿Hay sectores que pugnan en Brasil para que ponga su atención en
el desarrollo del grupo Brics (que forma junto a Rusia, India, China y
Sudáfrica) y relegar al Mercosur y sus complicaciones?
–Brasil solamente tendrá peso en el Brics en la medida en que
mantenga sólidas alianzas en América del Sur, eso lo tenemos muy claro. Hay
una decisión del gobierno brasileño desde la gestión de Lula y reafirmada por
Dilma de asociar el desarrollo de Brasil al de la región. Todos los países de
los Brics tienen un círculo de alianzas regionales muy fuerte.
–En pocos años el bloque sufrió las pérdidas de dos líderes como
Néstor Kirchner y Hugo Chávez, ¿cómo ve hoy la situación política de la
región?
–En primer lugar, hay que estar preparados para esas pérdidas. Por
razones de emergencia, como fueron las muertes de Kirchner y de Chávez, o por
razones de renovación. No son emperadores, no van a quedarse toda su vida. Yo
creo que los cambios no han afectado la calidad ni del Mercosur ni de la
Unasur. Incluso, en el caso de la Unasur hay un elemento interesante que es
que la heterogeneidad política e ideológica es más grande y conseguimos
preservar la unidad. Dos episodios relevantes me parecen el de Paraguay –donde
hubo una decisión unánime– y, más recientemente, la decisión sobre Venezuela.
Todos, con matices, estuvimos en la misma posición.
–¿Cómo ve la situación en Venezuela luego de la elección de Nicolás
Maduro y de las denuncias de la oposición?
–La elección fue muy apretada, no es ninguna novedad lo que digo, y
debería ser objeto de una reflexión por parte de Maduro y su equipo. Ya cuando
Chávez ganó en octubre, lo que sacó representó una disminución respecto de
victorias anteriores. Eso ya prendió una luz amarilla y ahora esa luz ya es
naranja.
–¿Y usted por qué evalúa que disminuyeron los
apoyos?
–Hay varios problemas. Uno de los problemas es que Maduro no es
Chávez, él es el primero que lo sabe. Maduro es muy buen hombre y fue una
excelente decisión ponerlo como candidato, pero no tiene la presencia
política de Chávez. Los chavistas no estaban preparados para la desaparición
de su líder. Pocos días antes de su muerte se hizo una encuesta y el 60 por
ciento creía que volvería al gobierno. Además, el problema de la enfermedad
de Chávez no fue bien tratado, me refiero a la cuestión comunicacional. Por
otro lado, Venezuela vive problemas coyunturales como la inflación,
desabastecimiento y violencia. Hay mucha violencia urbana. También
hay cuestiones más de fondo que el país debe enfrentar, uno de ellos es la
reconversión de su economía. No puede continuar con una economía
petrolera toda su vida.
–¿Cómo interpreta el resultado de las elecciones en
Paraguay?
–Se impuso una dinámica histórica del país, la vuelta del Partido
Colorado, después de una experiencia muy negativa como fue el interregno de
Federico Franco. (Fernando) Lugo hizo transformaciones económicas importantes,
pero no consiguió lograr efectivamente una presencia política más fuerte.
Cometió, más que errores, omisiones, que se reflejaron en el momento del golpe
que él aceptó en cierta medida, aunque después cambió de posición. Y las
fuerzas de izquierda se dividieron, eso es muy malo. Hubo tres candidaturas de
izquierda y en un momento defensivo, eso es inadmisible. Toda la región criticó
mucho la incapacidad de los paraguayos para ponerse de acuerdo, y creo que
no se pusieron de acuerdo por cuestiones menores, no de fondo.
–¿Cómo será ahora la reinserción de Paraguay en el
Mercosur?
–Una de las condiciones fue cumplida: una elección limpia. Todos
los observadores que fueron están de acuerdo en eso. La segunda condición,
obviamente, será el traspaso de mando. No tiene sentido que nosotros aceptemos
ahora no a Paraguay, sino a Paraguay gobernado por un gobierno que consideramos
ilegítimo. Fue la razón por la que lo suspendimos tanto de Mercosur como de
Unasur. Eso se resolverá en agosto. Si hubiera una fórmula para resolverlo antes
estaría bien, pero no creo. Sé que de parte de (Horacio) Cartes hay una
decisión por resolver incluso la cuestión Venezuela, pero si no lo resuelve no
es un problema nuestro, es un problema de Paraguay. Paraguay ingresa hoy a un
bloque que está compuesto por Argentina, Brasil, Uruguay y
Venezuela.
–Siempre hay analistas que anuncian el comienzo del fin de los
gobiernos de signo progresista en la región. ¿Ve en el resultado en Paraguay
algo de eso?
–No, la elección de Lugo fue excepcional. Quizás uno de sus errores de
gobierno fue no haber aprovechado esa situación y formar una corriente más
poderosa. No obstante, la situación de la izquierda en Paraguay mejoró. En
general, lo que sucedió obedece a una situación exclusiva de Paraguay. De
cualquier manera, estamos en democracia y tenemos que estar preparados para
ganar y perder elecciones. Si las perdemos tenemos que ver cuáles son nuestras
responsabilidades, que nunca son pequeñas.
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