El ser humano está mayoritariamente orientado a la vida terrenal y a este mundo.
Su consciencia por tanto está reducida y orientada sólo a lo material de estructura burda, a la existencia terrenal, que él capta y contempla como la única realidad.
Quien se identifica en esa medida con la existencia material, tiene que experimentar una y otra vez la limitación de la misma.
La plenitud que ofrece este mundo se evidencia como apariencia; el alivio es de corta duración; los esfuerzos y las penas, los acosos y el aspirar a cosas, no tienen fin.
Pues el hombre nunca puede encontrar en el exterior aquello que añora y espera en lo más interno de su corazón: la tranquilidad interna, la seguridad plena, el amor puro e imperecedero y la riqueza que llena el corazón con alegría luminosa y felicidad verdadera.
La paz llena de armonía, unidad y amor, nunca ha podido lograrse con un aspirar mundano, con presiones y esfuerzos externo.
El presentimiento de la realidad de una existencia que tiene preparados para nosotros todos estos dones, está arraigado profundamente en las raíces de cada alma humana.
Pues en nuestra alma está nuestra vida auténtica, nuestra vida originaria.
Es la realidad del Espíritu, del cual procedemos, al cual regresaremos y del cual formamos parte también ahora, en nuestro interior.
La consciencia de esta verdadera realidad sólo está perturbada por el egoísmo y el materialismo, amurallada por la vibración burda, dura, de este mundo y oprimida por la pretensión absoluta del intelecto humano, de que con él, debería poder entenderse todo.
Vida Universal
Maximiliano Corradi
DNI 27090991
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