(Del diputado kirchnerista Kunkel, coautor del proyecto de ley para regularizar las protestas callejeras.)
El kirchnerismo más duro acaba de ponernos frente a una nueva tipificación de los malestares sociales: los buenos y los malos, los conducentes y los destituyentes; en definitiva, los "legítimos" y los "ilegítimos".
Así define a los piquetes y cortes de ruta el proyecto de ley presentado por diputados oficialistas, que ahora pretenden regular lo que provocativamente el Gobierno que representan siempre dejó fluir para no "criminalizar la protesta".
La terminología elegida para definirlos ancla sus intenciones en otras hondonadas abiertas por el kirchnerismo cuando habla de "justicia legítima" para contraponerla a la que no juzga como a él le place, o cuando empuña sus índices de inflación, pobreza, indigencia y crecimiento del PBI como los únicos fiables en un país donde los destroza la realidad más lineal.
¿Hay realmente una contradicción del relato de la retirada?
¿Es este nuevo volantazo un disimulo atormentado del deterioro de poder de Cristina Kirchner?
Según el ensayista Alejandro Katz, este proyecto de ley "es un indicio más de la fragilidad de la conversación pública en la Argentina.
El kirchnerismo tiene pánico del conflicto.
Es muy interesante la mirada de Katz.
El 18 de agosto de 2013, Cristina Kirchner dijo esta frase:
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