Humor
político
Alejandro
Borensztein
Con
todo respeto amigo lector, yo creo que usted, al igual que buena parte del
pueblo argentino, está demasiado alienado siguiendo la apasionante novela
policial que arrancó en la cueva del valijero Fariña y terminó en la mansión de
Los Locos Kirchner.
Como
si este sainete resumiera nuestra historia reciente o fuera el hit de la década
ganada.
No
es para menos.
Seguir
diariamente las novedades del caso por televisión es atrapante y pochoclero.
Sin
embargo, creo que este asunto nos distrae.
Es
un árbol que no nos permite ver el bosque.
Un
árbol con un sobreprecio de la ostia, pero un árbol al fin.
Coincido
totalmente con la militancia dura del kirchnerismo cuando dice que este
escándalo se está usando para tapar lo verdaderamente importante.
Tienen
razón.
No
podemos simplificar lo inolvidable de los últimos diez años con ideas básicas
tales como “fueron una manga de chorros que sacaban la guita de la obra pública
y se la repartían en bolsos o la lavaban en un par de hotelitos”.
No
es justo.
¿Cómo
se puede pensar que este mamarracho delictivo es lo más trascendente de los
últimos 10 años?
¿Esto
ha sido todo?
¿Acá
termina el análisis que vamos a hacer sobre el gobierno de Ex Ella y su
pandilla?
Mirá
vos.
Y
yo que pensaba que la crítica al kirchnerismo era en defensa del Estado de
Derecho, la República y todas esas pavadas.
Tanto
esfuerzo enfrentando al autoritarismo y la mala praxis de estos irrompibles y
ahora resulta que por culpa del pibe Wiñazki y toda esa gente, la cosa quedó
reducida a los Butch Cassidy del Sur, un grupete de chapuceros improvisados
tratando de chorearse unos millones de euros y corriendo de un lado al otro del
país sin saber en dónde corno esconderlos.
Nadie
niega que la corrupción sistemática organizada desde el Estado no sea algo que
merezca grandes investigaciones periodísticas, una buena mini serie en Netflix,
o una tira de Pol-ka
(tengo otro título: “Poliladron 2”).
De
hecho, cuanto más sabemos más entendemos.
Por
ejemplo, viendo la cantidad de negociados que hacían con Vialidad Nacional y
con Obras Públicas, ahora se entiende por qué hay tantas calles que se llaman
Néstor Kirchner.
Pero
por grave que esto sea, es poca cosa comparado con la cuestión central que no
debemos olvidar:
La
Argentina desperdició la mayor década de bonanza regional de la historia, sin
desarrollar nada,
sin
acumular reservas,
sin
construir infraestructura,
sin
fortalecer seriamente el Estado,
sin
modificar la matriz productiva,
sin
ningún mejoramiento institucional,
con
una distorsión histórica-ideológica insólita,
con
propaganda neofascista,
enfrentamientos
absurdos y finalmente,
después
de diez años en los que diluviaban los dólares de punta, todo terminó en una
gigantesca concentración de pobreza, delito y narcotráfico, con millones de
argentinos cuya única posibilidad de supervivencia es la limosna de un plan
social.
Discúlpenme,
pero al lado de todo esto, la bóveda de Lázaro es una de Alberto Sordi y Ugo
Tognazzi.
Por
eso amigo lector, le propongo que salgamos del chiquitaje de Lázaro, Fariña,
Cristóbal y el famoso Chueco.
Se
los regalo a todos ellos envueltos en papel dorado y con moñito.
Es
más, para terminar con el problema propongo desde este humilde espacio, una
amnistía general para toda la gavilla, incluida Ella.
Así
no perdemos más tiempo y vamos al fondo del asunto.
No
se asuste amigo, sería una amnistía solo válida para esta página 2.
De
la 3 en adelante, sigamos destapando chanchullos a ver si Casanello se
despierta de una buena vez.
No
sea cosa que de “tortuga” pasen a llamarlo “el mago” por sacar de la galera a
los Báez y hacer desaparecer a los Jefes con un pañuelo.
Seamos
claros:
Se
perdió más guita regalando dólar futuro que en toda la obra pública fraguada
por los Báez.
Nos
costó muchos más recursos pelearnos con Uruguay, Brasil, Chile, España o EE.UU.
abrazados a otras democracias como las de Venezuela o Irán que todos los
impuestos que se encanutó Cristóbal López.
Llevará
mucho más tiempo lavar las banderas progresistas que estos tipos ensuciaron que
encontrar la mosca que lavaron con sus negocios sucios.
No
le quitemos los verdaderos méritos al gobierno anterior porque sólo entendiendo
lo que pasaba entonces, podremos entender lo que pasa ahora.
Por
ejemplo, en estos días el Compañero Mauri rechazó la propuesta opositora de una
ley anti despidos explicando que hay que tener cuidado porque “estas cosas
pueden obstaculizar la contratación de trabajo”.
Derecha
pura.
Nada
que ver con la reacción de izquierda del kirchnerista Recalde cuando en su
momento, ante una propuesta similar de Sergio Massa, dijo que “estas cosas
pueden obstaculizar la contratación de trabajo” (Ámbito Financiero, 21 de enero
de 2014).
Parece
lo mismo, pero es completamente diferente.
Cabe
aclarar que cuando hablamos de Recalde no nos referimos al Recalde que casi
funde Aerolíneas sino al Recalde que está fundiendo el bloque de diputados del
FpV.
Se
entiende, ¿no?
Lo
mismo vale para la negociación con los buitres y la reciente salida del
default.
Como
todo el mundo sabe, el traidor de Prat-Gay acordó “el pago a los buitres según
lo establecido por el fallo de Griesa con una quita en el capital y en los
intereses”.
Nada
que ver con el patriota de Kicillof cuando en 2014 viajó a Nueva York a
negociar “el pago a los buitres según lo establecido por el fallo de Griesa con
una quita en el capital y en los intereses”.
También
parece lo mismo, pero hay una profunda diferencia.
Obviamente,
ahora no tengo tiempo de explicarla.
Otro
día.
Mientras
Uruguay o Chile colocan bonos al 4,5%, nuestro nuevo gobierno de derecha acaba
de condenarnos a la hambruna pagando con los nuevos bonos una tasa que llega al
7%.
Una
vergüenza teniendo en cuenta que venimos de un gobierno para la liberación que
se endeudaba con Chávez al 15% (y eso que era un amigo) y más cerca en el
tiempo terminó emitiendo el BONAR 2024 con una tasa del 8,75%
La
diferencia entre 8,75% kirchnerista y el 7% derechista (1,75%) es más guita que
toda la que se transfirió en el E-Banking Jet de Lázaro o la que pudieron
contar en La Rosadita.
Como
éstos, hay mil ejemplos más.
Si
no apreciamos lo importante del gobierno anterior y nos quedamos en el alquiler
de habitaciones vacías nunca vamos a entender lo que nos pasó ni lo que nos
está pasando.
Para
empezar a criticar al nuevo gobierno sería bueno terminar de valorar al viejo.
Yo
sé que todo esto es menos gracioso que ver al Compañero Centro Cultural
abrazando una caja fuerte.
Pero
es mucho más necesario recordarlo.
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