"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 1 de julio de 2008

ARGENTINA - Los monstruos nuestros de cada día, por Juan Carlos González Costa

Desde ya hace muchos años, cada vez, que se produce una crisis política, se vuelve a hablar de la necesidad de hacer una “reforma profunda”. A fines del 2001, se produjo “El Diálogo Argentino” en el que nunca creí, no porque este diálogo fuera funesto a los intereses políticos argentinos o las reformas propuestas en sus conclusiones, no fueran necesarias e imprescindibles.

Todo lo contrario, quizás mi escepticismo se justifica al observar las acciones de los hombres, más que sus palabras.

Lamentablemente, el tiempo me dio la razón y aquellas reformas solo quedaron impresas en el papel.

A que se refiere la Sra. Presidente cuando dice que se mejoro la calidad institucional durante el mandato de su esposo..., al menos yo no la comprendo.

¿Que entendemos los Argentinos por el mejoramiento de nuestra calidad institucional?

Para ir clarificando lo que parece un verdadero jeroglífico para los Políticos Argentinos, diré que a mi entender, se trata de promover la vigencia plena, el funcionamiento correcto de las instituciones de nuestro régimen republicano, con su correspondiente participación de la sociedad civil no limitada por el mero ejercicio electoral.

Este problema fundamental Argentino, nos viene desde el fondo de nuestra historia, los registros de ella, nos muestran que siempre nos ha costado practicar “el respeto pleno y sincero a las instituciones republicanas”.

La historia:

Un extraordinario franciscano y patriota Argentino, Fray Mamerto Esquiú el 9 de julio de 1853 en su homilía en la Iglesia matriz de Catamarca, con ocasión de jura a la constitución de 1853 en esta provincia dijo: El inmenso don de la Constitución, hecho a nosotros, no seria mas que el guante tirado a la arena, si no hay en lo sucesivo, inmovilidad y sumisión. Inmovilidad por parte de ella y sumisión por parte de nosotros.

Este nuestro ilustre Fraile y Patriota Argentino, tenia muchas dudas y reparos sobre la constitución promulgada en 1853, pero se dio cuenta que la única salida para la patria en aquellos momentos, era respetar la constitución seriamente, aun con aquellos reparos que el tenia.

¿A que se refería con inmovilidad?

A que la constitución, no puede quedar al arbitrio de los conatos políticos para cambiarla a su gusto y conveniencia.

A lo que yo me permito agregar, para burlarla, escamotarla, manipularla a voluntad o ignorarla como concretamente y sistemáticamente se ha hecho pacto de Olivos mediante.

Desde 1853, han sido muchas las veces en nuestra historia, que nuestra ley fundamental y las leyes en general, no ocuparon el lugar que les corresponde.

Los distintos gobiernos creen que el ejercicio de la primera magistratura, les permite exceptuarse de cumplir con ellas.

No se ha convertido históricamente, el cumplimiento de la Ley, en el instrumento de inspiración concreta y permanente de los ciudadanos gobernados y gobernantes, así en lo social como en lo político

A esto llama Esquiú sumisión a la Constitución.

La visión de Esquiú:

Esta homilía del Fraile y Patriota, era un posición clarísima ante la posibilidad de la NO observancia de la ley fundamental, en ella decía: Fácil es prever la eterna dominación de dos monstruos en nuestro suelo patrio: “Anarquía y Despotismo”.

Nos advierte así del peligro de caer en “La Anarquía” y El Despotismo”, eludible esto, solo en el respeto incondicional a las “Instituciones de la República” y el pleno funcionamiento en una sociedad, que tiene que tender a ser cada ves mas participativa.

Podemos definir que implica “Calidad Institucional” en la vida política solo con atenernos al principio esencial del “Estado de Derecho” y la división y autarquía de los poderes republicanos.

Esto a sido y es tan importante en la vida de los pueblos, que el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Centecimus Annus”, nos dice: El magisterio reconoce la validez del principio de la división de poderes en un estado.

Es preferible que un poder este equilibrado por otros poderes y otras esferas de competencia que lo mantengan en su justo limite.

Este, es el principio del estado de derecho, en el cual es, soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres ocasionales en el ejercicio del poder.

La única forma, de respetar la “Voluntad del Pueblo” es respetando la ley y la Constitución, la legitimidad de la autoridad no devine exclusivamente de el voto popular, sino del respeto que observen los electos de aquellas normas, leyes y deberes constitucionales a los que están obligados a ceñirse en el cumplimiento de sus mandatos, otorgados por nosotros, los mandantes, los que caducan con el tiempo constitucional establecido o la violación flagrante de la ley y sus obligaciones.

Los gobernantes que no se ajustan al cumplimiento constitucional, pierden su legitimidad, aun, si ella deviene del voto popular, porque al no cumplir con lo que es su máxima obligación, respetar y hacer respetar la Constitución Nacional, automáticamente se marginan de todos los derechos otorgados en el acto eleccionario por nosotros los mandantes.

El ganar elecciones presidenciales, no significa ser coronado monarca absolutista de un estado, sino aceptar el honor de servir a la Nación y su ley fundamental, que es la que da el marco en el ejercicio del poder.

Nuestra patria Argentina, a 155 años de aquella homilía de este ilustre patriota Fray Mamerto Esquiú, sigue siendo acechada por los mismos monstruos de La Anarquía y El Despotismo.

Hoy los ciudadanos desconocen las leyes y la constitución, creen que sus derechos los facultan para avasallar los de los demás, se dicen Demócratas y confían más en la imposición de sus anhelos y deseos por la fuerza, que por la razón y la ley, cortan calles, rutas y realizan paros salvajes, como el de los subterráneos dejando a miles de damnificados los que son rehenes de sus peticiones.

Personajes siniestros se arrogan representaciones que no tienen, como D’Elía a quien no votan ni sus hijos, pero a quien los medios le adjudican representación, solo porque tiene una turba adiestrada lista para ejercer la fuerza. Los estudiantes del colegio Nacional, en lugar de asistir a estudiar y respetar esa casa de estudio preparándose para el futuro, pretenden cogobernar el establecimiento.

El estado so pretexto democrático es el principal mentor de estas deliberaciones anticonstitucionales permanentes, al permitirlas y darles una entidad que no tienen a quienes carecen de representación política y son expresiones marginales de subversión contra la ley y el orden publico en perjuicio de las grandes mayorías.

No se es demócrata en las calles y el uso de la fuerza, se es en el respeto de las minorías y la ley.

Se habla de Modelo y se discute, como si estos llevaran una marca registrada, yo pregunto: ¿Se puede hablar de un modelo de gobierno, que no sea el establecido por La ley fundamental de la Nación?

Los antiguos griegos colocaban en el friso de sus casas de estudio la leyenda “La única verdad es la realidad” y esta es la nuestra.

Sepamos nosotros, sacudir a nuestros conciudadanos y llamar a la reflexión sobre este mal que nos consume, reclamando el cumplimiento de la Ley y la Constitución Nacional.

Y enseñando, que todo el que viole la constitución, es un criminal y merece ser tratado como tal, sea este quien sea.





Por Juan Carlos González Costa

paloyalabolsa@Argentina.com

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