Por Mauricio Maronna / La Capital
Faltan para el 28 de junio (fecha de las elecciones legislativas) pero mucho hay aún para definir respecto a los resultados. La masa de indecisos supera hoy por hoy a quienes tienen definido su voto y, en un aporte más a la confusión general, los encuestadores parecen las gitanas que recorren los pueblos leyendo las manos y pronosticando números tan distintos entre sí que no ayudan a aclarar un oscurecido tramo de campaña.
Hay candidatos que hablan de cambiar “el modelo” como si se tratara de comicios presidenciales, los analistas de los medios porteños le firman el certificado de defunción política a Néstor Kirchner y la sociedad sólo se entretiene con el Gran Cuñado.
Según sea el interlocutor que se dedica a hacer trabajos de campo el futuro asoma de tal o cual manera.
La frutilla de postre la puso Enrique Zuleta Puceiro en una entrevista con La Capital publicada ayer.
Según el consultor, todos los votos peronistas —aun los que vayan a Francisco De Narváez— contribuyen a mejorar el perfil del gobierno.
"Una rareza teniendo en cuenta que tanto el candidato de Unión-PRO como tantísimos caciques comarcales han tomado definitiva distancia de la pingüinera"
Kirchner se aferra a la provincia de Buenos Aires como un náufrago a cualquier elemento sólido que flote en el océano. Si el santacruceño se impone con el 35 por ciento de los votos, neutralizará para sus acólitos las malas performances que le esperan en Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Capital Federal.
Los columnistas políticos que se apuran a mandar bajo tierra al tacticista sureño, olvidan que llegó al ballottage en 2003 merced al aporte del conurbano bonaerense pese a haber sido derrotado en muchas provincias, donde ni siquiera figuró en segundo lugar.
En el laboratorio de Olivos especulan que con ese contexto bien podría repetirse la historia. Aunque el país es otro, la sociedad ya no quiere más sobresaltos, gritos, estilos huracanados y crispación permanente. Kirchner sueña con un contrincante de centroderecha que vuelva a regalarle el espacio progre, como lo hizo Carlos Menem en 2003.
“Al Flaco le encantaría tenerlo a Mauricio Macri de contrincante. Y si él no puede ser postulante porque su imagen se sigue cayendo siempre especuló con el factor Reutemann, pero el Lole para ganar Santa Fe necesita despegarse de la Casa Rosada como un afiche con poco engrudo”, relata un conocedor de los meandros de la Presidencia.
Por eso no contestó ni una sola de las críticas que lanzó Reutemann.
Tratándose de Kirchner en cualquier otra situación hubiera aprovechado para restregarle su “pasado noventista”, una leyenda tan vieja como el setentismo que proclaman algunos militantes sociales ahora parcialmente desencantados con el santacruceño.
Es más, durante la campaña electoral que depositó a Kirchner en la Rosada, le enrostró al Lole frívolamente que cuando él “estaba preso”, Reutemann “corría en Fórmula 1”...
Ahí nomás el santafesino lo despachó en una entrevista con La Capital: ”Que traiga la guita que tiene afuera”.
Sería muy difícil que el ex presidente no lograra el 35 por ciento de los votos en Buenos Aires, casi un imposible. Por eso los justicialistas que abandonaron el kirchnerismo miran a Santa Fe con particular esmero. Una victoria de Reutemann lo convertirá inmediatamente en el nuevo jefe de los muchachos y muchachas justicialistas, siempre tan propensos a las estructuras piramidales.
Con Binner pasa algo similar: la centroizquierda —por tratar de rotular el escenario—sabe que Elisa Carrió genera muchos rechazos, desconfía de Julio Cobos y no tiene a mano ningún otro presidenciable que no sea el hierático gobernador santafesino, a quien el hoy opinator Tomás Abraham quiere organizarle su propia Carta Abierta.
Los comicios en la provincia dejarán un presidenciable.
Sea Reutemann el que gane o sea Giustiniani.
Si el senador socialista triunfa, Miguel Lifschitz tendrá un competidor para la Gobernación en el 2011, ya que Pechito habrá logrado romper el invicto del Lole.
Unos y otros están hoy en operaciones vía encuestas truchas —algunas dan risa de tan ridículas— y cuando no apelan a esos artilugios se dedican a cruzarse insultos que el ciudadano santafesino deja pasar por desinterés.
En Santa Fe se avecinan dos semanas de locura electoral. Habrá que elegir senador y diputado una semana antes de las internas abiertas simultáneas y obligatorias. Es probable que no falten los pícaros que pongan las boletas a concejal en el cuarto oscuro del 28 de junio. Una falta de sentido común incomprensible esto de pegar las elecciones cuando a viva voz se declama por el mejoramiento de la calidad institucional.
¿Pero quién puede criticar el sentido común de los gobernantes santafesinos cuando el aquelarre bonaerense lleva a que el gobernador ahora diga que “eventualmente” podría asumir como diputado nacional, al igual que el jefe de Gabinete y casi 40 intendentes?
El desapego a los manuales convierte a la Argentina en la meca de los tramposos.
Faltan para el 28 de junio (fecha de las elecciones legislativas) pero mucho hay aún para definir respecto a los resultados. La masa de indecisos supera hoy por hoy a quienes tienen definido su voto y, en un aporte más a la confusión general, los encuestadores parecen las gitanas que recorren los pueblos leyendo las manos y pronosticando números tan distintos entre sí que no ayudan a aclarar un oscurecido tramo de campaña.
Hay candidatos que hablan de cambiar “el modelo” como si se tratara de comicios presidenciales, los analistas de los medios porteños le firman el certificado de defunción política a Néstor Kirchner y la sociedad sólo se entretiene con el Gran Cuñado.
Según sea el interlocutor que se dedica a hacer trabajos de campo el futuro asoma de tal o cual manera.
La frutilla de postre la puso Enrique Zuleta Puceiro en una entrevista con La Capital publicada ayer.
Según el consultor, todos los votos peronistas —aun los que vayan a Francisco De Narváez— contribuyen a mejorar el perfil del gobierno.
"Una rareza teniendo en cuenta que tanto el candidato de Unión-PRO como tantísimos caciques comarcales han tomado definitiva distancia de la pingüinera"
Kirchner se aferra a la provincia de Buenos Aires como un náufrago a cualquier elemento sólido que flote en el océano. Si el santacruceño se impone con el 35 por ciento de los votos, neutralizará para sus acólitos las malas performances que le esperan en Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Capital Federal.
Los columnistas políticos que se apuran a mandar bajo tierra al tacticista sureño, olvidan que llegó al ballottage en 2003 merced al aporte del conurbano bonaerense pese a haber sido derrotado en muchas provincias, donde ni siquiera figuró en segundo lugar.
En el laboratorio de Olivos especulan que con ese contexto bien podría repetirse la historia. Aunque el país es otro, la sociedad ya no quiere más sobresaltos, gritos, estilos huracanados y crispación permanente. Kirchner sueña con un contrincante de centroderecha que vuelva a regalarle el espacio progre, como lo hizo Carlos Menem en 2003.
“Al Flaco le encantaría tenerlo a Mauricio Macri de contrincante. Y si él no puede ser postulante porque su imagen se sigue cayendo siempre especuló con el factor Reutemann, pero el Lole para ganar Santa Fe necesita despegarse de la Casa Rosada como un afiche con poco engrudo”, relata un conocedor de los meandros de la Presidencia.
Por eso no contestó ni una sola de las críticas que lanzó Reutemann.
Tratándose de Kirchner en cualquier otra situación hubiera aprovechado para restregarle su “pasado noventista”, una leyenda tan vieja como el setentismo que proclaman algunos militantes sociales ahora parcialmente desencantados con el santacruceño.
Es más, durante la campaña electoral que depositó a Kirchner en la Rosada, le enrostró al Lole frívolamente que cuando él “estaba preso”, Reutemann “corría en Fórmula 1”...
Ahí nomás el santafesino lo despachó en una entrevista con La Capital: ”Que traiga la guita que tiene afuera”.
Sería muy difícil que el ex presidente no lograra el 35 por ciento de los votos en Buenos Aires, casi un imposible. Por eso los justicialistas que abandonaron el kirchnerismo miran a Santa Fe con particular esmero. Una victoria de Reutemann lo convertirá inmediatamente en el nuevo jefe de los muchachos y muchachas justicialistas, siempre tan propensos a las estructuras piramidales.
Con Binner pasa algo similar: la centroizquierda —por tratar de rotular el escenario—sabe que Elisa Carrió genera muchos rechazos, desconfía de Julio Cobos y no tiene a mano ningún otro presidenciable que no sea el hierático gobernador santafesino, a quien el hoy opinator Tomás Abraham quiere organizarle su propia Carta Abierta.
Los comicios en la provincia dejarán un presidenciable.
Sea Reutemann el que gane o sea Giustiniani.
Si el senador socialista triunfa, Miguel Lifschitz tendrá un competidor para la Gobernación en el 2011, ya que Pechito habrá logrado romper el invicto del Lole.
Unos y otros están hoy en operaciones vía encuestas truchas —algunas dan risa de tan ridículas— y cuando no apelan a esos artilugios se dedican a cruzarse insultos que el ciudadano santafesino deja pasar por desinterés.
En Santa Fe se avecinan dos semanas de locura electoral. Habrá que elegir senador y diputado una semana antes de las internas abiertas simultáneas y obligatorias. Es probable que no falten los pícaros que pongan las boletas a concejal en el cuarto oscuro del 28 de junio. Una falta de sentido común incomprensible esto de pegar las elecciones cuando a viva voz se declama por el mejoramiento de la calidad institucional.
¿Pero quién puede criticar el sentido común de los gobernantes santafesinos cuando el aquelarre bonaerense lleva a que el gobernador ahora diga que “eventualmente” podría asumir como diputado nacional, al igual que el jefe de Gabinete y casi 40 intendentes?
El desapego a los manuales convierte a la Argentina en la meca de los tramposos.
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