"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 21 de mayo de 2009

El modelo soñado...

Daniel Della Costa
Para LA NACION

Si a un tipo, con sus facultades mentales intactas, se le ocurriese un día dirigirse a un oficialista conspicuo y decirle algo así como: "Maestro, yo también quiero ser kirchnerista, pero me tiene un poco confundido esto del modelo: ¿usted me podría decir cuál es?", es fácil que le causase un serio problema a su interlocutor.
Salvo que la respuesta que le diese fuese de este tenor: "El modelo reside sólo en esto: en hacer la venia y decir sí señor".

Este vacío, esta tiniebla ideológica se sospecha, y con fundamentos, que alcanza por igual a todos los seguidores de la pareja presidencial y, acaso, también a ellos mismos.
Porque desde 2003 hasta el presente, y si se quiere antes, ya que el matrimonio no nació ayer ni lo hizo de un carozo, viene haciendo gambetas en la política nacional capaces de confundir al más baqueano. Las que se transforman en un ovillo descomunal, si se incluyen los juveniles desvaríos setentistas en la ciudad de las diagonales.

Ya que de ese embrollo indigesto, hecho de sueños revolucionarios, contundentes realizaciones inmobiliarias, intendencias y gobernaciones absolutistas, complicidades menemistas y duhaldistas, desafíos a la derecha y encomios a la izquierda, ha nacido un enjambre ideológico que no atina a reposar sobre ningún panal, aunque parezca rapiñar un poco de todos los existentes.
Sin embargo, si no hay pistas certeras de lo que son, acaso las haya de lo que quisieran ser y hacer.
Como esos indicios que volvieron a manifestarse durante la reciente breve visita del comandante Chávez al país.

Porque si la pareja hubiese querido imitar comportamientos y actitudes razonables, estaba rodeada, en el patio sudamericano, de personajes que podrían haberle servido para ello, como el brasileño Lula, el oriental Tabaré Vázquez o la chilena Michelle Bachelet.
Pero no ha sido así.
En cambio, por las atenciones que dedican al venezolano, hasta el punto de invitarlo a compartir un corderito patagónico en su íntimo y blindado refugio de El Calafate, pareciera que, si practican algún grado de cholulismo, no es por Brad Pitt ni por Nazarena Vélez, sino por el presidente caribeño.

Y la causa de esta elección sería muy clara: Chávez ha demostrado su capacidad para llevar a cabo cosas que acaso ellos también hubieran querido hacer, pero no les dio el ánimo. Y además, el Comandante lo ha hecho del modo soñado, esto es, autoritario y terminante, enfrentando a los medios con total desenfado, provocando a los opositores, burlándose del imperio americano y plebiscitando su permanencia sin límites en el sillón de Simón Bolívar.

En cambio aquí, todo quedó nada más que en el intento, porque, al fin, todo se ha ido en gestos, amenazas, en medidas compulsivas y arbitrarias, en enojos e irritaciones, pero también en una suma de miedos y frustraciones, traducidas en rejas, vallados y silencios.
Nada que ver, entonces, con el chavismo rampante y arrollador.
Peor aún, esto concluye, apenas seis años después, bajando la voz, besando niños durante la campaña y hablando de amor; armando listas truchas, abrazado a Perón, a Evita y a Moyano y con el telón de fondo de esta opción ingenuamente apocalíptica: "Nosotros o el caos"
"Maestro -dijo el reo de la cortada de San Ignacio-, yo ya elegí: el caos. Porque a éstos, ya los conozco"

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