Solbes y el desodorante...

Por Edurne Uriarte / Abc.es


El desodorante de cualquier líder político es el poder y a Zapatero comienza a abandonarle el suyo.
Eso explica los movimientos de incomodidad y de huída a su alrededor.
Se trata de poder, no de debate ideológico.

El olor de la debilidad y de la futura derrota causa deserciones parecidas a las de los cuerpos mugrientos y sudorosos que vacían los vagones del metro. S
iempre que haya alguna salida abierta, claro está.
Como la que han tenido Solbes o Sevilla y pocas veces los sufridos pasajeros del metro.

Si el PSOE llevara diez o quince puntos de ventaja en las encuestas, hablaríamos de otra cosa.
El desodorante estaría funcionando a pleno rendimiento. Y no se movería ni Dios.
Por lo que pueda pasar.
Por otros cargos, favores e influencias que pudieran caer en la perspectiva de unos cuantos años más de socialismo en el poder.
O por los que dejarían de caer por la furia del poderoso abandonado.

Pero con tres o cuatro puntos por detrás del PP, con un declinante favor ciudadano, con dos años y medio de legislatura por delante que se asemejan a un martirio político, con los medios de comunicación afines en contra, con los intelectuales soliviantados y con el líder incapaz de dar la vuelta a la situación, aquí no hay quien pare.

Comienza a hacer más calor fuera que dentro.
De eso se trata en las deserciones del PSOE, de que se huele pérdida de poder.

Ni Solbes ni Sevilla ni los demás han dicho una sola palabra crítica de Zapatero o de su política, ni antes ni ahora.
Lo que sería sorprendente, por otra parte, teniendo en cuenta la responsabilidad de ambos en dicha política, muy en especial del primero.
El mismo cuyo brazo levantaba Zapatero en un mitin hace un año y medio por haber «ganado» a Pizarro contando a los españoles que no había crisis económica.

Lo suyo es mera cuestión de desodorante.
...

El debate ideológico lo harán otros y llegará más tarde.