"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 27 de diciembre de 2009

Humor Político - Noche de paz, noche de amor...

Por: Alejandro Borenstein
Fuente: Arquitecto y productor de TV / Clarín

El vuelo no estuvo nada mal. El Tango 01, con toda la banda kirchnerista a bordo, viajaba rumbo a El Calafate a pasar la Nochebuena.

Al aterrizar, me enteré de que al avión lo condujo Scioli, porque los pilotos y las azafatas venían amordazados en la bodega. Desde que en el gremio ganó la lista opositora, los aeronavegantes pasaron a engrosar el reino de enemigos a combatir. Reino en el que, dicho sea de paso, ya no hay dónde estacionar.

Por suerte, recién supe todo esto cuando llegamos.
Debí sospecharlo cuando apareció el ministro Randazzo con el carrito, repartiendo las bandejitas con los sandwichitos.
Por las dudas, para el regreso me saqué un pasaje en Aerolíneas.

Al rato, ya estábamos todos bañados y perfumados en el living de la casa de los K, menos Scioli que se quedó pasándole la aspiradora al avión presidencial.

"Mi vida, podés venir que ya llegaron todos", dijo el Compañero Jefe.

Vestida como la reina de Holanda, apareció la Compañera Jefa.

Saludó a uno por uno y se sentó cerca de mí.
- "¿Te gusta el lechón?"

Como primer bocadillo, viniendo de una Presidenta, me sonó un poco raro.
- "Sí, me gusta", le contesté y agregué: "En mi casa, para las fiestas, siempre se comía lechón. Frío, porque caliente cae como una bomba".
El Compañero Jefe hizo una seña hacia la cocina y me aclaró:
- "Nosotros lo comemos tibiecito", y al toque apareció el diputado Kunkel portando una bandeja con un cerdito vivo y maniatado.

El animal (me refiero al cerdo), rápidamente comprendió que su vínculo con el kirchnerismo tenía los minutos contados.
Kunkel lo tomó del cuello y empezó a cantar la marcha peronista junto a su compañera en el Consejo de la Magistratura, la diputada Diana Conti.
El chanchito intentó congraciarse levantando su patita delantera y tratando de hacer la V con las pezuñas, pero no le salía.
La diputada Conti sacó una daga que siempre lleva en la cartera y se la entregó a Kunkel.
El pobre cerdito, en un último intento de piedad, cantó en una extraña mezcla de idioma castellano y porcino, algo que parecía el clásico:
- "Y ya lo ve, y ya lo ve, es la gloriosa JP".

Kunkel, al grito de "Patria o Muerte", terminó con las ilusiones revolucionarias del animalito.
Acto seguido, lo pusieron en la mesa y arrancó la cena.

- "¿No te gusta el lechón?", me preguntó Moreno al ver que yo no comía.
- "Me encanta", le contesté, "pero en casa mi papá lo preparaba de otra forma".
- "¿No era que los judíos no comían cerdo?", interrumpió D'Elía.
- "En realidad", le dije, "hay judíos más ortodoxos que no comen cerdo y otros más liberales que sí lo comemos".
Dejó de roer la pata de cerdo que se estaba manducando y con ese estilo tan querible y democrático que lo caracteriza, remató:
- "Para mí, todos los judíos son la misma cosa"

De pronto se escuchó un estruendo en la chimenea.
Un tipo disfrazado de Papá Noel, se fue de trompa contra el piso y rodó por el living desparramando regalitos por todos lados.

- "Yo quiero el mío", gritó la Compañera Jefa y se abalanzó sobre uno que tenía buena pinta.
Eran las llaves de un auto.
- "¡Néstor, me compraste el Audi A8 que siempre quise!".
- "No, mi amor, es para Oyarbide. A los jueces que firmen sentencias a favor nuestro, Papá Noel los va tratar muy bien".
- "¿Y a los que firmen en contra?", pregunté curioso.
- "Les vamos a mandar este souvenir", y abrió una cajita con una Mont Blanc y un dedo humano recién cortado.

Se me ocurrió pensar que si a todos los jueces que fallan contra el Gobierno les van a mandar un dedo cortado, más vale que se vayan buscando un mayorista de dedos...
No me animé a decirlo.

El falso Papá Noel se tiró extenuado en un sillón, mientras todos se abalanzaban sobre los regalos.
Me guiñó un ojo. Era Aníbal Fernández, que se había pegado una barba gigantesca que le ocultaba toda la cara, menos el legendario bigote, que es -científica, operativa y técnicamente- imposible de ocultar y que asomaba por todos lados.
- "Estoy harto. Me usan para todo. No veo la hora de que vuelva Duhalde"

En el medio del alboroto, apareció otra vez Kunkel, que venía de la cocina y traía en una mano un bicho que se le retobaba colgando de las patas, y en la otra una 9 mm apuntándole a la cabeza.
- "¿Alguien quiere corderito patagónico?", preguntó.

Néstor alzó su copa.
- "¡Brindemos por el triunfo del 28 de junio y por muchos más!".
Levanté mi copa y comenté:
- "¿Y si brindamos por la familia y los chicos, que es un poco más realista?".

Mientras todos se abrazaban, me puse el polar, la campera y salí a caminar por el jardín.
Copa en mano, me senté en un tronco a disfrutar de la luna que intuí reflejada sobre las heladas aguas de Lago Argentino.
Hacía un fresquete bárbaro.
De pronto, sentí que alguien se acercaba. Era la Compañera Jefa.
Se sentó a un metro de mí, sobre el tronco.
Sin el traje de reina y pese a la gélida noche, vestía un jean y una remerita de Led Zeppelin... (Estos pingüinos son gente rara)

Ella rompió el silencio:
- "Estamos en el horno, no?".
- "Usted estará en el horno, pero yo siento un tornillo de la gran siete".
- "Me refiero políticamente", corrigió ella.
- "Ah, puede ser", le contesté tratando de disimular la pelotudez que le dije. "Lo que pasa es que ustedes se las buscan solitos. A veces, cuesta entender que sean tan obtusos. Las cosas que hacen se les vuelven en contra como un boomerang de titanio. Desde la 125 hasta las testimoniales, desde la alianza con D'Elía hasta el fútbol para todos, desde la embestida contra los medios hasta la extorsión a los gobernadores.
< ¿Qué necesidad tenían de patotear en el Congreso el día que asumieron los nuevos diputados?
< ¿No hubiera sido más inteligente portarse bien, aceptar que no tenían mayoría, felicitar a los nuevos y quedar como duques? Si igual estaban perdidos.
En la escuela me enseñaron que cuando uno se porta mal, le va mal. Ahora el asunto es cómo seguir".

Me miró con curiosidad.
- "La idea de echarlo a él a la mierda, con todo respeto por supuesto, y gobernar solita, ya la descartamos. Ustedes son inseparables".

No le gustó nada y se paró como para irse.
La agarré de la remera y se sentó nuevamente.
- "Pero todavía tienen dos años. Y enfrente no ha aparecido nada demasiado importante. Creo que Macri, que es tan popular como chambonardo, tiene menos cintura política que el ogro Fabbiani. Lo de Posse terminó de demostrarlo.
En cambio el Colorado es menos chambón pero se lleva todo por delante y ya demostró que es peligroso y traicionero. Su debilidad es no saber nada de política.
Su fortaleza es que tiene demasiada guita y es capaz de cualquier cosa. Francisco de Narváez es el Ricardo Fort de la política argentina".
Se rió...

"Ahora apareció Duhalde, entrando al área a toda velocidad. Personalmente, creo que es sólo una cortina para que, detrás de él, entre a cabecear uno con más chances: el Lole, Felipe o ambos".

"Del otro lado está Lilita, que es la más lúcida, pero nadie la ve ejecutiva. Y, finalmente, Cobos.
¿Seguirá este incipiente De la Rúa al tope de las encuestas cuando la gente se empiece a avivar qué clase de personaje se esconde detrás del vice?
De última, yo no me preocuparía mucho por el 2011.
La herencia que nos va a dejar este Gobierno es un bolonqui"...
No le gustó.

Otra vez la tuve que agarrar de la camiseta.
- "Es obvio que el peor enemigo del Gobierno es el Gobierno mismo. Amíguense con la realidad, antes que la realidad se los termine de devorar. Traten de que la gente la pase un poco mejor, y a ustedes les va a ir mejor. Todavía están a tiempo".
Levanté mi copa.
- "Feliz año, Jefa".
Chocó su copa con la mía y cuando vio que los custodios venían a buscarla, me hizo pestañitas y se fue.

Corrí al aeropuerto a tomar el último vuelo de Aerolíneas. Llegué justo.
Mientras subía a mi avión me detuve a contemplar la luna reflejada en el fuselaje cromado del Tango 01.
En el borde de la gigantesca boca de una de sus turbinas, y alumbrados por una romántica vela, se recortaban las figuras del Scioli y Karina que brindaban entre arrumacos.
Rogué que a nadie se le ocurra prender los motores.
A veces, el kirchenrismo te pone en lugares insospechados.

Volví a Buenos Aires, dispuesto a disfrutar de mi ciudad.
Enero es el mejor mes para quedarse.
Poca gente, noches cálidas.

Ahora, es momento de reflexión.
Ahora, mejor pensar dónde estamos y hacia dónde vamos.
Ahora, mejor me guardo.

¡¡¡Felices fiestas!!!

Fin de temporada.

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