Por Myriam R. Chávez de Balcedo
Directora del Diario Hoy / La Plata (Capital de la provincia de Buenos Aires)
Llegó la hora de decir basta a la palabrería y a la incapacidad, en momentos en que hay millones de compatriotas pobres y cuando la situación económica de la Provincia, y de decenas de municipios, es por demás delicada.
Resulta indignante e imposible de tolerar que el Gobierno nacional meta la mano en las reservas para pagar 6.500 millones de dólares a acreedores de deuda externa, cuando ni siquiera se realizó una auditoría o investigación seria sobre lo que se está pagando, y cuando está demostrado que gran parte de esos compromisos están viciados de ilegalidad.
Se está privilegiando el pago de los negociados a costa del hambre de nuestro pueblo.
El año que acaba de terminar estuvo marcado por la recesión y por una alarmante caída de la actividad económica que no tuvo que ver en su totalidad con el crac internacional.
Y cuando deberíamos estar pensando cómo hacer para aprovechar la leve recuperación a nivel mundial que se registrará en 2010, se están adoptando medidas que lo único que hacen es volver más vulnerable a nuestro país.
Pero la responsabilidad no sólo les cabe a los Kirchner, que hace tiempo están en retirada y cuyo tiempo político ya pasó.
Una gran cuota de culpa también la tienen los principales referentes de la oposición, que resultan funcionales, por acción u omisión, a esta tragedia que estamos viviendo los argentinos.
Muchos de los personajes que ya están presentando sus candidaturas presidenciales pareciera que apuestan a la idea de que cuanto peor le vaya al país manejado por los K, mejor les puede ir a ellos.
Por eso no plantean ningún tipo de propuestas, no elaboran planes ni ofrecen ideas para encontrar soluciones a los grandes problemas del país, que no pueden esperar.
Su cabeza está puesta, más bien, en las elecciones de 2011, pero para que ello ocurra faltan casi dos años, y mientras tanto seguirá creciendo el número de desocupados y de marginados.
Eso no es todo: seguirá aumentando la presión impositiva sobre los sectores populares, la clase media y los sectores productivos, para financiar a un gobierno al que sólo le interesa favorecer a sus amigos.
La oposición calla o no tiene nada para decir sobre lo que se debería hacer para encarar los problemas estructurales del país.
Salvo algunas excepciones, ni siquiera mencionan cómo se debería evitar el saqueo de los recursos naturales que está teniendo lugar a lo largo y ancho del país.
Tampoco proponen iniciativas sobre cómo se podrían utilizar los millonarios fondos previsionales, que están en manos del Estado, para que tengan un fin realmente productivo y permitan reactivar el mercado interno.
La cuestión no pasa por no tener ambiciones políticas, algo que es natural en todo ser humano, sino por demostrar cierta grandeza para encontrar consensos básicos entre los distintos sectores políticos y productivos sobre, al menos, cuatro o cinco temas que se conviertan en políticas de Estado.
Y para ellos deberían recurrir al ejemplo que dieron nuestros próceres, como José de San Martín, Manuel Belgrano y Juan Manuel de Rosas, que pusieron en juego todo lo que tenían y no tenían para el engrandecimiento de la patria, sentando las bases de nuestra nacionalidad.
Otra opción que tienen es fijarse en lo que sucede en los países vecinos.
Mucho se ha hablado del fenómeno de Lula Da Silva, pero lo real es que un obrero metalúrgico, sin estudios universitarios, tuvo el coraje y la decisión política de rodearse de especialistas de primer nivel para encarar los problemas estructurales de su país.
Así es como Brasil prácticamente tiene autoabastecimiento energético, ha reducido sustancialmente sus índices de pobreza y hoy se encuentra entre las principales ocho economías del planeta, pese a haber tenido algunos indicadores negativos en la última parte de 2009.
Hasta Evo Morales, un dirigente cocalero que recibió a un país sumido en la miseria, mostró una decisión política admirable para empezar a recuperar los recursos del subsuelo de su país y ponerlos al servicio de sus compatriotas.
Además, se rodeó de intelectuales y especialistas que saben interpretar cuáles son las verdaderas necesidades de su pueblo, y actuar en consecuencia. La apabullante victoria que consiguió en las últimas elecciones fue una clara muestra de que está cambiando su país.
Lamentablemente, esta decisión y coraje político es lo que está ausente en el Gobierno K y en gran parte de la dirigencia.
No se puede pretender gobernar la Argentina teniendo como único pergamino “un voto no positivo” en la madrugada, o un millonario patrimonio personal para hacer campaña y marketing.
Convertirse en un estadista, en el más amplio sentido de la palabra, implica mucho más que eso.
Nuestro país tiene el privilegio de contar con profesionales y científicos de primer nivel que pueden aportar proyectos y propuestas superadoras para emprender los grandes cambios.
Ellos pueden demostrar que es mentira el cuento de que es imposible modificar el sistema impositivo en la Argentina:
< Hay sectores que obtienen fabulosas ganancias, lo cual no les es permitido en otros países, que pagan poco y nada al fisco, mientras que los sectores socialmente más postergados deben pagar el 21% de IVA cuando compran un paquete de arroz o polenta en el autoservicio del barrio.
La verdadera distribución del ingreso, de la que tanto hablan oficialistas y opositores, sólo es posible empezando a generar riquezas que hoy no existen, incentivando la producción con valor agregado, que es la que genera trabajo calificado. Es momento de cambiar, y el horno ya no está para los guitarreros.
Diario Hoy
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
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