"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 28 de febrero de 2010

Algo huele muy mal cuando la culpa la tiene la información

Por: Marcelo A. Moreno, mmoreno@clarin.com

Rodrigo "La Hiena" Barrios se mostraba sereno durante el reportaje que le concedió al periodista Marcelo Bonelli.
Sin una sonrisa, perfectamente afeitado, de saco y corbata, aseguró que "no había matado a nadie", después de relatar cómo con su poderoso coche había chocado a uno pequeño, que terminó atropellando y matando a una joven embarazada.
Y también precisó que "nunca intenté fugarme", aunque entre el momento del accidente y su presentación en la comisaría transcurrieron unas cinco horas.
- "Estuve esperando a mi abogado", fue la explicación que dio para su huida. Finalmente, atribuyó todo lo que le estaba pasando no a su culpa sino al hecho de ser un "personaje bastante mediático".

No sería raro que ahora apareciera el baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez, responsabilizando a la prensa por sus incendiadas desgracias.

Muy por encima del continente, el líder cubano, Raúl Castro, "lamentó" la muerte del disidente Orlando Zapata Tamayo, de 42 años, después de 83 días de huelga de hambre en protesta por las condiciones de su condena.
Ello había extendido su pena desde la inicial de tres años y medio de prisión por el gravísimo "delito" de "desacato" a Fidel Castro a nada menos que 35 años, todo a raíz de su conducta "ofensiva" hacia el régimen entre las rejas.
El hermano gobernante llegó a definir a Zapata Tamayo como "una víctima más" de la "confrontación que tenemos con Estados Unidos", como si hubiera sido baleado en Playa Girón.
En medio de la lluvia de protestas por parte de muchas naciones del mundo desarrollado -escasas, sugestivamente, de Latinoamérica- y de organismos de derechos humanos, Castro reconoció:
- "En Cuba no hay máxima libertad de expresión, es cierto. Pero el día que Estados Unidos nos deje tranquilos, aquí habrá la máxima libertad de prensa".
...
Seguro.

Y seguro, también, que escasa libertad de expresión también padece un país gobernado por un íntimo de los hermanos Castro.
En la Venezuela de Chávez, según el último informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA" se ha desarrollado una evidente intolerancia a la crítica y al debate abierto y deshinibido, pues el gobierno parece considerar que cualquier cuestionamiento u oposición a sus políticas tiene un propósito desestabilizador"
Y pone el ejemplo de la cadena Globovisión, sindicada por el ministro de Relaciones Exteriores como productora de "terrorismo mediático" para sembrar "zozobra y temor" entre la población por informar sobre un sin duda destituyente ... terremoto.
Tras conocerse el informe, Chávez rompió con la comisión de la OEA, describiendo no muy elípticamente al documento como "pura basura" y al titular del organismo, el argentino Santiago Cantón, como "excremento puro"

Del otro lado del arco ideológico y en otro continente, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi zarandea con violencia cada vez que puede a la prensa y al poder judicial, develadores, entre otras cosas, de sus fiestas orgiásticas y de sus oscuras relaciones con poderes ocultos pero muy presentes en Italia.
- "Vivimos sometidos al control de los teléfonos. Es un Estado policial. Es un sistema bárbaro", definió el gobernante al aparato que, en parte, él mismo administra.
Se refería a las escuchas telefónicas ordenadas por la Justica de su cercanísimo colaborador, el senador de su partido Nicola Di Girolamo, a quien un capo le dice: - "Tú eres mi esclavo, Nico. Puedes llegar a presidente de la República, pero para mí cuentas como un sirviente".
La prensa, por su parte, se encargó de fotografiar al honorable senador abrazado a Franco Pugliese, uno de los jefes de la mafia calabresa, conocida como "'Ndrangheta".

Es que a la autocracia y al autoritarismo no los retrata una determinada ideología sino, en general, una manera de entender y administrar el poder con sombría exclusividad.

Aquí ya se ha hecho costumbre que en casi cada intervención pública la PresidentA de la Nación y su importante marido practiquen la gimnasia de vapulear a la prensa no domesticada, la que exhibe los trapitos que no les gustan al sol, lo cual no constituye justamente un aporte a la libertad de expresión.

Algo huele muy a podrido en Dinamarca -como se lee en Hamlet-, o en cualquier país, cuando la información resulta la culpable de la marcha desdichada de las cosas.
Y no hay que poseer el cerebro de Shakespeare para saber que demasiado huele "demasiado mal" en la Argentina desde hace demasiado tiempo...

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