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Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 25 de febrero de 2010

El caballo de Pavía

La política se resiste a tomar nota de que, con Néstor Kirchner, el que merodea el Congreso no es Babieca, la blanca cabalgadura del Cid, sino el caballo de Pavía...

Por Susana Viau

Hace un año, cuando dudaron de su asistencia al recinto donde se decidía el destino de la resolución 125, Carlos Menem dijo que hubiera llegado aunque fuera como el Cid, quien ya muerto se presentó a la última batalla atado a la montura.

Ayer, el ex presidente prescindió de la poesía: "Simplemente faltó a la palabra empeñada y privó de quórum propio a sus compañeros de bancada".
El entorno de Menem cuenta en voz baja que se sintió marginado del debate político. Quienes lo conocen dan fe de la verosimilitud del argumento: “Siempre le gustó estar en primer plano”.

El narcisismo, de todos modos, no justifica el engaño en que mantuvo hasta último momento a Adolfo Rodríguez Saá y a Juan Carlos Romero y el papelón al que sometió a su bloque.
Versiones menos subjetivas conjeturan que lo que pesó en el ánimo del anciano senador es el cúmulo de causas judiciales que lo acechan y el gobierno regula con sabiduría.
Pero la sesión del 24 de febrero no se resume en la jugarreta impropia de un ex jefe de Estado; es probable que más temprano que tarde comiencen a surgir facturas por la mecánica que los jefes opositores imprimieron al debate: a la falta de quórum propio, se señala, pudieron haber respondido votando primero las comisiones y luego las autoridades o todo junto, tal como se hizo el 3 de diciembre en la Cámara de Diputados.

El oficialismo aprovechó la ventaja y se salió con la suya retirándose del recinto después de rescatar el único triunfo posible: que la presidencia provisional del cuerpo permaneciera en manos de José Pampuro.

La política se resiste a tomar nota de que, con Néstor Kirchner, el que merodea el Congreso no es Babieca, la blanca cabalgadura del Cid, sino el caballo de Pavía...

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