OEL, ¿en vez de OEA?

Internacionales, Latinoamérica

Las relaciones internacionales transcurren en un escenario donde los operadores no deben combatir sino negociar. El asunto crucial en aquel sitio no es quién por causas ideológicas y políticas arremete contra el otro, sino quién le saca a su interlocutor mayores ventajas y beneficios para su país.
Por Mario Rueda Peña

Tal objetivo se impone igualmente en el campo de lo multilateral, solo que aquí la táctica y estrategia se ajusta a objetivos regionales que no siempre logran unanimidad en los países integrantes del respectivo bloque, debido a las especificidades de las realidades nacionales y a la diversidad de sus reflejos políticos en el tratamiento de los problemas que afectan al conjunto.
En no pocos casos, tales reflejos asumen total y excluyente dogmática.

No sabemos aun si el Presidente brasileño Lula quiere que América Latina se desmarque totalmente de los Estados Unidos, fin para el cual les plantea a los países miembros del Grupo de Río, la necesidad de que las naciones de habla hispana se congreguen en una organización regional paralela a la OEA.
Algunos consideran aquello probable.
Y es más: juzgan que, en realidad, Brasil busca sustituir a Estados Unidos en la conducción regional.
Pero hay también gente que asocia su iniciativa a fórmulas puramente político-electoralistas.
El país vecino marcha ya hacia las elecciones presidenciales y Lula quiere que en las mismas se haga de la victoria una ex guerrillera cuya candidatura propicia. Apuesta para ello a la repercusión doméstica e internacional que ya alcanza su planteamiento de reemplazar a la OEA por una suerte de OEL (“Organización de Estados Latinoamericanos”).

No hay nada malo en una OEL que agrupe a todos los países de América Latina que compartan la necesidad de crearle un contrapeso a Estados Unidos en la cuestión regional, siempre y cuando la iniciativa no conduzca a un rompimiento colectivo en la relación multilateral con aquel Estado.

América Latina, en lo que respecta a mercado, se complementa con Estados Unidos tanto como éste con ella.
Esta recíproca dependencia imprime su sello a la interacción comercial entre nuestros países y la potencia del norte.

La OEL puede servir de instancia preparatoria del voto latinoamericano mayoritario (si es que se logra organizarlo) respecto a decisiones sobre temas o problemas de carácter bilateral o multilateral a resolver en la OEA.
Además, es lo más realista, porque para no pocos países de nuestro subcontinente Estados Unidos constituye mercado crucial para sus exportaciones, mientras otros son beneficiarios de su ayuda bilateral.

Fuente: Los Tiempos