"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 1 de marzo de 2010

Carta de amor a los hermanos de Chile

Brasília, 01 de Marzo del 2010.

A nuestros amados hermanos chilenos,

En la tarde del último sábado, fuimos sorprendidos por la triste noticia de que Chile, país al cual tanto amamos, había sido asolado por un fuerte sismo y por sus réplicas.

En este momento el dolor cortó nuestra alma y la tristeza hirió nuestros corazones. Pues, Chile para nosotros también es nuestra patria y amamos profundamente en el Señor a muchos hermanos chilenos, con los cuales compartimos durante los siete años que vivimos en Chile.
Muchos amados que vinieron a Cristo por medio de nuestro ministerio y otros a los cuales Dios despertó para servir al Señor con más dedicación, en el tiempo en que estuvimos juntos.
Dios nos dió en Chile hijos espirituales y amigos en el Señor.
Además de todo esto, nuestros hijitos nacieron en Chile, hecho que queda marcado de manera indeleble en nuestros corazones.
En resumen, los traemos a todos en el corazón y estamos sufriendo con vuestro sufrimiento, estamos llorando con vuestro llanto.

En la Bíblia alguien que pudo ver el colapso de su nación fue el profeta Habacuc:
"En sus días la higuera dejaría de florecer, no habría más fruto en la vid, no habría más aceitunas en las oliveras, los campos sufrirían sin trigo, en los corrales desaparecería el ganado y no se verían más ovejas en el aprisco, esto significaba el colapso total de la economía judía en aquellos tiempos.

No obstante, aún en el día de angústia profunda Dios tiene enseñanza para nuestros corazones. Habacuc 3.16-19 nos enseña que:

El Dia de la angústia renueva nuestro temor.

Cuando conocemos al Señor y vivimos en sus presencia, porque somos pecadores, tenemos el riesgo de nos acostumbrarmos a lo que es Santo y entonces ya no lo respetamos más, no lo valoramos como debieramos hacerlo, la angústia tiene el poder de poner nuestra perspectiva en su debido lugar.
Habacuc dijo que, cuando escuchó la Palabra de Dios, ella causó un colapso en su cuerpo y le hizo perder las fuerzas.

La Palabra de Dios es poderosa y tiene que impactar nuestros corazones, hacernos creer y tratar con seriedad en el Dios de la Bíblia y en todo lo que el nos habla. Que en este tiempo de sufrimiento mis amados hermanos, recordemonos de la gran salvación que tenemos en Cristo Jesus, que el nos ama, que Él cuida de nosotros, que todo lo que Él hace, aunque sean grandes tragedias ellas nos ayudan a bien y nos acercan al Señor.
Que en este tiempo de sismo, tu corazón vuelva a amar al Señor y confiar que el te ama y dió su hijo en una cruz por amor de ti.
Él no te abandonó en este momento de profunda angústia.

El Dia de la angustia enfoca nuestra alegría.

Aún en la crisis, Habacuc cuenta que su alegría está en Dios y entonces se regocija en la salvación que el Señor le concede.
En el correr de la vida, tenemos la tendencia de amar a lo que es fugaz, ponemos nuestra alegría en bienes materiales, en la posición social o en los logros que hemos tenido delante de todos, incluso en nuestra estabilidad financiera.
Entonces vienen los temblores de la vida, sólo para enseñarnos que si nuestra alegría se concentra en bienes materiales, en las circunstancias y en las personas, ella es fragil y cae ante cualquiera sea la decepción.

Lo sismos de la tierra y los sismos del corazón, nos permiten entender que nuestra mayor alegría es el amor de Dios.
Nuestra alegría es saber que, aunque pasemos por problemas, el Señor nos ama y está con nosotros.
Aunque lleguemos a enfrentar tropiezos, Dios dió a Jesús para morir en una cruz en lugar nuestro y Él resucitó y vendrá a buscarnos y pasaremos toda la eternidad con Él, donde no habrá temblores, solo paz y alegría en el Señor.

¡Que Cristo sea tu alegría en el dia de la angústia!

El Dia de la angustia renueva nuestra confianza.

Habacuc en medio de toda su tragedia, nos dice que el Señor es su fortaleza y lo hace andar airosamente, tal como los ciervos.
Esto significa que el castillo en el cual nuestra alma está segura es el Señor Dios. Las tragedias en este mundo son reales, porque aún no llegamos en nuestro hogar celestial.
Por esto, en medio de nuestra peregrinación en el desierto de esta existencia, podemos confiar solamente en el Señor! Como díria Lutero, Él es nuestro castillo fuerte, defensa y buen escudo, con su poder nos librará en todo transe agudo. Hermanos chilenos, no se olviden que el Señor vos ama mucho, Él ha de levantarvos de nuevo y ha de permitir que su pueblo en Chile ande airosamente, porque cree en Cristo Jesús.

Mi clamor a mis hermanos chilenos, es que en este tiempo de angústia, la iglesia aproveche para llenar de esperanza a la nación por medio del Evangelio de Jesús. Dios no puso a sua Iglesia en esta tragedia por casualidad.
Chile necesita al Salvador que es Jesús y es en este momento de fragilidad que Dios te puede usar para hablar a muchos de la fugacidad de esta vida y entonces enseñarles que la seguridad, la fuerza, la alegría y el sentido de nuestra vida está en el amor que Dios derrochó hacia nosotros, amor inmenso, amor incomparable, amor que dió a Jesus para cambiar toda nuestra vida hasta la eternidad.

¡Que Dios les bendiga!

¡Que Dios consuele a Chile!

Les amamos profundamente,

Pr. Rosther, Cleusa, David e Isabelle.

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